Marina salió en ese momento del Bar Tropical acompañada de Diego, pero no regresaron de inmediato. Primero, le pidió a los guardaespaldas que llevaran a Blanca a casa. En silencio, ocupó el asiento del copiloto mientras Diego se sentaba al volante.—Cariño —dijo él, iniciando el trayecto.Marina miraba distraída por la ventana, con los ojos ligeramente enrojecidos. Al recordar a Tomás, la humillación de aquella noche volvió a su mente. En el fondo, siempre había anhelado algo sencillo: un hogar estable. Sin embargo, alcanzar esa estabilidad a menudo se convertía en un verdadero desafío.—Marina, mírame —le pidió Diego, deteniendo el auto y fijando su mirada intensa y apasionada en ella.Afuera, la ciudad brillaba con luces, pero dentro del auto, solo había un profundo silencio que parecía envolverlos. Las pestañas de Marina parpadearon y giró la cabeza, evitando su mirada.Diego suspiró, desabrochó su cinturón y se inclinó cariñoso hacia ella, sosteniendo su hermoso rostro con tern
Marina miró a Diego con una ceja levantada, llena de incredulidad.—¿Solo deseas acostarte conmigo? ¿No piensas asumir ninguna responsabilidad?Al escuchar esto, Diego no pudo evitar soltar una risa. Con un gesto cariñoso, ajustó la bata que ella llevaba.—Vamos, ya viene siendo hora de comer.—Tenía pensado sorprenderte; ya había estado organizando el anillo de compromiso y el vestido —añadió con un aire de melancolía—. Ahora, toda sorpresa se ha desvanecido.Marina se levantó y se envolvió alrededor de Diego como una perezosa, sintiendo un ligero rubor en las orejas.—Vamos a comer.Diego sonrió al escucharla, levantándola con una mano mientras sostenía la caja de comida con la otra, llevándola hacia el sofá. Mientras comían, Diego terminó rápidamente, mientras Marina mostraba un inusual comportamiento diligente. Él se acomodaba en su silla, respondiendo mensajes a Daniel.En ese instante, se giró para mirar a Marina, con una expresión profunda.—Marina, aunque aún no tengo el anill
—No quiero irme del país —declaró con determinación.—¿Y eso por qué? —Camilo la miró con desdén.Macarena dudó un instante, pero al ver que su hermano empezaba a impacientarse, reunió el valor necesario.—Me gusta Luis. Siempre había sentido algo especial por Luis.—Él no se casará contigo.Conocía bien a ese hombre, y el matrimonio no formaba parte de sus planes.Macarena frunció los labios, su hermoso rostro reflejaba un ligero descontento.—De todos modos, no pienso irme al extranjero, así que no te molestes en intentarlo.Un silencio incómodo se apoderó de la oficina por un momento.—Si no te vas, está bien, pero evita causar problemas con Marina y deja de defender a Yadira.Macarena entendió la primera parte del mensaje, pero la segunda la dejó perpleja.—¿Ayudar a Yadira no debería hacerte feliz?Su hermano quería mucho a Yadira, y no comprendía por qué decía eso.—Basta, ya puedes irte —la voz de Camilo se tornó sombría.Finalmente, Macarena se sintió aliviada y pudo salir.Ap
Al llegar Marina a la oficina, revisó de inmediato los resultados de su análisis de sangre: todo estaba en orden. Luego, entregó a Luis su informe. Al entrar en su despacho, lo encontró con el ceño fruncido. ¿Acaso los resultados de su visita al urólogo no eran buenos?Luis, ajeno a las conjeturas de Marina, sintió un leve nerviosismo al abrir el documento. Al ver que todo estaba normal, respiró aliviado. Dejó el informe a un lado y, al levantar la vista, se encontró con Marina, que parecía tener algo en mente.—¿Pasa algo? Por cierto, mis resultados son normales —dijo él.—¡Felicidades! Solo hay un tema que me preocupa: ¿el doctor Fernando es competente? ¿Necesitas cambiar entonces de médico? Si es necesario, podrías solicitar una cita con el psicólogo —Marina sonrió con amabilidad.—¿De verdad crees que soy tan débil como para ir a un psicólogo? —Luis la miró, sorprendido.—No, no es eso. Con el tiempo, todo se normaliza.Dado que Luis se mostraba tan seguro, Marina decidió no insi
—¡Sabía que le gustaban ese tipo de mujeres como Marina, tan coquetas y provocadoras! —exclamó Macarena entre lágrimas y maldiciones.—Él no tiene ninguna visión —replicó Yadira, aparentando apoyo, pero subestimando a Macarena en su interior—. ¿Cómo sabes que le gusta Marina?—Y más aún, en una fiesta, escuché a Luis decirle a mi hermano que le encantaban las mujeres como ella.Esa fue una de las razones por las que Macarena siempre había despreciado a Marina.—Yadira, ¿qué debería hacer? Me gusta desde hace mucho tiempo y no quiero rendirme así de facil —confesó Macarena, abrumada por la angustia de su amor no correspondido.El sufrimiento del amor platónico era intenso, pero no deseaba dejarlo ir tan fácilmente.Yadira pensaba que, dado que Luis ya había rechazado a Macarena, esta no tendría oportunidades. Sin embargo, no podía ser tan directa.De repente, Macarena dejó de llorar y le surgió una idea.—Yadira, si tuviera relaciones con él, ¿no tendríamos más posibilidades de estar ju
Al enterarse de que Marina se iba a encontrar con Teresa, Diego se mostró muy preocupado.—Llévate un guardaespaldas. No me siento tranquilo. Te acompañaré entonces.Marina, consciente de las dudas que la asaltaban sobre las intenciones de Teresa, decidió reunirse con ella en el parque, un lugar público que podría evitar cualquier posible trampa.—Está bien, muchas gracias —respondió Marina, agradecida por la preocupación de Diego.Teresa esperaba en un banco del parque, notando que Marina la observaba con desconfianza. Sin embargo, Marina no podía imaginar que Teresa no planeaba hacerle daño en ese lugar.Teresa esbozó una sonrisa traviesa, luciendo un vestido vintage y guantes blancos que realzaban su encanto. Al alzar la vista, se encontró con Marina, quien se acercaba acompañada de un hombre.Sus ojos se detuvieron en el rostro de Diego, un hombre realmente atractivo, lo que le provocó un leve atisbo de celos.—Hermana, este secreto te lo cuento solo a ti y no lo divulgues a otros—
Al regresar Marina y Diego a residencial El Paraíso, se enteraron del motivo de la visita policial.Anoche, un homicidio tuvo lugar cerca del complejo, y la víctima era Andrés, el anciano con el que Teresa se había casado.—Señorita Marina, hemos encontrado una foto con su huella dactilar en el bolso del difunto. Además, en su celular había mensajes entre ustedes. Necesitamos que nos acompañe a la comisaría para tomar su declaración —informó el oficial con seriedad.Marina recordó de inmediato el vestido vintage que Teresa había llevado esa noche y los guantes que usaba. Era evidente que Teresa le había tendido una trampa; había estado utilizando el celular de Andrés para comunicarse con ella.—Ella estuvo conmigo toda la noche —dijo Diego, frunciendo levemente el ceño al ver la expresión preocupada de Marina.—¿Cuál es entonces su relación? —preguntó el oficial, dirigiendo su mirada evaluativa hacia Diego.—Novios —respondió Diego con firmeza, reafirmando su apoyo.El policía se volvi
Hoy, ella se sentía verdaderamente feliz.—Iré a esperarlos en el salón del banquete —anunció Macarena, que en realidad no podía contener la ansiedad por salir a ver a Luis, quien también había sido invitado a la celebración del compromiso.En el salón del banquete, la fiesta ya había comenzado con un entusiasmo contagioso.—¡Felicidades, señor Camilo y señorita Yadira! ¡Les deseo toda la felicidad del mundo! —exclamó Luis, sonriendo mientras se acercaba a Camilo.Era un día especial, y no tenía intención de arruinarlo.Sin embargo, al percibir la expresión sombría y distante de Camilo, Luis arqueó una ceja.—El novio debería sonreír. No seas tan serio.Ambos, inmersos en una conversación amena, lograron captar la atención de los demás invitados. Recientemente, TechNova había conseguido un contrato importante con Labranza Innovaciones y había ganado varios proyectos significativos del Grupo Jurado.Camilo, sin embargo, permaneció en silencio, con una expresión inmutable.En ese moment