Un dolor punzante en la cabeza despertó a Victoria. Un sabor dulzón y penetrante, tan nauseabundo que le revolvía el estómago, inundaba sus fosas nasales. Mantenía los ojos cerrados, temiendo que al abrirlos el mundo a su alrededor diera vueltas. Pero era necesario. Debía ser fuerte. Con una profunda inhalación, se atrevió a abrirlos, siendo cegada momentáneamente por la intensa luz de la lámpara del techo.—¿Dónde estoy? —susurró para sí misma, sin esperar respuesta de nadie.—¿Qué bueno que ya has despertado?Una voz desconocida, a la vez familiar, la saludó. Victoria levantó su antebrazo para protegerse de la luz y enfocó su mirada en la figura que se encontraba frente a ella.—Perdona por ser tan desconsiderado y haberte traído así a la fuerza —dijo la voz, con un tono de disculpa.La luz de la lámpara se atenuó ligeramente, permitiéndole ver con mayor claridad. Un grito ahogado escapó de sus labios mientras se cubría la boca con ambas manos. Frente a ella, con una sonrisa burlona
Las melodías de violines inundaban el salón de la mansión Ivanov, donde una multitud de invitados celebraba la boda de Slavik Petrov y Alexa Ivanov. La novia se encontraba tan absorta en disfrutar de su día y presumir ante sus invitados que ignoraba la mirada furtiva que Slavik dirigía hacia la puerta.En el interior del novio, sin embargo, bullía un plan. No podía disfrutar de su boda sabiendo que Victoria, la mujer que había secuestrado, se encontraba cautiva en un escondite que él mismo había preparado para ella. Las preguntas que ella le formularía atormentaban su mente, sobre todo después de las revelaciones que le había hecho a través del folder que le entregó.En ese momento, lo único que le importaba era Ella, tan igual a Anna, tan necesitada de ayuda y de que él la salvara como un día lo estuvo Anna. Ella era el centro de su universo, la razón por la que estaba dispuesto a arriesgarlo todo, haría lo que fuera necesario.Aprovechando un breve descanso en el baile, Slavik se es
—¿Mi hermana? Ella, debe estar en su cama descansando…— habló de inmediato Tatiana, conteniendo el llanto tratando de zafarse del agarre de Erwan, jamás lo había visto tan furioso, tan lleno de odio contra ella.—Erwan déjala le haces daño a la mujer que lleva a tu hijo — gritó Alexa al ver a su hija siendo tratada de esa forma.—¡Será mejor que se calle!— le ordenó Erwan a Alexa apuntándole directamente con su arma, haciendo que Tatiana, llorara todavía más.—Por favor Erwan déjame estar con mi madre.— suplicó Tatiana.—Eres mi esposa y estarás donde yo quiera que estés — le respondió Erwan a Tatiana tan cerca de su rostro que ella se estremeció al sentir su aliento cálido en su oído. Antes soñaba con que le hablara al oído y la hiciera estremecer de placer. En ese momento, más que un momento erótico entre una parejas de esposos, era la escena de un depredador sobre su presa.—Entonces por favor vámonos, deja de apuntarle a mi madre— suplicó de nuevo Tatiana.Solo tras escucharla de
Sergey observó cómo Erwan salía de la habitación agradeciendo en silencio que se marchara, ya que su paciencia estaba al límite y estaba a punto de lanzarse sobre él y partirle esa cara que por un instante se le hizo tan arrogante. Una vez solos, se giró hacia Tatiana. Sus pasos, ahora más calmados, lo llevaron hasta ella. Sin decir una palabra, la rodeó con sus brazos, ofreciéndole la protección que sabía que necesitaba. Pudo sentirla aferrarse a él con fuerza y él la ciñó más a su cuerpo deslizando la nariz por su cuello, inhalando su aroma y llevando una mano a su vientre permitiéndose tocarlo por primera vez desde que descubrió que era su sobrina. — Nadie va a hacerte daño mientras yo esté aquí, me escuchas — la tomó de su delicado mentón y la hizo mirarlo y supo al instante que se había equivocado porque en cuántos sus ojos se clavaron en los de ella fue incapaz de resistirse a esos labios que llevaba meses evitando y añorando. Al principio fue suave con cierto miedo apen
—¿A dónde vas tan deprisa, Erwan? —preguntó Spike, alarmado por la expresión de su primo y la rapidez con la que caminaba por la mansión.Ni siquiera se molestó en responder y se dirigió a su auto, seguido de cerca por Spike que a duras penas llegó para sentarse en el asiento de la acompañante justo antes de que su primo arrancara el coche. Por la forma en la que Erwan iba conduciendo, Spike supo que todo aquello tenía que ver con Víctoria. Haciendo que se pusiera serio. No solo tenía que cuidarle las espaldas a su primo, también ayudarlo a recuperarla antes de que perdiera el control por completo.Para sorpresa de Spike, el destino final fue un hospital. Sin tiempo para preguntas, Erwan bajó del auto y se dirigió a la entrada sin tan siquiera esperarlo, estaba cegad de una forma que Spike no llegaba a comprender, comi si tuviera un objetivo fijado y no hubiera nada más que eso.En la mente de Erwan solo existía Victoria. Rezaba por su bienestar, por su salud. No podía soportar la id
Victoria, pálida y aun recuperándose del parto, observaba a Erwan con cierta tristeza. Ella simplemente no podía aclarar sus dudas. Suspiró profundamente y se dejó caer en la cama, mirando al techo sin saber cómo afrontar la conversación que se avecinaba.—En realidad, no lo sé —respondió Victoria, algo dubitativa, intentando forzarse a saber qué había sucedido, pero sin lograrlo—. Solo recuerdo llegar al hospital con dolor y que todo sucedió muy rápido. Poco después, ya tenía a Odette en mis brazos.Erwan se acercó a ella, preocupado, y tomó su mano como si así pudiera darle algún tipo de soporte moral, mostrándole que estaba a su lado para protegerla.—Vicky, por favor, trata de recordar —le suplicó—. Es importante que lo hagas. ¿Te amenazó él de algún modo? ¿Por eso tienes miedo de decir la verdad?—No, Erwan, de verdad no recuerdo nada.En ese momento, el doctor irrumpió en la habitación con una sonrisa en el rostro.—Tanto la madre como la hija se encuentran bien —afirmó—. Mañana
El sol deslumbraba en el cielo aquella mañana. Tatiana y Victoria estaban sentadas en el césped cercano a la piscina, rodeadas de ropa de bebé y juguetes. Odette, la nueva integrante de la familia, gorgojeaba felizmente mientras Victoria la cambiaba sobre una manta suave.—No puedo creer que ya haya pasado un mes desde que regresaste a casa con Odette —dijo Tatiana con una sonrisa, observando a su hermana manejar con destreza los pañales y la ropa diminuta.—Sí, ha sido un mes difícil, pero también maravilloso —respondió Victoria, levantando a su hija y sosteniéndola con ternura.Tatiana sonrió, pero su mente estaba ocupada con pensamientos más oscuros. Durante el cambio de pañal, había notado una pequeña marca de nacimiento en el muslo de Odette. Era una marca familiar, aunque mucho más pequeña, idéntica a la que una vez había visto en Erwan. La revelación la había golpeado como un puñetazo en el estómago, y ahora se esforzaba por mantener la calma y no dejar que su enojo se refleja
Erwan y Sergey se observaron con rivalidad. A Sergey ya poco le importaba que se le notarán sus sentimientos por Tatiana, sabía de sobra que la pequeña Odette era de Erwan y aunque por el momento no pudieran decir la verdad sobre el hijo que esperaba Tatiana, ella le pertenecía y el bebé era su hijo —Tenemos que llevarla al hospital de inmediato —dijo Sergey intentando calmarse y no seguir peleando con Erwan, no era el momento.—Yo me encargaré, ella es mi esposa —respondió Erwan, sabiendo que a pesar de que no la sentía así, debía responder por ella, al menos en ese instante.—No, Erwan. Yo la llevaré, tú quédate aquí con Victoria y la bebé —replicó Sergey, con un tono que no admitía discusión.Erwan en ese momento más que sentir irá o frustración por ver a otro hombre tratando de tocar a su esposa, cedió no por miedo a las represalias de Sergey sino por la curiosidad que le provocó ver a ese hombre tan protector con Tatiana.Era como verse a sí mismo, tratando de impedir que alguie