Capítulo 122
El hombre vestía un elegante traje oscuro de alta costura, con una expresión fría y distante. Emanaba una presencia imponente, como si tuviera un aura de superioridad innata.

Yo me quedé un poco sorprendida por su aparición.

Al mismo tiempo, Juan abandonó su actitud desafiante de inmediato. Ya no quedaba rastro de su arrogancia anterior. Se acercó a Marc, frotándose las manos nerviosamente y se inclinó en una postura humilde. Lo saludó:

—¿Señor Romero? ¿Qué lo trae por aquí? Justamente estaba reprendiendo a esta odiosa mocosa…

Sentí cómo mi orgullo ser pisoteado por ese maldito. Aunque ya iba a divorciarme de Marc, no quería que viera este lado tan denigrante de mí. O mejor dicho, estos parientes tan deplorables.

—Sal de aquí, esto no te incumbe —le dije empujándolo para sacarlo de la habitación.

No quería que Juan se entrometiera en los asuntos entre yo y Marc, y tampoco quería que Marc se metiera en este lío de los Montenegro.

—¿Acaso le tienes miedo? —Juan bloqueó la puerta con un
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