Capítulo 24
No se sabía si Enzo no había captado el significado oculto o simplemente no le daba importancia, sólo sonrió amablemente:

—Es una pequeña cosa. Vayan a lavarse las manos, que ya está lista la comida.

Enzo también era un excelente cocinero. Había preparado un montón de platillos en la mesa, llenando toda la casa de color, aroma y sabor, que incitaban mucho el apetito. Tanto Izan como Olaia no paraban de elogiar la comida. Yo tampoco pude evitar alabar:

—Enzo, ¡tus platillos se ven increíbles!

—Coman ya, a ver si son de su agrado.

Enzo sacó los últimos dos platos de la cocina, poniendo el de camarones picantes frente a mí, con una sonrisa apacible. Me dijo:

—Deberías disfrutarlo.

En realidad, me sorprendí un poco. Aparte de Olaia, todos creían que mi paladar era tan delicado como el de Marc. Pero antes de que pudiera decir algo, Marc dijo con tono gélido:

—Ella no tolera lo picante, aunque sean viejos amigos de universidad, aún no conoces bien sus gustos...

—Señor Romero —intervino Olaia
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