Capítulo 32
De camino a cenar, seguía pensando en lo sucedido, pero me encontré lo tonto que era. Cuando Ania decía esas palabras, aún estaba esperando que Marc me defendiera, por ejemplo, «es razonable que gaste mi dinero» o «¿Acaso tiene que pedirle permiso para gastar mi dinero?»

Sin embargo, su respuesta era:

—Este coche se lo regaló el abuelo.

Con esta excusa, hizo que Ania cerrara la boca.

No obstante, este coche era en realidad el regalo del Día de los Enamorados que él me había dado. Cuando Ania estaba causándome problemas, él no reconoció que fue mi coche. Podía aceptarlo, sin embargo, no recordó ni siquiera cómo obtuve ese auto. O, tal vez, lo recordaba, pero no quería que Ania supiera que también me había tratado bien.

Parecía que el hecho de que yo era su esposa le resultaba tan vergonzoso, ¿y ya no podía usar ni siquiera los bienes comunes de la pareja? ¿Por qué tuvo que ocultarlo ante su viejo amor? ¿Y por qué podría apaciguarla con su voz fría?

—No hagas berrinches. Ya tienes trein
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