Ailan. - “Estamos en problemas”- le dije comenzando a asentirme agobiada, de nada servía los besos que ese hombre me daba, la realidad, después de la pasión, seguía ahí. Tampoco me tranquilizó su respuesta. - “Y no sabes cómo”-dijo Finlay mientras yo en sus brazos lo miraba interrogante. - “Mi madre viene en tres días a conocerte.”- oír esa palabra fue como ver cerrar la tapa de un ataúd, mientras tratas de respirar con ansiedad. Eso no era lo que yo no quería, no quería volver a jugar a este juego otra vez, lo único que me había hecho, en estos últimos cuatro años, es perder muchas cosas importantes en mi vida, incluso mi capacidad de ser madre. No deseaba sentir más de lo que podía controlar, ni derribar las barreras que me había costado poner para protegerme, si unimos esto a que anoche había descubierto que ese hombre, en poco tiempo, estaba desquebrajando todo lo que me había construido, casi sin esfuerzo, y por desgracia, con mi colaboración, y que ahora entraba la fami
Ailan. - “¿No lo comprendo? Tengo en el vestidor más de doce vestidos, tres de ellos de fiesta, que aún no he estrenado, ¿Me puedes explicar por qué tengo que comprarme otro vestido más? ¿Además no se supone que es una fiesta familiar?”- se quejó por enésima vez Hanna. Sacarla del ático de Roy había sido una incursión digna de un comando Ranger, o Seal de la Marina Americana. Y no por ella exactamente, seguro que la pobre ya había sufrido el tercer grado, con intimidación, de la Diosa Miller, mientras mi padre ubicaba a mi hermano de que un Miller, siempre cumplía con su deber. Más bien, la causa de esa incursión secreta, para liberar a Hanna de la influencia de la Diosa, era también algo de tipo egoísta, debía enviar como fuera el ser atrapada, por lo menos por unas horas del mandato- sentencia de mi madre, así como de las explicaciones que me pediría mi padre, por haber desaparecido la noche que ellos y mis padrinos, habían llegado de Nueva York. Sobre todo, porque esos dos enan
Finlay. - “¿Dónde está Oliver?”- le pregunté a Sean en cuando entró por la puerta de mi despacho, de esa maldita, y nefasta, mañana. - “Ha ido a buscar, en uno de tus Jets, a Rocío y a su familia a España, al parecer su abuelo está mucho mejor y ya puede viajar. Ese hombre estaba desesperado, le han faltado segundos para llamar a Penélope para pedirle un Jet privado. Decididamente lo hemos perdido para la causa”- dijo Sean. - “¿Y por qué no me llamó a mí? Se lo hubiera facilitado.”- le dije revisando el contrato de publicidad que me había enviado el responsable de una de mis compañías de Cruceros, la compañía Dreams, para la nueva campaña de primavera. - “¿Y cómo? si no has estado localizable en toda la noche, sé que tu mujer te tiene ocupado, pero al menos tendrías cinco segundos para contestar la llamada de un hermano, ¡digo yo!”- me dijo muy serio Sean, yo no podía contarle, en aras de mi hombría, y de burlas que podía durar años, que no podía contestarle que, en ese momento,
Finlay. - “Alacintye, deberías revisarte la cabeza, o al menos dejar de tomar la medicación que tomas, ¿Ailan Caroline Miller interesante? Es más, como un dolor de muelas, bueno a lo que vamos. ¿Qué ha pasado entre los dos, para que esa loca, se haya llevado a mi novia de compras, sin decirme nada, y como si no hubiera un mañana?”- me dijo mientras yo no podría evitar sonreír antes sus preguntas. - “Así que mi diosa seguía enfada, interesante, si ella no sintiera algo por mí, hace tiempo que lo hubiera superado, pasando a otra cosa.”- la alegría de mi interior fue infinita. - “No es necesario que lo sepas, dudo que tú quieras contarme que ha pasado para que mi adorable y atractiva cuñada, haya preferido irse con la rebelde que quiero hacer mi mujer, en vez de pasar esta dulce mañana vísperas de Navidad, con su querido novio.”- le dije comportándome como él lo haría cuando no deseaba responder una pregunta. Sean parecía una maldita anguila intentando cercarme, serpenteando a mi
Ailan. Me costó convencer a Hanna para que me siguiera hasta mi ático, se mostraba dudosa por la posible reacción de Arturo, tenía que hacerle a mi futura cuñada, que mi hermano funcionaba mejor cuando se le llevaba la contraria, estaba acostumbrado a ser el gran jefe, el todo poderoso, así que mostrarte como un gran reto ante él, era lo que necesita ese estúpido para que se bajara de su cúpula de poder, y entendiera que él también era un simple humano, con sus sentimientos y con sus errores. Adoro a mi hermano y por eso que sea feliz, es una de mis misiones en la vida. Claro está que con su actitud de siempre controlarlo todo, para no sentir, nunca lo lograría, y menos cuando, a un ciego como él, el destino le había entregado a una mujer tan maravillosa como Hanna. - “Te presento a Amelia Paola Miller y a Connelly Blake, una es mi hermana, y al otra es como si fuera mi prima pequeña. Chicas, os presento a la super mujer que ha conseguido descubrir que mi hermano no tiene una pied
Ailan. - “Es gracioso, a ti te obligan a vestirte como una mujer, y mi padre quiere ponerme un hábito de monja, ¿Qué crees prima Ailan?, no me deja ser modelo, menos mal que tengo a mi madre y a mi abuelo de mi parte.”- dijo aun riendo la atractiva pelirroja. - “Mi tía Kimberly fue una top model reconocida, hasta que se casó con mi tío Jason, y como mis padres y mis hermanos, y mi primo Angus, el hermano de Connelly, pretenden poner a las mujeres de su familia en cúpula de cristal para que ningún hombre se acerque, por desgracia para ellos, todas nosotras, siempre rompemos el cristal de la cúpula, incluido mi madre y mi tía.”- le expliqué a Hanna que me sonrió. Mientras el personal de Gred trabajaba con nosotras llamé a mi adorado Gred, para saber porque no había llegado aún. - “Lo siento preciosa nos vemos en la fiesta, ha surgido un problema con una de mis clientas reservadas, y he tenido que ir personalmente, pero no te preocupes, ya he dado instrucciones a mi equipo, ellos me
Finlay. - “Encantado de conocerte señorita Cazorla.”- le dije a la morena de ojos verde aceituna que, nos había presentado Oliver Twist como su futura esposa, en tres semanas sería su boda. Nos habíamos reunido todos, Sean con su representante, Carlota Zimmerman, y yo, en la mansión de los Duncan, donde nos esperaba Oliver y su futura esposa, para ir directos a la fiesta. Los padres de Twist estaban como locos, con su nuera, y la familia de esta. Por fin el descarriado de su único hijo, había dejado de perseguir a las damas casaderas, o no, por el mundo, a no meterse en líos de borracheras, y peleas, como en su juventud, para pasarse un año, persiguiendo a una mujer que, no le había dado tregua. Rocío Cazorla, a diferencia de las mujeres con las que solía salir, uno de mis mejores, era una mujer de clase media, que trabajaba para pagarse sus estudios, trabajaba de camarera en el hotel al que mi amigo había ido en Granada, además era estudiante de económicas en la universidad de la
Finlay. Le fui a responder cuando un revuelo se formó en a la puerta haciendo que todos nos giramos para ver qué estaba pasado. Nada me había preparado para ver lo que vi, y supe que el enfado de mi diosa no había disminuido, ni siquiera un poco, esa maldita diosa quería que mi cabeza estallara en cualquier momento. - “¿No me digas que esa es tu mujer? Dios si esta para ponerla en un cuadro y morir contemplándola, no hay hombre está sala que no la desee ahora mismo.”- me dijo el ya difunto Sean casi en mi oído, por un segundo consideré golpearlo, pero Carlota se me adelantó, cogiéndolo por la oreja, mientras él se quejaba y gemía de dolor, para finalmente llevárselo lejos de mis peligrosas manos, antes de que acabara con él. Oliver y su novia, Rocío, siguieron a la pareja muertos de risa, no querían perderse como Carlota le daba su merecido al idiota de Sean. Yo, mientras, permanecía allí como hipnotizado, mientras los celos, y la ira, me inundaban. -” ¿Esa es tu hermana Angu