Un mes había transcurrido desde que la joven bailarina se embarcara en unas vacaciones lejos de su familia. Esa era la versión oficial, al menos. La realidad era que nadie, ni siquiera el patriarca de los Volkov, tenía noticias de su paradero desde entonces, salvo Sergey, su hombre de confianza. —¡Encuentren a Sergey de inmediato!— rugía el viejo Volkov, exasperado. Hacía dos días que su fiel colaborador había desaparecido, justo cuando le había encomendado la misión de buscar a Víctoria y convencerla de regresar. La salud del patriarca empeoraba cada día y su fin se acercaba inexorablemente. Por ello, había decidido informar a su familia sobre su estado para que sus nietas tuvieran tiempo de asimilarlo y despedirse. Sin embargo, Sergey también había desaparecido. Su sustituto salía del despacho del anciano, visiblemente molesto por el trato que recibía. El viejo Volkov era afable con Sergey, casi como si fuera un miembro de la familia. Sin embargo, con el resto de la plantilla
Las palabras del hombre resonaron como una afrenta en los oídos de Mikhail, quien, sin perder la compostura, rodó por el suelo y apuntó su arma contra el maldito traidor. Tras un par de feroces intercambios de disparos, Mikhail regresó a su escondite, que ya empezaba a ceder bajo la presión del combate. El traidor, que había perdido la risa junto a la inocencia, experimentaba ahora en carne propia por qué su jefe, el boss Volkov, era el rey indiscutible de la mafia rusa.—¡Muere de una vez, maldito viejo! —gritó el hombre, consumido por la frustración, aullando de dolor al recibir un certero disparo en el abdomen propinado por su jefe.—Solo uno de nosotros dos saldrá con vida de aquí, y no serás tú —replicó Mikhail con voz firme y férrea, a pesar de las punzadas de dolor que recorrían su cuerpo por los dos disparos recibidos.El momento de la verdad llegó cuando se encontraron de nuevo en el centro de la mesa. Los papeles que Mikhail revisaba ese día volaban como hojas secas en otoño
El sonido de las ráfagas de balas se intensificaba cada vez más. Pavel tenía claro que si Sergey no se había comunicado con él para avisarle del asalto a su casa, era porque algo le había pasado. —¡Encuentrenla y mátenla! —se escuchó la voz de un hombre que se alzaba en medio del estruendo de las armas, forzando finalmente la entrada de la mansión. Tras obtener la información de Sergey, Erwan había formado un pequeño equipo con sus mejores hombres y partió rápidamente hacia la dirección proporcionada por Sergey, mientras este era llevado por Spike a la mansión del boss Volkova. —¡Más rápido! —le gritó Erwan a su chofer, algo en su interior lo tenía inquieto y nervioso. No le importaba acumular multas por infracciones de tráfico, ya las pagaría todas después. Lo único que le importaba era llegar a tiempo hasta donde se encontraba su bella Odette. Victoria se encontró completamente sorprendida al ver a Pavel tomar una escopeta y una pistola de 9 mm, y disparar con ellas. —Te he
Victoria se dejó llevar por lo que sentía y en ese instante no pudo más que corresponder, lo había extrañado tanto, ni un solo día había dejado de pensar en él, lo amaba y no tenía forma de evitar que eso fuera así.Los brazos de la chica rodearon el cuello de Erwan pegándose más a él mientras saboreaba su boca, dejándole invadirla con su lengua.Era como si Victoria no hubiera vivido, solo existido durante todo ese tiempo hasta que por fin volvió a estar en sus brazos.Solo cuando fue necesario respirar el beso se terminó dejando a la chica jadeante, respirando de forma agitada mientras se veía reflejado en esos ojos azules que no habían abandonado sus recuerdos ni un solo instante.Erwan no pudo responder a la pregunta hecha por Victoria, lo único que deseaba era estrecharla en sus brazos tal y como lo estaba haciendo y besarla, solo así sintió que su corazon volvio a latir con intensidad, llevándolo a darse cuenta lo mucho que ella le afectaba, abrazándola mas fuerte tras interrump
Victoria se subió al auto con Erwan y se abrochó el cinturón de seguridad. Algo la inquietaba, y no era solo la compañía de su cuñado, aunque también influía. Era algo más parecido al terror a perder a su abuelo, a su padre, porque para Victoria Mikhail era la única figura paterna que recordaba.—Llévame a verlo antes de que sea demasiado tarde —pidió, evitando mirarlo y esperando que Erwan no complicara las cosas aún más.Erwan no respondió. La culpa que lo invadía en ese momento lo mantenía en silencio. Era la primera vez que un hombre como él experimentaba ese tipo de sentimiento. Lo peor era reconocer que esa culpa se debía a ella. A su hermosa Odette.Sin embargo, no se arrepentía de haber hecho lo necesario para encontrarla. Jamás lo haría. Así que, tras acomodarse ambos en la parte trasera del auto, solo necesitó dar un par de golpes en el cristal blindado que separaba la cabina del conductor del resto del vehículo para iniciar el viaje de regreso a la mansión Volkov en un tens
El sol, aún tímido en ese amanecer otoñal, apenas se atrevía a asomar por entre las copas de los árboles que rodeaban la mansión Volkov. Un manto de silencio sepulcral cubría la propiedad, roto solo por el crujir de las hojas secas bajo los pies de los invitados que empezaban a llegar para dar el último adiós al viejo Mikhail, el actual Boss de la mafia rusa.Se sabía que tras guardar el luto correspondiente empezarían a rifarse ese título entre las familias más poderosas, aún así, todos apreciaban a Mikhail y era imposible que no estuvieran compungidos.Erwan, con una compostura estoica, la mandíbula tensa y la mirada fija al frente, era la imagen del dolor contenido. Otros, como Victoria y Tatiana, no podían contener las lágrimas, que surcaban sus mejillas en silencio.Alexa, al lado de su hija, ocultaba su expresión tras unas enormes gafas oscuras. Enterraban a su suegro en ese instante, y por fin, todo sería suyo. Le costaba mucho fingirse afectada cuando lo único que quería era s
Tatiana, con el corazón hecho pedazos y la rabia hirviendo en sus venas, se alejó de su madre a paso ligero, buscando refugio en la inmensidad de la mansión Volkov. No toleraría ni una palabra más de reproche por la incapacidad que tenia para lograr consumar el matrimonio con su esposoLa verdad era que lo había intentado todo. Se había mostrado insinuante, seductora, incluso lasciva, pero Erwan parecía inmune a sus encantos. Sus días transcurrían en un tedioso bucle de soledad.Erwan, absorto en sus asuntos laborales, la ignoraba durante el día y por la noche desaparecía sin dejar rastro, refugiándose en una de las numerosas alcobas de la mansión. Ni siquiera se había molestado en mostrarle cuál era su habitación.¿Qué la hacía tan poco atractiva para Erwan? ¿Acaso había otra mujer en su vida? ¿Un secreto inconfesable que lo mantenía alejado de ella? ¿Era ella la culpable de la indiferencia de Erwan? ¿Acaso no había sido lo suficientemente audaz, lo suficientemente entregada? Un nudo
Después de esas palabras Sergey no pudo pensar con claridad, la tomó del cuello besándola con mayor ferocidad, rindiéndose a esos sentimientos y deseos que ella le provocaba en esos momentos, convirtiéndose en el caballero galante dispuesto a hacer que el dolor de la mujer en sus brazos y el propio desaparecieran. Debía estar loco, estaban a plena luz del día, en un área apartada del jardín en la que cualquiera podría descubrirlos, pero en ese instante, Sergey solo quería seguir besando a esa joven ahogando la poca culpa que sentía, con el recuerdo de que el esposo de ella estaba tras la hermana. Giró sobre el pasto dejándola apoyada en el suelo y bajó por su cuerpo mordiendo y besando la piel que su negro vestido dejaba a la vista, todavía no se atrevía a retirarle la ropa, jamás se había permitido ver a ninguna de esas dos jóvenes como una mujer, pero eso era Tatiana, una hermosa mujer a la que en ese instante no podía resistirse. Tatiana no opuso resistencia al cambio de posició