Capítulo 119
Sabía que él no estaba bromeando.

Como no quería que su aparición causara molestia a Olaia, accedí:

—Ya lo sé.

Antes de bajar, Olaia actuó igualmente como Enzo: me envolvió en un abrigo de plumas bien largo y me pusieron el gorro.

—Si te molesto, aguanta —dijo ella dándome un zape—. Dicen que ahorita con el frío, te puede doler la cabeza en el futuro.

—Sí, sí, eres la mera onda.

Sabía que ella lo hacía por mi bien, así que le contesté a gusto y me puse unas chanclas cualesquiera para bajar.

Al verme salir del edificio, Marc me miró con ojos profundos y me preguntó:

—¿Por qué traes tanto abrigo, estás malito?

—¿Eso en serio te interesa?

Me di cuenta de que ya no podía hablarle más ni de forma normal. Si de verdad se preocupara por mí, aunque no supiera lo de mi embarazo, ayer al menos debería haber preguntado cómo estaba después del accidente. Después de todo, me atropellaron.

Marc frunció el ceño:

—¿Por qué tienes que contestar tan a la defensiva?

No quería meterme en más broncas, por
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