Capítulo 23
De lo contrario, el abuelo no le habría entregado el grupo directamente.

—Y tú, ¿cómo has estado? —le pregunté con cierta timidez, alzando la mirada hacia su barbilla de líneas marcadas.

—Durante estos tres años que hemos estado casados —esbozó una sonrisa melancólica y suspiró —, he estado muy bien.

Esa respuesta me hizo querer llorar aún más.

Qué lástima, ¿no? Si tan solo nada de eso hubiera pasado, podríamos haber envejecido juntos.

***

De vuelta a casa, tanto él como yo nos entendíamos mutuamente sin necesidad de palabras. Nadie dijo nada más durante todo el proyecto. Algunas cosas sería mejor dejarlas como estar. Él no podía cambiar realmente la situación, y yo tampoco podía vivir en paz con estas cosas guardada en mi corazón. Mejor soltarnos pronto, antes de que llegáramos a odiarnos el uno al otro.

Al atardecer, su silueta se bañaba en un resplandor dorado a través del cristal del auto.

—Te acompaño arriba —propuso.

Cuando llegamos al distrito, ni bien hablé, él se adelantó. N
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