Con torpeza se intentó detener de la encimera y se volvió a resbalar, estaba nerviosa, mucho más de lo que se pudo imaginar. Vaya que se estaba viendo torpe, más de lo que era, entonces aquel fuerte apretón en su cintura, la hizo ponerse nerviosa, aunque intentaba calmarse, con cada respiración, su aroma permeaba más y más. Se enderezó, sintiendo que su rostro estaba rojo como un tomate, al saber que estaba detrás de ella, y que lo vería a los ojos. —Me ha metido un gran susto. —Se llevó las manos al pecho, su respiración se agitó al apreciar el escultural monumento que tenía frente a él. Era inevitable no mirarlo, hasta que… «Es gay», recordó. Presionó sus labios con fuerza y retrocedió, buscando recobrar la calma. —Lo lamento, no era mi intención. —Carlos Alejandro se aclaró la garganta—, huele muy bien, eso me hizo venir —explicó buscando qué era lo que olía tan bien. Briana le sonrió, aunque no era muy buena en la cocina, preparaba unas mantecadas con chispas de chocolate, rece
Silencio. —Les acabo de hacer una pregunta, ¡quiero respuestas! —Estiró su mano ayudando a ponerse de pie a la niñera. — ¿Se encuentra bien? —indagó presintiendo lo que seguía, que le soltara una letanía sobre la educación de sus hijos, tomara sus cosas y saliera huyendo de ahí—. No me dejan más remedio que considerar enviarlos a un internado —expresó viéndolos con dureza, estaba molesto y no era para menos, ya no tenía más opciones de encontrar quien los cuidara. En qué aprietos lo metían. —Necesito ir al tocador —Briana manifestó sin poder dejar de toser. Danilo abrazó a su hermana, habían sido sorprendidos con las manos en la masa, estaban perdidos, nunca habían visto tan molesto a su padre. — ¡No! —Daniela exclamó asustada—, no nos lleves internados. —Su mirada se cristalizó. ¡Por favor! —suplicó. —Yo no puedo estar al pendiente de ustedes, no comprenden eso, necesitan de alguien que esté a su lado, y si la señorita Briana se va de la casa, no creo que nadie más se atreva a ve
No pudo evitar hacer ruido al colocar el canasto con las galletas, presionó los dientes con fuerza, pues desde el reflejo de la ventana se dio cuenta que uno de ellos se movió.Carlos Alejandro abrió los ojos de golpe, al sentir que su mano estaba sobre la de su amigo, arrugó el ceño, de inmediato la retiró y se puso de pie, pasó los dedos por sus ojos, no podía creer que se había quedado dormido, no otra vez. Tomó su móvil y con la cámara frontal, se aseguró de no tener los labios pintados.— ¿Todo bien? —Briana preguntó con extrañeza.—Sí, todo en orden —respondió él con tranquilidad.—Les dejé unas galletas, enseguida traigo algo para beber.—Dile a Eleonor que nos lleve café a mi oficina, uno muy cargado —solicitó—, tenemos trabajo pendiente, debemos darnos prisa, porque Cris viaja a España mañana por la tarde.—Enseguida señor. —Sonrió y observó que Cristian también se ponía de pie, después de frotar sus ojos, fijó su mirada en ella.—Cristian de la Vega, un placer —pronunció a
No pudo dejarla en el sillón, menos sabiendo que el personal a tempranas horas estaría ahí, para realizar sus labores, por lo que se inclinó para tomarla entre sus brazos, arrugó el ceño al percibir la forma en la que se aferraba a su cuello y acomodaba su rostro en su firme pectoral. Mientras ascendía por las gradas; se detuvo un instante, inclinó su rostro y apreció sus delicadas facciones, gracias a la tenue luz que se filtraba por el tragaluz. Se veía tan dulce.¡Dios!¿Que cosas estaba pensando?, se reprochó, pues seguía luchando por controlar su firme erección, era una tortura tenerla tan cerca, y no poder sentirla suya. Sacudió su rostro, «¿sentirla suya?», se repitió en su mente, pero ¿En qué momento aquella chica había dado pie a algo más?, ¿qué demonios le estaba pasando? Se dio cuenta que todo había sido ocasionado desde que, Cristian había estado en casa y de eso ya había pasado más de mes y medio.Justo ahí despertó cierto interés que desconocía sobre ella, la sola idea d
Eran tres meses los que Briana llevaba trabajando como la niñera oficial de los mellizos Arango, aunque no todo era miel sobre hojuelas, había logrado frenar las bromas de los pequeños. Se podría decir que vivían en armonía.Estaba en el jardín, cuando ellos salieron después de quitarse el uniforme, la mirada de Daniela se iluminó al observar un hermoso mantel tendido sobre el césped.— ¡Un picnic! —exclamó con emoción.—Les dije que sí cumplían con todos sus deberes, les tendría una sorpresa. —Destapó una de las tapas de la canasta de alimentos.—Se ve delicioso —Dano manifestó con amplia sonrisa.—Pues vengan a sentarse para comer —solicitó señalando los cojines que tenía preparados.—Nunca habíamos hecho un picnic —confesó Dany.—Les tengo otra sorpresa, un pajarito me dijo que tuvieron mejores notas, me siento muy orgullosa de ustedes. —Gracias —respondieron ambos con amplia sonrisa. —¿Qué sorpresa nos tienes? —indagó Dano.—Esta noche acamparemos en el jardín, haremos una fogat
Cristian ladeó los labios y lo miró a los ojos.—Creí que después de las nueve de la noche, ya no te daban permiso de salir —se mofó—, no quiero que nos vayas a arruinar la noche con tus quejas o tus achaques de viejito gruñón.Carlos Alejandro rodó los ojos.— ¿Viejo?, ¿me llamas viejo? —lo enfrentó—, sabes muy bien que no salía porque no había quien se quedara con mis hijos, pero desde que está Briana, recuperé mi vida social.—Claro, solo sales cuando vas a cerrar algún negocio —se burló—, yo estoy invitando a mi amiga Briana a divertirnos, quizás a bailar, ya que a ti no te gusta.Briana se sorprendió, además que ahora era Cristian quien la tomó de la mano.— ¡Basta! —pronunció bajito—, dejen de pelear, desde que llegamos aquí, no lo han dejado de hacer, ¿no pueden llevarse bien? —cuestionó mirándolos a ambos.— ¡No! —respondieron al mismo tiempo.—Me saca de mis casillas —se quejó Cristian.—Pareces toda una señora reclamona —Alejandro ladeó los labios y comenzó a reír. Curiosame
Varios días después, Carlos Alejandro, ingresó a la oficina y tomó asiento en la sala de juntas, en espera a que llegara Rosa Lilia, la nueva gerente de ventas. Una atractiva y talentosa mujer, además de soltera, en busca de un buen partido para sentar cabeza. Haber llegado a esa empresa, en donde sabía que había adinerados empresarios, era lo mejor que le había pasado.Segundos después fue anunciada su llegada, por lo que la escultural mujer, que llevaba una falta ajustada a mitad de sus muslos, una blusa de cuello V, que dejaba ver a discreción su escote.—Buenas tardes, señorita…—Rosa Lilia, un placer. —Se acercó pasando por donde se encontraba el fino escritorio de cedro y roble y luego por un par de libreros, hasta llegar a la sala de reunión.—El placer es mío. —Carlos Alejandro se puso de pie y estrechó su mano a la de ella. No pudo evitar percibir que era una mujer de gran porte y presencia, de acuerdo a la información que recibió, tenía preparación en el extranjero, por es
La gran sonrisa que dibujaba su rostro, se diluyó en breves instantes al ver que Briana se había quedado dormida, presionó los dientes con fuerza, reprimiendo el quejido que estaba por emitir; no lograba comprender qué era lo que sentía. Aquel beso era el primero que había dado después de dos años de no hacerlo, además que no era Daniela, su mujer, sino la niñera, una joven que sin lograr comprender por qué, le robaba algo más que el aliento. Lo llevaba a sus tiempos más primitivos, se comportaba como si fuera un adolescente, que se regía por sus hormonas. ¡Qué horror!, retrocedió un par de pasos y luego dio media vuelta y caminó hacia el espejo del peinador, puso atención a sus rasgos faciales.— ¿Estaré muy viejo? —ladeó su cara sin dejar de mirarse. Al escuchar que Briana se quejaba, sacudió su rostro y dejó de pensar en esas ridiculeces, retiró la compresa de su frente y de nuevo volvió a tocar su piel, aún seguía con fiebre, por lo que de inmediato fue a humedecer la toalla—. No