Capítulo 397
La lluvia golpeaba sin parar en la ventana del coche, y el mundo exterior parecía un lugar extraño y surrealista a través del cristal.

Solté una risa leve y le pregunté a Marc: —¿Cuándo llegará el especialista?

Marc respondió: —Pasado mañana, creo.

—Está bien.

Asentí y, al colocarme la mano en la manija de la puerta, añadí: —Entonces me voy.

—No hace falta, te llevo.

—No, no es necesario. Mi coche está justo al lado.

—De todas formas, te llevo.

Me sorprendió un poco, pero entendí lo que quería decir cuando lo vi inclinarse para tomar el paraguas del copiloto.

Sosteniéndolo en la mano, abrió la puerta del coche para mí y dijo: —Vamos.

Había charcos a los lados de la carretera y el sonido de nuestros pasos era particularmente claro.

Al llegar al coche, noté que la mitad de su cuerpo estaba empapada cuando abrí la puerta para subirme.

No dije nada más: —Gracias.

Con esas palabras, cerré la puerta con firmeza y arranqué el coche, acelerando.

A través del espejo retrovisor, vi a Marc bajo l
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