Capítulo 538
Isabella llevó a Estrella a la dirección que K le había indicado.

Era un antiguo barrio de mansiones, con alta ocupación. Si Antonio enviaba a alguien a investigar, sería fácil que las descubrieran.

Al bajar del auto, Estrella frunció el ceño con desagrado.

—¿Esa persona vive aquí?

No era sorprendente que ella despreciara este lugar, especialmente al haberse criado mimada en la familia Hernández.

Isabella, algo melancólica, reaccionó al oírla y respondió con resignación: —Es por las circunstancias, ¿no lo ves? Todo esto es por ti. Mateo lo está buscando por todas partes, y aquí es más seguro.

—Ajá.

Estrella asintió con indiferencia y entró a su lado.

K había dado instrucciones a sus hombres, quienes, tras verificar su identidad, les permitieron el acceso.

Era una casa antigua en un barrio desierto, con su inevitable olor a humedad.

Estrella se tapó la nariz y, al levantar la vista, vio a un hombre de mediana edad levantarse del sofá, emocionado al verla.

—¡Isabella! ¿Es… es Estrella?

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