Capítulo 368
—Espera un momento.

Interrumpí suavemente con una sonrisa: —¿Mi papá? ¿Quién es mi papá?

Ellos fueron los que se negaron a reconocerme aquel día.

Isabella, con una sonrisa forzada, respondió: —Hija, ¿por qué sigues con rencores? Somos familia, solo que no pudimos aceptar la situación en ese momento.

—Sí, Delia, mejor dejemos las cosas como están —dijo Estrella.

—¿Qué actitud es esa?

Isabella reprendió a Estrella, aunque sin mucha severidad, y añadió: —¿Aún no llamas a tu hermana?

Estrella me miró con desdén, pero luego, recordando algo, sonrió y dijo: —Hermana.

...

Me sentí incómoda. Observaba con calma, intentando descubrir qué estaban tramando.

Isabella empujó a Felipe: —¿Y tú? ¿No vas a saludar a tu hija?

Felipe aclaró su garganta, me miró y señaló la puerta de la habitación: —Viniste a ver a la abuela, ¿verdad? Ve a visitarla.

—Está bien.

Entré en la habitación y vi a la abuela todavía inconsciente en la cama, bastante débil.

No sabía cuándo despertaría.

Mientras tanto, la familia
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