Al enterarse de que Marina se iba a encontrar con Teresa, Diego se mostró muy preocupado.—Llévate un guardaespaldas. No me siento tranquilo. Te acompañaré entonces.Marina, consciente de las dudas que la asaltaban sobre las intenciones de Teresa, decidió reunirse con ella en el parque, un lugar público que podría evitar cualquier posible trampa.—Está bien, muchas gracias —respondió Marina, agradecida por la preocupación de Diego.Teresa esperaba en un banco del parque, notando que Marina la observaba con desconfianza. Sin embargo, Marina no podía imaginar que Teresa no planeaba hacerle daño en ese lugar.Teresa esbozó una sonrisa traviesa, luciendo un vestido vintage y guantes blancos que realzaban su encanto. Al alzar la vista, se encontró con Marina, quien se acercaba acompañada de un hombre.Sus ojos se detuvieron en el rostro de Diego, un hombre realmente atractivo, lo que le provocó un leve atisbo de celos.—Hermana, este secreto te lo cuento solo a ti y no lo divulgues a otros—
Al regresar Marina y Diego a residencial El Paraíso, se enteraron del motivo de la visita policial.Anoche, un homicidio tuvo lugar cerca del complejo, y la víctima era Andrés, el anciano con el que Teresa se había casado.—Señorita Marina, hemos encontrado una foto con su huella dactilar en el bolso del difunto. Además, en su celular había mensajes entre ustedes. Necesitamos que nos acompañe a la comisaría para tomar su declaración —informó el oficial con seriedad.Marina recordó de inmediato el vestido vintage que Teresa había llevado esa noche y los guantes que usaba. Era evidente que Teresa le había tendido una trampa; había estado utilizando el celular de Andrés para comunicarse con ella.—Ella estuvo conmigo toda la noche —dijo Diego, frunciendo levemente el ceño al ver la expresión preocupada de Marina.—¿Cuál es entonces su relación? —preguntó el oficial, dirigiendo su mirada evaluativa hacia Diego.—Novios —respondió Diego con firmeza, reafirmando su apoyo.El policía se volvi
Hoy, ella se sentía verdaderamente feliz.—Iré a esperarlos en el salón del banquete —anunció Macarena, que en realidad no podía contener la ansiedad por salir a ver a Luis, quien también había sido invitado a la celebración del compromiso.En el salón del banquete, la fiesta ya había comenzado con un entusiasmo contagioso.—¡Felicidades, señor Camilo y señorita Yadira! ¡Les deseo toda la felicidad del mundo! —exclamó Luis, sonriendo mientras se acercaba a Camilo.Era un día especial, y no tenía intención de arruinarlo.Sin embargo, al percibir la expresión sombría y distante de Camilo, Luis arqueó una ceja.—El novio debería sonreír. No seas tan serio.Ambos, inmersos en una conversación amena, lograron captar la atención de los demás invitados. Recientemente, TechNova había conseguido un contrato importante con Labranza Innovaciones y había ganado varios proyectos significativos del Grupo Jurado.Camilo, sin embargo, permaneció en silencio, con una expresión inmutable.En ese moment
Después de que concluyó el banquete de compromiso, Camilo y Yadira regresaron al Jardín Cielorén. Camilo se dirigió a su oficina, mientras que Yadira se retiró a desmaquillarse y a darse una ducha.Una vez que terminó, Yadira subió a Instagram una foto de su compromiso con Camilo, acompañada de un mensaje que decía: [Hoy me he comprometido con la persona que amo. ¡Estoy tan feliz!]Pronto recibió una avalancha de felicitaciones de sus seguidores.Entusiasmada, se dirigió a la oficina para compartir con Camilo algunos de los comentarios más divertidos que había recibido. En ese momento, Camilo estaba al celular con Quiles, discutiendo el tema de Marina.Al abrir la puerta de la oficina, Yadira escuchó el nombre de Marina, lo que hizo que su sonrisa se desvaneciera al instante. Camilo frunció el ceño al notar su presencia y decidió colgar la llamada. La incertidumbre comenzó a crecer en el corazón de Yadira; parecía que Camilo le estaba ocultando algo.—¿Ya terminaste? —preguntó, inte
Marina se cubrió el abdomen con los ojos cerrados, su rostro pálido reflejaba la incomodidad que sentía. Le llegó la menstruación, siempre esta era irregular y esto le causaba mucho dolor.Una oficial de policía, con buena intención, le ofreció pan y una taza de café caliente. El abogado enviado por Diego, un reconocido experto en la materia, le informó que ya podía salir bajo fianza y Diego la esperaba fuera de la comisaría.Pero ella debía estar disponible en todo momento, ya que aún pesaban sospechas en su contra.Con una mano sobre su abdomen, Marina agradeció al abogado y salió de la comisaría. En cuanto puso un pie afuera, Diego notó de inmediato que su palidez era inusual. Se acercó rápidamente, tomó su mano helada y la levantó en brazos, colocándola suavemente en el auto y asegurándole el cinturón de seguridad.—Marina, ¿te llegó la regla? —preguntó, sabiendo que eso le causaba molestias.Marina, con los labios pálidos, asintió levemente.Diego se acomodó en el auto y le pus
—Nicolás ya ha salido del país —anunció Daniel, provocando en Diego una sensación de asfixia.Nicolás era prácticamente un hombre sin principios. Actuaba a su antojo y, lo más alarmante, su astucia resultaba extremadamente problemática.—¿Se han recopilado todas las grabaciones de las cámaras de vigilancia alrededor del residencial El Paraíso? —preguntó Diego mientras se acomodaba en el sofá, con un tono de voz cansado.Se inclinó hacia la mesa para tomar su paquete de cigarrillos, pero al pensar en Marina, lo dejó a un lado.—Hay precisamente una grabación que muestra a Andrés estacionando su auto en el aparcamiento de la Calle Isabel —continuó Daniel—. Luego caminó hacia el residencial El Paraíso, entró en un callejón y no se le volvió a ver. Además, una cámara en la entrada del residencial dejó de funcionar hace un par de días.—Hasta ahora, sabemos que la policía encontró el arma en el desagüe y que un testigo, quien estaba fumando en su balcón a medianoche, vio a una mujer de cabe
Quiles reprogramó las citas menos relevantes para liberar tiempo. Mientras tanto, Yadira, sosteniendo un ramo de flores, subía las escaleras junto a Camilo, quien había olvidado su celular. La niñera, cargando a Daniela en sus brazos, entró en la sala. Al ver la bonita funda del celular sobre la mesa, Daniela extendió sus pequeños brazos, intentando tocarla.—Es el celular de tu mamá, cariño. No puedes tocarlo —le explicó la niñera con dulzura.Daniela comenzó a quejarse, y la niñera, inclinándose, le permitió jugar con la funda. Aprovechando que nadie la observaba, la giró para mostrarle la pantalla, que estaba bloqueada y requería huella digital para desbloquearse. Luego, la dejó nuevamente boca abajo.—Daniela, chiquis, vamos a ver las flores —anunció la niñera, llevándola al jardín. Poco después, Yadira bajó corriendo las escaleras, ansiosa por recoger su celular y buscar un jarrón.Camilo salió de la ducha y lanzó una mirada a las flores que había traído; las rosas rojas ya es
Yadira no escuchó respuesta alguna de Camilo durante mucho tiempo. Sentía un peso en el corazón y una inquietante sensación la envolvía.—¿Es tan difícil responder? Si has perdido el interés, ¡dímelo claramente! —preguntó, con la voz temblorosa, mientras las lágrimas comenzaban a brotar involuntariamente.—Tengo disfunción eréctil y no se me para—dijo Camilo, volviéndose hacia ella con serenidad.—¿Qué dices?El rostro de Yadira, ya bastante marcado por la tristeza y la ira, se congeló de inmediato.—No necesitas usar esa excusa para engañarme —respondió, pero de repente comenzó a reírse con desdén—. ¿Cómo puede un hombre que siempre fue tan eficaz en la cama, de repente volverse un incapaz? ¿A quién intentas engañar?—Lo siento —replicó Camilo, con una expresión impasible, mientras la observaba fijamente.Yadira lo miró con intensidad, intentando encontrar algún indicio de falsedad en su mirada.—¿Hablas entonces en serio?—Sí.Camilo, que había decidido ir a ducharse, se detuvo, tomó