Capítulo 8
Al flotar hacia allá, me di cuenta de que habían reservado el mismo hotel donde nos casamos.

Las acciones de Carlos me resultaban incomprensibles, pero ya no importaba, sentía que pronto me iría.

Flotaba por todo el salón y descubrí que incluso el menú era idéntico al de nuestra boda.

Qué persona tan extraña y egoísta.

Carlos vestía el mismo traje que usó en nuestra boda, de pie erguido en el centro del salón, con Yolanda pegada a él en el vestido que no le quedaba bien.

El maestro de ceremonias le insistió varias veces a Carlos que comenzara la ceremonia, pero él no se inmutaba.

Yolanda, ansiosa a su lado, casi llorando, tiraba discretamente de la manga de Carlos.

—Carlos, empecemos ya, los invitados están esperando.

Carlos le arregló el cabello a Yolanda y susurró:

—No te apures, ya vamos a empezar.

Era raro verlos tan cariñosos, así que floté hacia la mesa de mi suegra. El aroma de la comida era exquisito.

—Señora, Yolanda dice que mejoró mucho después de comer la placenta, tengo ot
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