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CAPÍTULO 5. ¿EN QUÉ ME METÍ?

Briana presionó su labio inferior, nunca se imaginó que no la quisieran, puesto que el pequeño se colocó a lado de su hermana y también se cruzó de brazos, era evidente que las cosas se complicarían, algo que no se imaginó, ahora la pregunta que la atormentaba era, ¿qué haría el señor Arango?, ¿le pediría que se marchara?, ¿sería de los padres que hacían lo que sus hijos querían?

Carlos Alejandro arrugó el ceño y miró a los mellizos.

—El nombre de su institutriz es Briana, no es negociable. Ambos sabían que estábamos en el proceso de contratación, por lo que no les estoy pidiendo su opinión, ¿quedó claro? —cuestiono con cierta suavidad, pero con una mezcla de firmeza, que sorprendió a la chica—. Les voy a pedir su colaboración, trabajando como un equipo, saben que llegaremos a buenos resultados, lo hago por su bien. —Se colocó en cuclillas y los abrazó.

Mientras la chica observaba aquella escena que estaba a punto de conmoverla, los niños le sacaron la lengua y le hicieron gestos.

 «¿En qué me metí», se preguntó dudando de que era lo que buscaba, pero no tenía otra opción, al menos  por el momento.

—Saluden a la señorita Briana —indicó Carlos Alejandro y se puso de pie.

—Bienvenida —expresaron en tono seco ambos.

—Gracias —respondió ella sin dejar de sonreír.

—Voy a mostrarle la casa a Briana, y luego continuo con mis labores. Como ustedes están castigados, permanecerán aquí como se los indiqué. 

—Pero…

—Pero nada. —Alejandro los miró a ambos, sabía que habían imaginado que les levantaría el castigo, y no era así, iban a cumplir la semana completa, tal y como lo estipuló.

—Eres malo —Daniela juntó sus labios una vez más, haciendo que sus mejillas se inflaran como un globo. Era la primera vez que los castigaba tanto tiempo y les había quitado todo.

— ¿Quieres otra semana castigada? —Carlos Alejandro la miró con seriedad.

—No, no, no —contestó y se fue a la cama para peinar una de sus muñecas.

Dano volvió a sus dibujos y no dijo más, para no entorpecer el castigo, sabía que volverían a estarlo cuando aquella mujer renunciara al trabajo, solo era cuestión de algunos días, elevó su rostro mirándolo, era necesario pensar en algo para evitar que la niñera se acercara más de la cuenta a su padre.

—Un gusto conocerlos. —Briana quedó entre ambos, en ese momento el móvil de Carlos Alejandro timbró, por lo que salió de la habitación para atender una llamada. —Vuelvo enseguida. Compórtense —ordenó mirándolos a los ojos y salió.

Danilo se acercó a Daniela y la abrazó, una nueva idea había pasado por su mente, era el momento perfecto para dejar las cosas claras. 

—Mucho gusto —respondió y dio un codazo a su hermanita, para que la saludara también.

Daniela volteó a verlo sorprendida, sin comprender porque la trataba con tanta amabilidad, ¿acaso se había vuelto loco?, la duda hizo que de pronto le doliera el estómago.

—Saluda a nuestra nueva niñera. —Leo guiñó un ojo al verla, entonces Dany comprendió que algo tramaba.

—Hola, Briana, es un placer que estés con nosotros —pronunció sin ningún énfasis.

Briana inhaló profundo sintiendo calma al escucharlos, aunque no los percibía del todo sinceros, tenía que ganárselo  poco a poco.

—Ahora que vivirás en esta casa, tenemos que advertirte algo —mencionó el niño—, es importante que lo sepas, ya que  nuestras niñeras anteriores no lo sabían y se fueron de aquí con el corazón roto.

— ¿Y eso por qué? —cuestionó Briana con curiosidad.

—Porque se han enamorado de nuestro padre —habló bajito—, no se han podido resistir a sus encantos. ¿Verdad Daniela?

—Es cierto ¿Acaso no te parece un hombre guapísimo? —intervino Dany suspirando profundamente. No mentía en lo que decía, su papá era muy muy guapo, de gruesa y varonil voz, de angulosos rasgos faciales, profunda mirada clara y cuerpo tonificado, era obvio que se ejercitaba.

El carraspeo de su hermano, hizo que guardara silencio y dejara que siguiera hablando, pues aún no comprendía que se traía entre manos.

Briana tomó asiento en la cama, sin responder aquella pregunta, pues a pesar de que era cierto que ese hombre era el más guapo que había visto en toda su vida, aquel detalle de  los labios pintados, le generó cierta desconfianza, además que no estaba ahí para enamorarse de nadie, tenía que concentrarse en terminar sus estudios y encontrar un trabajo enfocado en su carrera.

— ¿Por qué se han ido con el corazón roto? —preguntó con curiosidad.

—Pues porque se han enamorado de nuestro papá. —Se cruzó de brazos Dano—. No hay una sola que no lo haya hecho —aseguró—, y no solo ahí, también en el trabajo, pero por desgracia no les puede corresponder, porque a él… —Se subió a la cama e hizo que se acercara su hermana también para seguir hablando—. No le gustan las mujeres —confesó.

Daniela separó los labios en una gran O, esa era la excusa perfecta que necesitaban para mantenerla alejada de su papá, mientras buscaban cómo deshacerse de ella.

—Su corazón está ocupado, está enamorado de…, su mejor amigo, ya lo conocerás a veces viene a la casa, se la pasan horas en el estudio platicando.

—Así es —aseguró el niño abrazando a su hermana.

—Les agradezco toda la información que me han dado, no vine para enamorarme de mi jefe, estoy aquí porque necesito el trabajo. —Suspiró profundo—, no tengo en donde vivir, esta es una buena oportunidad para mí y no deseo desaprovecharla.

— ¿No tienes casa? —Daniela preguntó impactada, recordando a la gente que le había tocado ver en la calle sin una casa, entonces la imagen de Briana mal vestida, deambulando por las calles sosteniendo un costal en su espalda, la hizo estremecerse.

—No —respondió, observó que Carlos Alejandro entraba, se puso de pie de inmediato.

— ¿Todo en orden? —indagó al ver que se comportaban de forma extraña sus hijos, pues aunque habían marcado el territorio, no significaba que las cosas serían sencillas para la nueva niñera.

—Todo bien —respondieron al mismo tiempo.

— ¿Todo bien? —miró a Briana.

—Sí, señor. —Sabía que tenía que concentrarse en conservar su trabajo, pues estaba segura que ese par, no se la pondrían fácil, había visto como salió aquella mujer mojada y llena de tierra, pero ella era una chica lista, así que también daría batalla. ¡Que se preparen!

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