¡Deja de molestarme, ex-esposo!
¡Deja de molestarme, ex-esposo!
Por: Leen
Capítulo 1
Ese día fue el tercer aniversario de nuestro matrimonio.

Marc pagó una fortuna por comprar el collar que yo había anhelado durante mucho tiempo. Todos decían que él me amaba locamente.

Yo preparé con gran ilusión una cena a la luz de las velas, pero recibí un video. En él, Marc le colocaba el collar a otra mujer, diciendo:

—Felicidades por tu nueva vida.

Resultó que ese día no sólo era nuestro aniversario de bodas, sino también el día en que su examor había tramitado el divorcio.

Jamás imaginé que algo así me fuera a pasar a mí. Aunque el matrimonio con Marc no había sido fruto de un romance, él siempre había aparentado ser un esposo devoto ante el público.

Sentada a la mesa, miraba el filete que se había enfriado y la etiqueta en la tendencia de búsqueda:

“#Marc Romero gastó millones solo para complacer a su esposa”

Todo eso se había vuelto una cruel burla.

Cerca de las dos de la madrugada, el lujoso coche negro finalmente entró en el patio. A través de la ventana, se podía ver al hombre bajando del auto. Vestido de un traje de la alta costura, emanaba un ambiente elegante con su altura.

—¿Aún no te has dormido? —preguntó él, algo sorprendido al verme sentada en el comedor.

Intenté levantarme pero las piernas se me habían adormecido, y me cayó en la silla.

—Te estaba esperando.

—¿Me extrañabas?

Sonrió sin mostrar ninguna anomalía, acercándose a servirse un vaso de agua. Al ver la cena que se había enfriado por completo, mostró cierta extrañeza.

Ya que él quería seguir fingiendo, decidí contener mis emociones y le tendí la mano, esbozando una sonrisa:

—Feliz aniversario, ¿dónde está mi regalo?

—Lo siento, he estado muy ocupado y lo olvidé —respondió, tardando unos segundos en caer en la cuenta de que era nuestro aniversario.

Cuando intentó acariciar mi cabeza, lo eludí instintivamente, sintiéndome incómoda ante la idea de lo que esas manos habían tocado.

Él se quedó perplejo.

Fingí no saber nada y le dije sonriente:

—Pero si ya lo vi, compraste el collar que tanto me gusta, ¡incluso salió en la tendencia de búsqueda! ¡Dámelo ya!

—Delia... —Marc retiró lentamente su mano, impertérrito —. Ese collar, en realidad lo compré para ayudar a Izan.

Me quedé en silencio…

Como dicen por ahí, los amigos serán el mejor escudo. Tuve que hacer un esfuerzo por mantener la sonrisa.

—¿En serio?

—Sí, ya sabes cómo es con sus líos amorosos —dijo él con un tono y una expresión casi impecables.

Mirando su rostro perfecto bajo la luz, sentí que tal vez nunca lo había conocido realmente. Comencé a repasar si esta había sido la primera vez que me engañaba, o si yo siempre le había dado demasiado confianza. Si no hubiera recibido ese video anónimo, habría creído sin dudar su explicación.

Al ver que yo no decía nada, él me habló con paciencia y ternura:

—Lamento haber olvidado una fecha tan importante, mañana sin falta te compensaré con el regalo.

—Solo quiero ese collar —insistí.

Quería darle una oportunidad más. En el video no pude ver el rostro de esa mujer, tal vez no era una relación indebida. Sin embargo, Marc dudó unos instantes y yo lo miré con confusión:

—¿No puedes hacer que Izan sacrifique un poco por ti, su mejor amigo? Él simplemente puede dejar de lado una vez sus líos amorosos.

Después de un breve silencio, finalmente respondió:

—Mañana le preguntaré. No puedo quitarle lo que le guste.

¿Le preguntaría a él, o a ella? Sin embargo, no podía hacer más preguntas. Solo afirmé:

—De acuerdo.

—¿Me has esperado sin comer nada? —preguntó él y empezó a recoger las cosas en la mesa con sus dedos largos y esbeltos, cuando se posaron en la vajilla de porcelana blanca, lucían muy bien.

Asentí con la cabeza:

—Sí, porque es nuestro aniversario.

Me levanté para ayudarlo, pero me detuvo con suavidad.

—Quédate allí. Soy tu esposo. Te prepararé un poco de comer.

—Vale.

Al ver su actitud, mi sospecha se desvanecía levemente. ¿Realmente un hombre que engañó podía ser tan sereno y atento frente a su esposa?

Era extraño. Marc nació en una familia adinerada, pero tenía una excelente habilidad culinaria, cocinaba rápido y delicioso, aunque rara vez lo hacía en casa.

En unos diez minutos, me sirvió un tazón de fideos, con un aspecto apetitoso.

¡Están deliciosos! —elogié después de probarlos — ¿Con quién aprendiste a cocinar? Saben mejor que en los restaurantes.

Su rostro se ensombreció un poco, como si se hundiera en algún recuerdo. Después de medio minuto, me respondió con voz suave:

—Durante esos años de estudios en el extranjero, tuve que aprender a cocinar por mí mismo para llenar mi estómago.

Fue solo una pregunta casual, así que no pensé más en ello.

Después de ducharme, ya eran más de las tres de la madrugada. El cálido cuerpo masculino se pegó a mí por detrás, su barbilla apoyada en el hueco de mi cuello, frotándose suavemente.

—¿Quieres?

Su voz era ronca. Su aliento soplaba sobre mi piel, haciéndome estremecer por un incontrolable placer.

Antes de que pudiera responder, se inclinó sobre mí, deslizando una mano bajo el dobladillo de mi camisón de seda. Él siempre es dominante en la intimidad, sin dejarme ningún lugar a resistir.

Pero esta vez, tuve que negarme:

—Cariño, hoy no...

Mi voz ya era suave y temblorosa como mi cuerpo.

—¿Por qué?

Él me besaba suavemente el cuello, deslizando la mano más abajo, diciendo palabras que me sonrojaban:

—Tu parte adorable es más honesta que tú.

—Es que… tengo dolor en el vientre hoy…

Al oír esto, finalmente se detuvo, besándome con ternura el lóbulo de mi oreja y abrazándome.

—Lo olvidé, tu período debe estar por llegar, así que descansa.

Me tensé de nuevo, mirándolo fijamente:

—Mi período ya pasó hace mucho.

—¿Sí? —mantuvo la calma y se limitó a preguntar —Así que me lo equivoqué. ¿Entonces el dolor es grave? Mañana enviaré a Marta a acompañarte al hospital.

—Fui esta mañana.

—¿Qué dijo el médico?

Bajé la mirada, con un breve titubeo.

El médico dijo que tenía cinco semanas de embarazo, el dolor se debía a un aborto espontáneo inminente, y debía tomar medicamentos para suplementar la progesterona, revisando el latido cardíaco fetal en medio mes.

La noticia del embarazo en el aniversario… Sin duda era el mejor regalo para una pareja. Guardé el informe del chequeo en un frasco de vidrio, escondido en el pastel que yo misma hice, queriendo sorprenderlo durante la cena a la luz de las velas.

Sin embargo, ese pastel sigue en el refrigerador, nadie lo ha probado.

—Dijo que probablemente sea por tomar demasiadas bebidas frías últimamente.

Opté por ocultar la información por ahora. Si ese collar volviera mañana, todos estaríamos felices. Si no, con una tercera en nuestro matrimonio, sería difícil que continuáramos. Decirle sobre el bebé habría perdido su significado original.

Esa noche di vueltas sin poder dormir. Supongo que ninguna mujer podría aceptar tranquilamente el hecho de que "su esposo probablemente le está siendo infiel".

Los asuntos que me preocupaban tendrían un desarrollo tan pronto. A la mañana siguiente, mientras Marc aún se estaba aseando, llamaron a la puerta. Acababa de cambiarme de ropa y al abrir la puerta de la habitación, vi a Marta señalando hacia abajo.

—Señora, la señorita Ania Romero ha venido. Dijo que quería devolverte algo.

Ania es la hija de la madrastra de Marc, media hermana sin vínculo sanguíneo, pero también era la señorita de la familia Romero. Marta, asignada por la familia Fuentes para cuidar de nosotros, así que se acostumbraba a llamarla con respeto.

Me extrañó un poco, normalmente, aparte de las cenas familiares en la antigua mansión de la familia, no tenía mucho trato con Ania, mucho menos para prestarle algo.

—¿Ha venido a devolverme algo?

—Sí, lo trae en una caja de joyería muy bonita, probablemente sea alguna joya —respondió Marta.

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