Capítulo 138
Ni siquiera me imaginaba que Juan fuera capaz de ser tan sinvergüenza… Fruncí el ceño y le pregunté:

—¿Él sabe la contraseña?

—Yo... Es que tengo miedo de olvidar la contraseña... —me respondió con semblante culpable y arrepentimiento evidente—: La contraseña es la misma que la de la tarjeta de banco de la familia…

Tanto yo como Olaia nos quedamos sin saber qué decir.

Juan era todo un experto en estafar y robar dinero. Una vez que tuviera la tarjeta, seguro que lo primero que haría sería transferir el dinero a su propia cuenta. Y ya era demasiado tarde para ir al banco a reportar el robo.

Sin embargo, más allá de eso, lo que más me preocupaba era otra cosa:

—¿Él ha vuelto a apostar?

Tía Violeta se limpió las lágrimas y dijo entre dientes:

—Pues… La verdad es que él no ha podido dejar de apostar en todos estos años, por eso yo no me atrevía a decirle cuánto dinero me dabas cada mes. ¡Y ahora resulta que ese maldito canalla se atrevió a robar hasta el dinero que necesitaba para los ga
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