Angélica era una corredora, Leo lo supo en el mismo momento en que la vio sentarse en la cama en plena madrugada, con los ojos cerrados y muerta de sueño, como si marcharse fuera un impulso inconsciente.—¿A dónde vas, ángel? —le preguntó con suavidad y ella se restregó los ojos como si fuera una niña.—Emmm… No lo sé...—¿Quieres irte?Angélica lo miró a la luz de la tenue lámpara de la habitación y se dio cuenta de que no quería irse, así que negó despacio y lo vio sonreír.—Entonces ven, vuelve a dormirte —susurró Leo, acomodándola a su costado y abrazándola con una mezcla de posesividad y alivio; él tampoco quería que se fuera.No le había mentido, no le bastaba una noche de follársela y seguir adelante, sentía cosas por ella que iban mucho más allá del sexo, y aunque todavía no sabía exactamente qué eran, sí estaba completamente seguro de que haría lo que fuera para descubrirlo.Volvió a dormirse con una sonrisa de felicidad que hacía mucho tiempo no sentía y despertó con otra aú
Cuando Leo se subió al auto, Angélica solo estaba sentada allí, con las lágrimas cayendo silenciosamente por sus mejillas. Sabía que tenía el corazón roto, y que nada de lo que dijera podría consolarla, así que solo tomó su mano y se la llevó a los labios para dejarle un beso suave, antes de encender el coche y salir de allí. La llevó de vuelta al hotel, la ahogó en vino y la puso a dormir tan pronto como pudo, y luego marcó aquel número.Gianni no demoró en contestarle, y Leo dejó su auto en el hotel para tomar un taxi hasta el sitio donde se vería con el muchacho.—¿Viniste de mensajero? —preguntó Gianni con molestia y Leo no se molestó en ser delicado.Lo levantó por el cuello del suéter y el chico abrió mucho los ojos, asustado.—La única razón por la que no te rompo la cara es porque respeto a tu madre —gruñó con molestia—. Cuando intenté tener una buena relación contigo también era porque respetaba a tu madre, y porque estaba seguro de que había criado a un buen hijo, pero ahora
Angélica despegó los labios varias veces, pero no se sentía capaz de decir nada. Se encontraba en medio de un torbellino emocional y las palabras de Leo la habían dejado sin aliento. La habitación estaba cargada de tensión mientras ambos esperaban ansiosamente su respuesta. —Leo, yo... no quiero ser un obstáculo en tu vida —dijo ella con sinceridad, aunque su voz temblaba ligeramente. —¿Por qué no dejas que sea yo el que juzgue eso? —replicó él—. ¿Te parezco un hombre que no es capaz de decidir su futuro con claridad? ¡O sea, sé que soy medio berrinchudo, pero te parezco idiota? ¿Crees que soy el tipo de hombre tóxico que elegiría a una mujer que arruinara mi futuro? —Bueno… —¡Belina no cuenta! —se apresuró él levantando un dedo y los dos rieron—. Ángel, sé que este no es el mejor momento de tu vida, pero quiero que las cosas queden claras. Estoy enamorado de ti. Me conquistaste desde el mismo momento en que me dijiste “Perro malo”. —¡CEO malo! —¡Y encima te encanta corregirme! ¿
Gianni miró a su padre con una mezcla de incomodidad y sorpresa. ¿Pedirle dinero a su abuelo? ¿Pedirle que le diera ese fideicomiso?—¿Y por qué debería pedírselo? —insistió con terquedad—. Digo… ¿no se supone que eso me lo den cuando se cumpla el tiempo o algo así?—¡Pues sí, pero para ese momento ya tendrás dieciocho años y…! —Alessio parecía exasperado por tener que estar dándole explicaciones a su hijo.—¿Y eso qué tiene de malo? Estoy por cumplirlos…—¡Pues sí, pero… pero eso no importa, porque no te puedes esperar a los dieciocho años para pagar la escuela! ¡Tienes que ir ya, ¿no es así?!La puerta del despacho estaba abierta y Gianni no vio cómo su madrastra Dalila se asomaba en cuanto la discusión comenzó a acalorarse.—¡Pues sí, tengo que ir, pero no quiero estar pidiéndole dinero al abuelo, va a pensar que soy un interesado! —replicó Gianni—. ¿No puedes cubrirlo tú hasta que ese fideicomiso llegue?—¿¡Estás loco!? ¿Tienes idea de cuánto cuesta esa escuela? ¡Es una fortuna! —
La vida es extraña, a veces decide golpear a las personas cuando ya no hay modo de recuperarse, y por suerte a Gianni lo había golpeado cuando aún estaba a tiempo, aunque él mismo no lo supiera.No tenía auto, ni dinero, ni un lugar a dónde ir. Poco después se encontró caminando por aquella carretera, solo, cansado y con la cabeza dándole vueltas a todo lo que había sucedido en los últimos tres meses. No podía volver a la casa de su padre, no sabiendo lo que le había hecho a su madre, y no quería ir a casa de su abuelo a quejarse porque finalmente todo aquello era solo culpa suya.La única persona que de verdad lo quería y había visto por él toda la vida era su madre, pero a ella también tenía demasiada vergüenza de llamarla. ¿Cómo iba a pedirle ayuda después de todo lo que le había dicho, después de todo lo que había hecho?Por un momento se quedó mirando su viejo teléfono, llevaba en el bolsillo el nuevo iPhone que su padre le había regalado, pero ahí no tenía los números que de ver
Tenía que ser honesto, Leo jamás había experimentado aquella sensación, pero la mano temblorosa de Gianni cerrándose sobre la espalda de su chaqueta fue más que suficiente para despertar al ogro dormido que tan bien controlado tenía.—¿A dónde crees que te llevas a mi hijo? -escupió Alessio con rabia y miró al muchacho por encima del hombro de Leo.—Él me llamó porque quiere regresar con su madre, así que voy a llevarlo con ella —respondió Leo con tono firme.Los ojos de Alessio se achicaron y le dirigió a su hijo una mirada llena de acusación.—¿Qué basura es esta, Gianni? ¿De verdad lo llamaste para irte con tu madre? No entiendo. ¿No fuiste tú que quería dejar esa vida de miseria? —sentenció el hombre con evidente desprecio, pero Gianni salió de detrás de Leo y lo encaró.—Pues esa vida de miseria era mejor que no tener ninguna vida, ¿no eso era lo que tú querías para mí? ¿No es verdad?Alessio retrocedió abriendo mucho los ojos.—¿De dónde sacaste esa estupidez? ¡Seguro que este
Capítulo 5: Un Nuevo ComienzoLa noche había caído sobre la ciudad y Gianni se encontraba sentado en el sofá cama de la cochera de Leo. Había sido un día agotador, lleno de emociones y cambios, pero sobre todo, lleno de muchas decepciones. Leo lo había dejado quedarse en su cochera mientras resolvía las cosas, así que tenía al menos un par de noches antes de tener que enfrentar a su mamá.Quizás todo aquello de verdad había servido para ponerle la vida en perspectiva, lo cierto era que ya no podía seguir comportándose como un niño malcriado. Al día siguiente sería sábado, así que solo tenía dos días para encontrar un trabajo de medio tiempo porque el lunes sin falta debía volver a la escuela, así que intentaría por todos los medios aliviar la carga de su colegiatura o al menos ahorrar para poder entrar al siguiente año.Si perdía el apoyo de su madre se lo tenía bien merecido, así que solo le quedaba asumir el castigo que ella quisiera imponerle. Se levantó temprano, y apenas amaneció
Gianni sacó aquel piano de su funda y durante un largo rato se quedó mirándolo aturdido.Apenas había podido dormir en toda la noche, pero era muy consciente del regalo que estaba recibiendo y de lo poco que había hecho para merecerlo.Si era honesto, le daba vergüenza aceptarlo, porque sabía que era el mismo que le había pedido a su madre y ella no había podido comprarle. Se levantó muy temprano al día siguiente y cuando Leo pasó a verlo, se lo encontró tocando como si le fuera la vida en ello.—¡Gracias a Dios que sigues teniendo buenos dedos! —rio Leo y Gianni se levantó, corriendo hacia él y abrazándolo.—¡Gracias, gracias de verdad por el piano, pero voy a hacer lo posible por devolvértelo! ¿De acuerdo?—Eso me parece muy bien —sonrió Leo despeinándolo—. Pero por lo pronto, prepara algo bueno porque tenemos un evento muy importante que amenizar.Gianni abrió mucho los ojos porque no se acordaba de que el lanzamiento del nuevo hotel estaba tan cerca.—¿Quieres que yo...? ¿En serio