Capítulo 5: Un Nuevo ComienzoLa noche había caído sobre la ciudad y Gianni se encontraba sentado en el sofá cama de la cochera de Leo. Había sido un día agotador, lleno de emociones y cambios, pero sobre todo, lleno de muchas decepciones. Leo lo había dejado quedarse en su cochera mientras resolvía las cosas, así que tenía al menos un par de noches antes de tener que enfrentar a su mamá.Quizás todo aquello de verdad había servido para ponerle la vida en perspectiva, lo cierto era que ya no podía seguir comportándose como un niño malcriado. Al día siguiente sería sábado, así que solo tenía dos días para encontrar un trabajo de medio tiempo porque el lunes sin falta debía volver a la escuela, así que intentaría por todos los medios aliviar la carga de su colegiatura o al menos ahorrar para poder entrar al siguiente año.Si perdía el apoyo de su madre se lo tenía bien merecido, así que solo le quedaba asumir el castigo que ella quisiera imponerle. Se levantó temprano, y apenas amaneció
Gianni sacó aquel piano de su funda y durante un largo rato se quedó mirándolo aturdido.Apenas había podido dormir en toda la noche, pero era muy consciente del regalo que estaba recibiendo y de lo poco que había hecho para merecerlo.Si era honesto, le daba vergüenza aceptarlo, porque sabía que era el mismo que le había pedido a su madre y ella no había podido comprarle. Se levantó muy temprano al día siguiente y cuando Leo pasó a verlo, se lo encontró tocando como si le fuera la vida en ello.—¡Gracias a Dios que sigues teniendo buenos dedos! —rio Leo y Gianni se levantó, corriendo hacia él y abrazándolo.—¡Gracias, gracias de verdad por el piano, pero voy a hacer lo posible por devolvértelo! ¿De acuerdo?—Eso me parece muy bien —sonrió Leo despeinándolo—. Pero por lo pronto, prepara algo bueno porque tenemos un evento muy importante que amenizar.Gianni abrió mucho los ojos porque no se acordaba de que el lanzamiento del nuevo hotel estaba tan cerca.—¿Quieres que yo...? ¿En serio
Cuando Angélica bajó la escalera, lo que se encontró al pie de ella fue a un hombre super sexy y elegante en un traje sastre de diseñador hecho a medida, y mirándola como si se lo quisiera quitar para comérsela de nuevo.—¡Jesús, estás preciosa! —exclamó Leo sintiendo que se le saldría la baba—. Es más, ve y cámbiate y ponte algún traje de bruja o algo así, porque si no, no salgo contigo esta noche. Creo que tengo algún disfraz de Halloween, déjame ver, ¿Frankenstein te conviene?Angélica estalló en carcajadas y tomó su cara para dejarle un beso suave en los labios.—¡No me digas que eres novio tóxico, esa no me la sabía! —lo increpó levantando una ceja coqueta.—No, si es que no soy tóxico, ¡lo que no soy es idiota! ¿No te das cuenta de lo linda que estás? ¡Todos los hombres se te van a echar encima esta noche y yo voy a tener que marcar territorio apretándote el trasero durante todo el evento!Ella abrió mucho los ojos y se acarició la barbilla como si lo estuviera pensando.—¡Pues
Angélica sentía que el corazón se le saldría del pecho de la emoción. Era maravillosa la forma en que Gianni tocaba. De vez en cuando miraba hacia ella y trataba de sonreírle antes de volver a concentrarse en las teclas.El salón estaba en absoluto silencio y todos escuchaban expectantes la hermosa melodía que sacaba el instrumento. Todos estaban absolutamente cautivados.Era obvio que todavía se notaba en él al estudiante, pero también se notaba el inmenso talento que tenía, la dedicación y el corazón que le ponía a aquel concierto.Realmente no duró mucho. Quince minutos después tocó la última nota, que quedó flotando en el aire y se ganó el aplauso de todas las personas presentes.Angélica lo vio inclinarse con respeto hacia su público y agradecer sus aplausos, para luego bajar y caminar hasta ella con la misma cara que le ponía cuando era pequeño y sabía que iban a regañarlo.Los invitados siguieron platicando emocionados mientras el muchacho se quedaba de pie frente a su madre. A
Angélica sentía que el corazón le latía con tanta fuerza como si fuera a romperle el pecho de un momento a otro, y junto a ella Gianni tenía cara de culpabilidad y de preocupación.—¡Esto no puede estar pasando! —dijo Angélica mirando a Leo con ansiedad.—Cálmate, Ángel, todo va a salir bien, para eso existen los abogados, calma.—¡Pero es que es mi culpa! —exclamó Gianni mirando a los oficiales—. Leo no me secuestró, solo fue a buscarme porque yo se lo pedí, no quería quedarme con mi padre, pero él no...—Eso no importa, muchacho, hay una denuncia en marcha —siseó uno de los policías.—¿Cómo que no importa? —gruñó el chico con fiereza—. ¿La palabra del supuesto secuestrado no importa? ¿Funciona así?Pero al parecer los oficiales no tenían ninguna intención de entrar en una discusión con él, así que simplemente le dieron la espalda y sacaron a Leo de allí.Angélica caminó tras ellos y los alcanzó justo antes de que lo subieran a la patrulla.—Vamos a resolver esto —le aseguró, y toda
No era precisamente fácil pero tampoco era imposible, y definitivamente todos en aquel pequeño salón estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para sacar a Leonardo Grecco de la cárcel. Y Fabio Di Sávallo era el tipo de hombre que creía que con la presión correcta en los puntos adecuados, muchos procesos inútiles podían detenerse. Por supuesto, dejando claro que el cabrón de Alessio Santoro se lo merecía y de eso a nadie le cabía ninguna duda.—Usted solo diga qué tenemos que hacer —le aseguró Gianni—, que nosotros nos encargaremos de hacerlo. ¡Necesito que saque a Leo de ahí porque si no, no podré dormir tranquilo jamás en mi vida!Fabio sonrió porque le encantaba la gente determinada y se levantó palmeando la mesa.—Entonces denme un minuto, voy a hablar con el señor Greco y enseguida estoy de vuelta con ustedes.Angélica y Aurelio se miraron como si aquel hombre estuviera un poco loco, o al menos lo suficiente como para ser nada menos que la cabeza del imperio Di Sávallo y venir a
Alessio Santoro se paseaba muy orondo por los jardines de la casa de su padre. Sabía porque el viejo lo había mandado a llamar y sabía que tenía todo que ver con Gianni. Obviamente no podía llevar al mocoso, pero si podía inventarle una excusa y estaba seguro de que bastaría decirle cualquier cosa que le hiciera sentir orgulloso para que su padre dejara de molestar. Así que cuando entró por la puerta de su despacho lo primero que hizo fue sonreírle con la misma falsedad con que se había dirigido siempre hacia él, le dio un beso en cada mejilla y luego tiró de una de las butacas para sentarse frente a su padre. —¡Qué gusto me da que me hayas llamado, pero por desgracia me fue imposible traer a Gianni! Estoy seguro de que querías verlo, pero lamentablemente no pudo venir y me pidió que lo disculpara mucho contigo. —Pues tampoco es que esté pidiendo mucho, solo quiero ver a mi nieto de vez en cuando —protestó Lisandro. —Te entiendo, de verdad te entiendo, papá, pero también tenemos qu
El ambiente estaba cargado de tensión mientras todas las miradas se concentraban en Alessio Santoro: la de decepción de su padre, la de amenaza de Fabio Di Sávallo, la de determinación de su hijo y la de Angélica, que gritaba silenciosamente un: “Te voy a descuartizar si no quitas esa denuncia”.Él quería mantenerse firme en su decisión de no retirar la denuncia que había presentado contra Leo, pero sabía que la amenaza de su padre de dejarlo sin sustento lo ponía contra la espada y la pared. No tenía de qué vivir si le quitaban esa asignación mensual que Lisandro le daba, y con la que mantenía su casa y a su mujer.Miró a su padre con determinación en los ojos y trató de defenderse en vano.—¿¡Y por qué tengo que retirar la denuncia, papá?! ¡Ese tipo me golpeó en la cara, y no puedo dejar que eso quede impune!Lisandro dejó escapar un bufido de impotencia y se adelantó hacia él, mientras apretaba las manos en puños.—¡Te golpeó porque pretendías usar a mi nieto para tu propio benefi