Cada uno de sus movimientos era como una bofetada en mi cara. Hasta los rincones más escondidos de mis huesos dolían. Había imaginado esta situación tantas, tantas veces. Mientras miraba a mi alrededor, era como si estuviera en mi propia casa, pero sentía un frío recorriéndome por completo.—Delia, ¿has despertado? —dijo Ania al voltearse y verme, sonriéndome: —Ven a probar la comida de Marc, te aseguro que está deliciosa.Diciendo esto, llevó los platos a la mesa, actuando como la dueña de esta casa. Tomé una profunda respiración y pasé a su lado, directo a preguntarle a Marc:—¿Por qué ella aquí en la casa?Marc sirvió el último platillo, se quitó el delantal y me respondió con frialdad:—Se irá en cuanto termine de comer.—¿Acaso no tienes corazón? ¿De verdad me vas a echar? —Ania lo miró con enfado.—¡Ania, ya basta! No sigas buscando pleitos —Marc parecía haber agotado su paciencia.—Qué tacaño eres —murmuró Ania, jalándome para que nos sentáramos a comer. Como si la persona que
El aniversario de la muerte de mis padres sería el sábado. Después de terminar el chequeo, podríamos visitarlos en la tumba. No tomaría mucho tiempo.Sin embargo, tenía un mal presentimiento que no me permitió estar completamente segura de todo eso, ni poder decirle a Marc directamente que ya estaba embarazada, ni atreverme a responderle a Olaia con firmeza que iría a la tumba junto con Marc. Temía que los planes no se ajustaran a los cambios.La relación entre Marc y Ania era como una bomba de tiempo en mi corazón. Olaia notó que estaba desanimada y le echó un vistazo a la oficina de Ania.—¿Marc ha resuelto el problema de aquella perr*?—Más o menos.Seguimos charlando un rato más hasta que se tranquilizó y regresó a su oficina.***No sabía si Ania cambió o de repente entró en razón. Durante varios días todo estuvo tranquilo entre nosotros. Originalmente temía que ella me obstaculizara en el diseño de la edición limitada de Año Nuevo, pero el proceso de prototipado avanzó sin proble
Todas las expectativas se desvanecieron en un instante, dejándome helada de pies a cabeza. Había perdido todo, así era como me sentía en ese momento. Sostenía el móvil en la mano, incapaz de pronunciar una sola palabra. Quisiera preguntar algo, pero sentía que todo ya carecería de sentido. ¿Adónde se había ido? La respuesta ya era obvia.Le había dicho que no habría una próxima vez. Entonces, ¿esa fue su decisión final? Los adultos siempre saben cómo equilibrar pros y contras. Y yo, fui aquella a quien él decidió abandonar después de mucho sopesar.Inconscientemente, llevé mi mano a mi vientre, y comencé a cuestionarme si realmente debía dar la luz a este bebé. Si lo hacía, por más que lo intentara, jamás podré separarme por completo de Marc porque la custodia del niño sería un gran dilema.En el otro lado de la línea, él me llamó:—¿Delia?No tenía ni una pizca de gana en responderle en ese momento. Después del desayuno, conduje sola hacia el hospital. No quería molestar a Marta porq
Ya era la tercera vez.Tres veces había intentado decírselo a Marc, y otras tantas había sido rechazada. Tal vez simplemente no estaba destinado a ser. En realidad, me alegraba de no haberle dicho nada. De esta manera, cuando nos separáramos, todo sería mucho más limpia y rápida.La ciudad de Perla era tan grande… Después del divorcio, tal vez incluso encontrarnos sería toda una hazaña. Quizás él nunca llegara a saber que entre nosotros hubo un bebé.Cuando le conté mi plan a Olaia, ella estuvo de acuerdo:—Al niño no le gustaría tener un padre que lo abandonara. Mejor es no decirle nada.Cuando salí del hospital después de que me dieran el suero, apenas eran las dos de la tarde. Olaia me acompañaba del brazo mientras caminábamos hacia el estacionamiento.—Llevaron tu auto al taller, lo chocaste bastante feo. Tardará como una semana en estar listo. Cuando lo recojas, te acompañaré. Mientras tanto, llámame a cualquier hora y yo, estaré a tu servicio en cualquier momento.No sabía si deb
—¿Qué? —no lo entendí.Marc parecía despreocupado y mencionó el nombre:—Enzo Jiménez. ¿No fue él quien te llevó a casa aquella noche? Acababa de regresar al país y ya estabas ansioso por verlo.Su tono sonaba entre burlón y autodestructivo. Fruncí el ceño y lo miré a los ojos, sin poder creer lo que decía:—¿Estás diciendo que me gusta Enzo?—¿No es así?Torció los labios en una sonrisa fría y distante.Para mí, fue una burla completa. Una ira como nunca antes me invadió, y le di una bofetada con fuerza.—¡Eres un imbécil, Marc!Aunque traté de contenerme, tenía el rostro mojado por las lágrimas. Lloraba, pero de repente no pude evitar reírme.Qué ridículo.Haberlo amado con todo mi ser durante tantos años, ¿solo para que al final me dijera que me estaba divorciando por otro hombre?Qué deprimente.No sabía cuándo, pero Olaia había llegado y venía acompañada de Izan. Ella me tomó del brazo y empezó a caminar hacia la salida, mirando con disgusto a Izan mientras le decía:—¿Qué espera
Todavía no nos habíamos divorciado realmente, y ella ya estaba tan ansiosa. El valor de las acciones era demasiado alto y demasiado difícil para manejar, en realidad, ya no tenía pensado quedarme con ellas. Pero, no quería dejar que Ania las obtuviera demasiado fácil.Fruncí el ceño y la interrogó:—¿Con qué autoridad me estás preguntando?Ania soltó una risa ligera, con una actitud altiva:—No estarás intentando apropiarte de las acciones, ¿verdad? Esas son un regalo de Marc a su esposa, ¡y si ustedes se han divorciado, ya no te pertenecen!—¿Todavía no has ido al médico? —pregunté con aparente confusión y continué: —Es mejor tratar las enfermedades a tiempo, de lo contrario, cuando ya ni siquiera los medicamentos funcionen, tendrán que llevarte a la clínica psiquiátrica.Entrecerró los ojos:—¿Me estás llamando loca?Sin ganas de discutir más, le pregunté con voz calmada:—¿Ya recibiste mi solicitud de renuncia? Por favor apruébala lo antes posible.—La entregué al departamento recur
Al oír eso, me di cuenta de que además de mi abuelo, había otra mirada clavada en mí. Este asunto me dificultaba abrir la boca. No quería engañar al abuelo, pero si le decía la verdad, seguramente no nos dejaría divorciarnos. Dudé un rato antes de hablar, pero el abuelo pareció entender mi respuesta.—Ya te entiendo. ¿Puedes hacerme un más favor? Marc creció sin el cuidado de su madre y por eso tiene ese carácter extraño. No tangas rencor hacia él.Al final, volvió a tirar de la oreja de Marc y continuó sus palabras:—Si te molesto tanto que esté vivo, ¡entonces mátame de una vez! Cuando yo me muera, ya nadie se opondrá a que te divorcies—¿Ahora también me amenaza con morirse? —Marc esbozó una sonrisa irónica.—¿Cómo te atreves a hablarme así?El abuelo se enfureció y estuvo a punto de golpearlo, pero esta vez Marc se apartó a tiempo.—Entiendo su intención, no me importa, pregúnteselo a ella.De nuevo con esa actitud de no importarle nada. Después de mirar su reloj de pulsera, nos di
Ya pasaba de la una de la madrugada. ¿No se suponía que él se fuera con Marc después del trabajo? ¿Por qué se había ido a beber con Izan y sus amigos? ¿Y Ania ni siquiera estaba ahí?Cuando le llamé de nuevo, su teléfono ya estaba apagado, seguramente se le había acabado la batería.Sin otro remedio, tuve que cambiarme y salir a buscarlo. Fui en taxi al club privado donde solían reunirse. Cuando llegué, casi todos ya se habían ido. En el reservado sólo quedaban Izan y Enzo, así como Marc, recostado en el sofá, profundamente dormido con su traje elegante y sus largas piernas cruzadas.Al verme, Izan mostró una expresión resignada. —Delia, no sé qué le pasó a Marc hoy. Ha estado obligando a Enzo a beber con él, y no había manera de detenerlo.Empecé a sospechar la razón. Él todavía creyó testarudamente que había algo anormal entre Enzo y yo, ¿verdad?Los hombres son así, pueden hacer lo que quieran, pero no toleran ni la más mínima posibilidad de que sus esposas les sean infieles. Ni s