Capítulo 107
Si el teléfono de Daisy tuviera batería, si el dolor de su pie no fuera tan molesto… probablemente ella le habría espetado: "¡¿Y quién te pidió nada?!". Pero las circunstancias eran otras: el celular estaba apagado y cada paso le dolía. Así que lo único que hizo fue retirar su mano y dedicarle una mirada de fastidio.

Como en ocasiones anteriores, Fernando la acomodó en el asiento del copiloto. Daisy, harta de la situación y sin intención de hablar con él, cerró los ojos para fingir que dormía… y, sin darse cuenta, terminó quedándose profundamente dormida.

Un sobresalto la despertó cuando sintió que su cuerpo se elevaba en el aire. Se encontró de frente con la mirada de Fernando, quien la sostenía entre sus brazos. Sus ojos reflejaban cierto alivio al verla despierta, pero la dureza y la desconfianza habituales de Daisy reaparecieron al instante.

—¿Qué rayos crees que haces?

—Veo que despertaste —dijo él, evadiendo por completo su pregunta.

Daisy prefirió ahorrarse las palabras y forcej
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