Ailan. “No sé cómo me he dejado convencer, heredera”- Me dijo Hanna Banana totalmente nerviosa mirando, sin parpadear, a mi hermano que nos miraba desde lejos, en especial a mi futura cuñada, como si hubiéramos asesinado a toda nuestra familia. Cada día que pasaba, por suerte o por desgracia, en cuanto a sentimientos, se parece más a mi padre, y como esta jugada saliera bien, quedará totalmente entregado, de por vida, a la mujer que lo enloquece, justo como le ocurrieron a mi padre. La diferencia consiste en que el gran Norman Miller demostró ser mucho más inteligente que su primogénito. Por desgracia Roy, heredó la cabezonería de mi madre, siempre hay que ponerle las cosas difíciles, para que se decida a luchar por lo que desea. No hay nada más que les active a mi madre y a Roy, que se les diga que no van a conseguir lo que ellos quieren. - “Para darle una lección a mi hermano, pero visto lo visto, y tras ver a quien ha invitado para mortificarme, se merece todo eso, y más. Hasta
Ailan. Ese maldito se había presentado ante mis padres, el mundo comenzó a moverse a mis pies. - “Buenos días, señor Donaldson, soy Ailan Miller la mejor amiga de Ailan, y espero que su familia pronto, tengo algo que hacer ahora, podría cuidar a Hanna un momento, los recogeré en la terraza en unos minutos.”- le dije sin apartar la vista de ese inicio del fin del mundo que se veía delante de mí. Por segundo crecí que la Tierra se había abierto para tragarme. En cualquier momento mi madre sacaría la agenda para poner a la fecha de la boda, mientras mi padre llamaba a sus hombres para darle una primera lección a su futuro yerno. Mientras me acercaba a ellos mi mente iba flotando en miles de imágenes, la mayoría tenían que ver con el asesinato bajo mi mano de cierto CEO escoces entrometido, y desquiciante. - “¿Ailan Caroline Miller?”- me dijo una voz distrayéndome de mi objetivo. Al girarme me encontré ante un hombre atractivo de ojos verdes y pelo castaño claro que me sonreía. - “
Narrador. - “No entiendo porque siempre te metes en problemas, y que al mismo tiempo puedas convertirte en uno de los mejores actores de Hollywood, ¡es increíble!”- le decía Carlota a Murray Campbell mientras esta lo alejaba de la muy probable paliza que su mejor amigo, Finlay le iba a dar, por bocaza. - “¡Ahhh! ¿Quieres soltarme la oreja? ¡Duele! ¡Por dios!, Caramelo Didi, eres una maldita psicópata.”- le dijo el actor, agarrándola de la cintura. y atrayéndola hacia él, para que al fin lo soltara. - “No me llames, así sabes que lo odio.”- se quejó la representante mirándolo seria. No muy lejos en apenas un metro, estaba Oliver y su novia Rocío, intentado que su amigo no oyera las carcajadas que los dos tenían, al ver a un hombre de uno noventa y dos, siendo arrastrado por una mujer de uno sesenta y ocho, sin contar los tacones de diez centímetros que ella llevaba puesto. - “No puedes avergonzarme así delante de la gente, Caramelo Didi, eres muy agresiva”- le dijo Murray, t
Finlay. - “¿Qué está pasando aquí, Ailan?, y ¿quién es él mal nacido que te quiso golearte? Golpear a mi hija, ¿No tienes aprecio la vida?.”- la voz del padre de mi mujer, fue lo único que me retuvo un momento de no acabar con ese malnacido de Lascalles en ese momento, aunque me estaba costando mucho controlarme. Ni siquiera miré a mi suegro, ni a mi mujer, que estaba detrás de mí, mi atención estaba en ese hijo de puta, que aún estaba en el suelo. Necesitaba golpearlo otra vez, el muy cobarde en su guerra que tenía conmigo, había querido meter a mi mujer, y eso no se lo iba a perdonar, con mi diosa no se metía nadie, y menos intentar golpearla. - “Lo mato, dios, lo mato”- pensé cegado. - “¡Oye, Connor, calmante!, ya ese estúpido ha recibido su merecido, calmante, que tu suegro está aquí. “- la voz de Oliver a mi lado me hizo mirarlo, intentando salir de la furia homicida que me invadía. - “Eso MacLeod, cálmate, que tus suegros te están mirando, quieres impresionarlos, ya es
Ailan. Esa mañana me desperté con la sensación de no haber dormido nada, tras lo que había pasado con Hanna, me sentía como la peor persona, y amiga, del mundo. Para colmo sólo me había dejado un mensaje, donde me decía que necesitaba alejarse un tiempo, que cuando pudiera, se comunicaría conmigo. A partir de ese momento, su móvil había estado desconectado. Tampoco ayudaba que supiera que mi hermano estaba pasando por un auténtico infierno, en el fondo sabía que se lo merecía por déspota, orgulloso y cuadriculado, pero eso no quitaba que no sintiera su dolor, aunque como buen varón Miller, se guardaría todos sus sentimientos, bajo una fachada de indiferencia. Para ayudarlo, fui yo la que protegí a Roy, como hacíamos todos los hermanos Miller entres nosotros, sabía lo que le haría mi madre si se enteraba de lo estúpido que había sido su primogénito, perdiendo a la mujer que amaba, por no saber controlar su forma de ser tan … incisiva. Así que les dije que Hanna había recibido una l
Finlay. Cuando vi salir a mi cuñado del comedor algo me dijo que estaba huyendo, sabía que, como yo haría en su situación, como buen león, relamerse las heridas en solitario, en cierta forma lo entendía, si hubiera sido mi diosa, yo ahora mismo estaría derribando muros enteros, para poder calmarme. Decidí que más tarde lo visitaría en su despacho, para saber si quería ir al gimnasio para lanzar algunos puñetazos. - “Por cierto Finlay, ¿ya le has comunicado a tu novia que en unos días es la boda de Oliver. y que ella va a hacer también una de las damas de honor?”- Dijo mi madre, para mi disgusto. Os juro que a veces pienso que mi madre está en esta vida para ponerme las cosas difíciles, y así saber si su hijo es lo que siempre ha querido de uno de sus descendientes, si no entiendo porque cada vez que abre la boca, yo tengo un problema. - “¿Boda? No creo que se le ha olvidado.”- la voz con tono de venganza de la diosa, mientras me miraba fijamente con clara advertencia de que est
Narrador.Mientras los tres ingleses esperaban disimulando la llegada de los que ellos consideraban salvajes escoceses, recibieron la llamada de uno de los hombres que habían contratados, para decirles que un carrito de coche con tres hombres se aproximaba al Grimm.- “Perfecto ya está aquí.”- pensó Vermont emocionado, por fin se iba a vengar de ese maldito de Alacintye, desde que lo había conocido nunca lo había podido superar en nada, y su orgullo de inglés no le permitía perder una vez más, haría lo que fuera para que ese idiota, terminara mordiendo el polvo.La llegada del carrito de coche con los tres escoceses no se hizo esperar, mientras los tres ingleses los miraban con una sonrisa cínica, pensando en lo que vendría a continuación. Los tres bajaron del carrito mirando directamente a sus contrincantes.- “Desde luego, mierda Alacintye, eres muy predecible.”- dijo Vermont agarrando fuertemente el palo de golf que tenía en las manos, que era precisamente el hierro tres.- “¿Para
Ailan. Me prometí que hoy que era Navidad después de despertarlos a las ocho de la mañana. No molestaría más a Bruno, mi jefe y a mi adorable asistente Christine, si ella tenía que comunicarse conmigo, con cualquier dato que tuviera de Hanna, me llamaría. Pero mirando los plazos del contrato que Finlay, me había dado cuenta de que, los primeros bosquejos de los planos para la reforma del castillo, que era los que más me atraía de mis dos fabulosos regalos, tenía que estar para dentro de un mes, y eso era muy corto en el tiempo, tendría que viajar a Escocia para medir y revisar muy bien el Castillo Dunvegan, de los MacLeod, así que, sin pensarlo, después de almorzar, llamé de nuevo a Christine. - “Jefa te dije que cuando lo tuviera alguna noticia, te llamaba.”- me dijo mi adorable Christine, a modo de reproche. - “No te llamó por eso, se de tu eficiencia, lo hacía para hablar con Bruno.”- le dije a modo de disculpa. - “¡Dile que yo no quiero hablar con ella!, me ha fastidiado mi d