Capítulo 17
Unos diez minutos después, el coche entró despacio al patio de la mansión.

—Ya llegamos, Marc —dije al mismo tiempo que abría la puerta del coche.

Para mi sorpresa, el hombre ebrio e inconsciente, se inclinó junto conmigo al abrir la puerta.

Fruncí el ceño, tuve que sostenerlo a la fuerza.

—¿Puedes caminar por ti mismo? —le pregunté.

No hubo respuesta…

Tuve que llamar por teléfono para despertar a Marta, que dormía plácidamente, y entre nosotras llevar a Marc a su habitación.

—Señora, ¿en qué más me necesita que le ayude? —me preguntó Marta.

—Nada más, vuelva a dormir.

Me sentí un poco culpable por haber interrumpido su sueño. No quería causarle más molestias.

Después de que Marta se fue, aguantando las náuseas causadas por el olor a alcohol, me incliné para quitarle los zapatos y la corbata a Marc, luego me dispuse a bajar las escaleras. Pero al darme la vuelta, me di cuenta que él había tomado mi mano de repente.

Con los ojos cerrados, murmuró:

—Cariño...

En realidad, no creía qu
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