Daisy le lanzó la lista directamente a la cara.—Si no tienes nada mejor que hacer, ¿por qué no vas a buscar a Lira?—… ¿Y a qué viene sacarla a relucir ahora?—¿Por qué no habría de mencionarla? —Daisy se puso seria en defensa de Lira—. Ella te ha esperado por años… Nadie puede quedarse estacionado en el mismo lugar para siempre. No vayas a lamentarlo cuando ya sea demasiado tarde.Enzo no quiso seguir discutiendo el tema y se puso de pie para marcharse.—Con respecto a la familia Mero, si Fernando no se mueve pronto para contactar a la doctora Jade y curar a Frigg, tomaré la iniciativa.Habían pasado varios días sin que Fernando diera señales de querer salvar a Frigg de ese veneno. Enzo se impacientaba, estaba decidido a vengarse de la familia Mero cuanto antes.Daisy comprendía muy bien la sed de venganza de Enzo, pero…—Espera un poco más —le dijo cuando él ya estaba en la puerta.Tras tantos años trabajando juntos, a Enzo le bastaba una sola mirada para captar lo que Daisy pretend
Durante varios días, Fernando mantuvo gente siguiendo a Daisy. Sin embargo, ella seguía la misma rutina: de la casa de la familia De Jesús al Grupo De Jesús y viceversa.Lo único "diferente" era que, de vez en cuando, pasaba por la mansión Ortega.Claro que, ahora que don Erik la había convertido en su nieta adoptiva, era de lo más normal verla entrar y salir de ahí.Fernando hojeaba el informe en silencio, con un gesto inescrutable. Thiago, mirando de reojo, se aventuró a preguntar:—Señor, ¿quiere que continuemos con la vigilancia?Fernando levantó la mirada y clavó los ojos en él:—¿Tú qué crees?—… —Thiago soltó un suspiro mental.«Otra de esas respuestas que es mejor no haber preguntado».Sin insistir, dio media vuelta para marcharse. Justo al llegar a la puerta, casi choca con la secretaria que venía entrando.—Señor Thiago, la familia Ortega acaba de enviar esta invitación.Thiago tomó el sobre y regresó al escritorio de Fernando.—Es una invitación de los Ortega.Fernando lo ab
Mientras que a su propio hermano, Fernando, apenas lo aguantaba o lo miraba con desdén.Esta constatación hizo que Blanca se pusiera todavía de peor humor. Sacó el teléfono y sacó varias fotos de Daisy y Javier juntos, luego se las mandó a Fernando.«Si yo estoy molesta, él tampoco debería estar tranquilo. ¡A ver si no se arrepiente!»Mientras tanto, Fernando, que iba camino a la mansión Ortega, escuchó su celular sonar varias veces seguidas, pero ni se molestó en revisarlo. Generalmente, cuando sonaba así en cadena, era Blanca enviándole tonterías, así que continuó hasta llegar a la entrada de la mansión sin mirar los mensajes.Recién en la puerta sacó el teléfono, confirmó que era ella y vio la notificación de varias fotos. Sin siquiera abrirlas, las deslizó para borrarlas y guardó el celular de nuevo en el bolsillo. Bajó del auto y empezó a caminar hacia la recepción.—¡Fer…! —Una voz sonó a sus espaldas, y acto seguido, Frigg apareció, enganchándose de su brazo derecho—. ¡Fer, qué
Aún faltaban unos treinta minutos para que comenzara oficialmente la recepción, pero la mayoría de los invitados importantes ya había llegado. Figuras destacadas de distintos sectores se reunían, conversaban y chocaban copas, en un despliegue de lujo y poder.En efecto, la familia Ortega gozaba de una influencia notable. Desde la generación del padre de Erik llevaban pisando fuerte en el ámbito político, y con Fausto habían alcanzado su punto más alto. Como dice el refrán, "Quien ostenta el poder, domina el mundo". Por eso, hasta la familia Suárez —en su mayor momento de esplendor— prefería guardar las formas ante los Ortega. Ni qué decir del resto de las familias.Daisy, con los brazos cruzados, se mantenía a cierta distancia, escudriñando a los asistentes como si tuviera visión de rayos X. Buscaba algún detalle revelador entre los gestos y conversaciones de la élite.—Señorita La Torre… —Una criada se le acercó por detrás.Daisy se giró con serenidad.—¿Necesitas algo?—Don Erik dese
El enojo de Blanca hervía por dentro.—Hoy es el día de mi cuñada, ¿y tú entras por la puerta con Frigg, bien agarrados del brazo, llamando la atención de todos? ¿Te imaginas cómo debe sentirse ella?Cuanto más hablaba, más se alteraba Blanca. Le habría gustado acercarse a Daisy al llegar, pero se encontró con Fernando y Frigg caminando con tremenda familiaridad, y se sintió incapaz de hacerlo. Estaba a punto de seguir reclamándole, cuando de pronto se aproximó una doncella.—¿Es usted la señorita Blanca Suárez?—Sí, soy yo.La criada le entregó un pequeño papelito.Al leer la nota, el rostro de Blanca cambió por completo. Justo cuando iba a salir corriendo, alguien pasó apresuradamente y la empujó, haciendo que el papel cayera al suelo. Antes de que ella pudiera agacharse a recogerlo, Frigg se adelantó y, a viva voz, leyó el mensaje frente a todos:[Blanca, estoy en el estudio. Ven rápido.]La rabia se reflejó en los ojos de Blanca al ver la conducta de Frigg.—¿¡Lo hiciste a propósit
Siguiendo las órdenes de Erik, los sirvientes se dispusieron a forzar la puerta.En cuanto lograron abrirla, el espectáculo en el interior dejó a todos los presentes con la boca abierta, incluyendo a Frigg, quien estaba en primera fila. Se quedó paralizada unos segundos antes de reaccionar y se lanzó hacia adentro, con la intención de cerrar la puerta desde el interior.Sin embargo, Daisy se lo impidió, presionando la puerta con firmeza.—Señorita Mero, ¿tanto trabajo para abrir la puerta y ahora quieres cerrarla?¿Será que, al ver a tu madre adentro, pretendes quedarte a solas para «disfrutar» la escena?—¡Daisy! —escupió Frigg, con la voz cargada de furia—. ¿Tú hiciste esto?—¿Hacer qué? —respondió Daisy, con una expresión inocente—. Yo solo fui a cambiarme de ropa. De hecho, mientras lo hacía, tuve a una empleada vigilando la puerta de mi habitación.Dicho esto, Daisy alzó la mano y llamó a una de las criadas:—Por favor, ¿podrías decirle a todos dónde estuve hace un momento?La muc
Cuando los guardias iban a sujetar a Frigg, ella se soltó y corrió hacia Fernando, suplicante:—¡Fer, no es lo que parece! Déjame explicarte, yo… yo no sabía nada de esto…Blanca, que estaba cerca, saltó de inmediato:—¡Frigg! ¿No te da vergüenza? Tu madre confesó que lo habían planeado juntas, ¿ahora te lavas las manos y la culpas a ella? ¡Vaya manera de ser una «buena hija»!Mientras Blanca y Frigg se encaraban, los ojos de Fernando se posaron en Daisy. Ella, en lugar de desviar la mirada, lo enfrentó sin titubear:—Señor Suárez, supongo que la señorita Mero, quien llegó con usted, no tendrá nada que ver, ¿verdad? —su tono era irónico—. Digo, no creo que esté dispuesto a echar por la borda todo por salvarla, ¿cierto?Con estas palabras, Daisy lo puso en jaque: si Fernando defendía a Frigg, no solo se perjudicaría él mismo, sino que también arrastraría a la Unión Suárez y complicaría sus relaciones con la familia Ortega. ¿Sería capaz de arriesgarlo todo por Frigg?Todos miraron a Fern
Los ojos de Daisy se abrieron de par en par, y, casi al mismo tiempo, soltó el brazo de Fernando para correr hacia Javier. Lo hizo lo más rápido que pudo, pero aun así llegó un segundo tarde: Javier cayó al estanque.Si Javier fuera una persona con movilidad normal, Daisy no se habría preocupado demasiado; sin embargo, él llevaba años sin poder usar las piernas y, por supuesto, no sabía nadar. Sin titubear, Daisy se lanzó tras él.La diferencia de estatura entre ambos hizo que rescatarlo fuera una ardua tarea. Jadeando y empapada, finalmente logró sacarlo del agua. Sin tomarse un respiro, se arrodilló junto a él:—¡Javier! ¡Javier! —lo llamó repetidas veces, pero él no reaccionaba. Daisy empezó a practicarle reanimación cardiopulmonar. Tras varios intentos, Javier expulsó un poco de agua, aunque seguía inconsciente.Ella apretó los labios. Sujetándole la nariz con una mano y levantándole la barbilla con la otra, se inclinó para hacerle el boca a boca. En el instante en que sus labios e