Alexa se encontraba radiante aquella mañana. Su hija se había casado con uno de los hombres más poderosos de los Estados Unidos y, por si fuera poco, la molesta arpía se había roto el tobillo. Con un poco de suerte, ni siquiera podría volver a bailar. Esperaba en el comedor para recibir a su hija y su yerno y asegurarse de que todo había ido bien antes de que emprendieran su viaje de bodas a la Polinesia Francesa, un regalo de su parte que le ayudaría a mantenerlos lejos mientras ella ejecutaba sus planes.—Buenos días, Alexa —saludó Mikhail, el primero en llegar al comedor.Se dirigió al asiento del patriarca y se sentó, observándola con recelo.—Buenos días, Mikhail. Espero que no te molestara que me quedara a pasar la noche. La fiesta se alargó más de lo previsto.Mikhail le dedicó una sonrisa forzada. No le tenía ningún aprecio a esa mujer. La poca estima que le pudiera tener se esfumó cuando tuvo que llevarse a Victoria de su casa para criarla él mismo. Aun así, la respetaba p
Mikhail estaba desconcertado por las palabras de Erwan. Algo no cuadraba. Cuando pactaron el matrimonio, le había insistido en regresar a Nueva York con su esposa lo antes posible, parecía no tener ninguna intención de quedarse allí. Y ahora, el chico estaba frente a él pidiéndole permiso para quedarse en su casa. — Claro que podéis quedaros aquí todo el tiempo que necesitéis —respondió Mikhail, aunque la idea le generaba cierta inquietud.Alexa, por su parte, estaba furiosa. Tenía planes para esa misma noche y la presencia de la pareja no le hacía ningún favor. Además, su yerno había ignorado por completo sus palabras.— Creo que al menos deberías llevarte a mi hija de luna de miel unos días —insistió Alexa—. Se lo merece. Se merece tener un buen recuerdo de su matrimonio.Erwan estaba a punto de estallar contra Alexa. Era la primera persona que lo llevaba al límite de la paciencia al creer que él era un simple trofeo para su hija.Mikhail no comprendía del todo las intenciones
Mikhail se encaminaba hacia la habitación de su nieta, con la intención de ofrecerle un poco de compañía. Al llegar a la puerta, dudó antes de abrirla. La voz de Tatiana provenía del interior, un sonido inusual, ya que las hermanas rara vez compartían tiempo juntas. De hecho, solían evitarse lo más posible.Con curiosidad, Mikhail entreabrió la puerta, procurando no hacer ruido. Lo que vio a continuación lo conmovió: sus dos nietas estaban abrazadas con cariño. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras observaba la escena, enternecido por la inesperada muestra de afecto.De pronto, un torrente de recuerdos lo asaltó, transportándolo a un momento del pasado. Era poco después de la muerte de su hijo, y Mikhail visitaba la casa de Alexa para darle su apoyo y ver a las pequeñas.— ¿Cómo están las niñas? — preguntó Mikhail.— Acaban de perder a su padre — respondió Alexa con un suspiro, mientras observaba a su hija Tatiana, de ocho años, jugar en el jardín —. Tatiana apenas habla, y la
La oscuridad ya había envuelto la casa cuando Victoria se encontró en su cama, incapaz de conciliar el sueño. Un torbellino de dudas la atormentaba. ¿Por qué Erwan no solicitaba el divorcio, o al menos la nulidad? Ella tenía la certeza de que la noche de bodas no había sido como Tatiana la describía. Por mucho que intentara borrarlo de su memoria, las palabras de su hermana resonaban en su mente como un eco incesante, volviéndola loca, alimentando sus celos y a su vez haciéndola sentir culpable.Se debatía entre la culpa por desear el fin de su matrimonio y la punzada de celos al notar la tardanza de Erwan. Le había prometido dormir con ella todas las noches, pero su ausencia provocaba que un montón de ideas le pasaran por la cabeza torturándola.— Tal vez —se dijo— está haciendo un esfuerzo por salvar su matrimonio —No lo culparía, había mucho en juego, lo comprendía, pero no lo aceptaba del todo. — ¡Maldita sea! ¡Necesito salir de aquí y ni siquiera puedo moverme! —exclamó frustrada
El toque de los dedos de Erwan estremecía la piel de Victoria, su boca, el roce de su dureza entre las piernas de ella haciendo que rápidamente su sexo se humedeciera.Las piernas de la joven se enredaron en las caderas de Erwan como si así pudiera capturarlo y hacer que jamás se alejará de su piel, Arqueaba la espalda y se frotaba contra él en busca de calmar esa sensación. El cosquilleo entre sus piernas que la empujaba a necesitar sentirlo, más cerca, más pegado a su piel, más adentro de ella.— Hazlo…— exigió al notar la punta de su miembro, presionando su intimidad, encontrando el lugar exacto por propia naturaleza y es que sus cuerpos simplemente encajaban con facilidad, como si hubieran estado hechos el uno para el otro.Erwan no tardó nada en hacer que sus cuerpos no solo chocaran, sino que embonaran una vez más, en cada nuevo embiste, mientras dejaba que sus labios recorrieran la piel suave y aterciopelada de Victoria hasta llegar al valle de sus senos—Mia, Vicky, jamás me c
Victoria se quedó embobada mirando la puerta cuando Erwan salió aquella mañana de su habitación, odiaba que tuviera que marcharse tan pronto, pero entendía que nadie los podía descubrir juntos, era la primera interesada en que aquello no sucediera. Pero no era la única que había visto a Erwan salir de la habitación, Sergey, quien la noche anterior había vigilado que nadie entrara en ella, esperó a que el nuevo esposo de Tatiana se alejara para acercarse a la habitación y picar a la puerta con los dedos pidiendo entrar, quería saber su versión antes de ir y matar al cabrón ese.— Adelante —dijo ella observando la puerta, pensando que era el propio Erwan quien se había dejado algo en su habitación. Pero al ver que era Sergey quien entraba, se tapó rápidamente—. ¿No es muy pronto para que estés aquí? Apenas ha amanecido.—No, si eso implica perderme el ver cómo el esposo de tu hermana salía de tu habitación. No solo eso, ha estado aquí toda la noche. Dime algo que impida que vaya a deci
Un mes había transcurrido desde que la joven bailarina se embarcara en unas vacaciones lejos de su familia. Esa era la versión oficial, al menos. La realidad era que nadie, ni siquiera el patriarca de los Volkov, tenía noticias de su paradero desde entonces, salvo Sergey, su hombre de confianza. —¡Encuentren a Sergey de inmediato!— rugía el viejo Volkov, exasperado. Hacía dos días que su fiel colaborador había desaparecido, justo cuando le había encomendado la misión de buscar a Víctoria y convencerla de regresar. La salud del patriarca empeoraba cada día y su fin se acercaba inexorablemente. Por ello, había decidido informar a su familia sobre su estado para que sus nietas tuvieran tiempo de asimilarlo y despedirse. Sin embargo, Sergey también había desaparecido. Su sustituto salía del despacho del anciano, visiblemente molesto por el trato que recibía. El viejo Volkov era afable con Sergey, casi como si fuera un miembro de la familia. Sin embargo, con el resto de la plantilla
Las palabras del hombre resonaron como una afrenta en los oídos de Mikhail, quien, sin perder la compostura, rodó por el suelo y apuntó su arma contra el maldito traidor. Tras un par de feroces intercambios de disparos, Mikhail regresó a su escondite, que ya empezaba a ceder bajo la presión del combate. El traidor, que había perdido la risa junto a la inocencia, experimentaba ahora en carne propia por qué su jefe, el boss Volkov, era el rey indiscutible de la mafia rusa.—¡Muere de una vez, maldito viejo! —gritó el hombre, consumido por la frustración, aullando de dolor al recibir un certero disparo en el abdomen propinado por su jefe.—Solo uno de nosotros dos saldrá con vida de aquí, y no serás tú —replicó Mikhail con voz firme y férrea, a pesar de las punzadas de dolor que recorrían su cuerpo por los dos disparos recibidos.El momento de la verdad llegó cuando se encontraron de nuevo en el centro de la mesa. Los papeles que Mikhail revisaba ese día volaban como hojas secas en otoño