Él le había reservado un vuelo de regreso. Alguien la recogería en el aeropuerto, y podría volver al conjunto Los Prados.Justo después de enviarle el mensaje, apareció un signo de exclamación rojo en la pantalla.El mensaje no había sido recibido.¿Acaso lo había bloqueado?César no se molestó, solo se rio.Era bastante típico de Lorena.Inmediatamente marcó su número desde el teléfono que usaba para el trabajo.El tono sonó unas cuantas veces antes de que ella respondiera:—¿Bueno? ¿Quién habla? —preguntó Lorena con un tono educado pero distante.—Te reservé un vuelo. Recuerda volver sola, no con… —César no alcanzó a terminar su frase cuando una voz femenina lo interrumpió.—César, la cena tardará un poco más. No comiste nada en el avión, así que toma un poco de leche. La calenté hace un momento —dijo Teresa, acercándose con una taza de leche caliente que le ofreció.Lorena había pensado que la llamada era de un repartidor, por eso contestó.Cuando escuchó la voz de César, supo de in
—Sí, está bastante delicioso —dijo César mientras le daba un bocado.—¿No te acuerdas de que antes no te gustaba cocinar? —preguntó de repente, recordando algo.—César, ya dijiste que eso era antes. En estos tres años, sobreviviendo como podía en Estados Unidos… con el tiempo, aprendí de todo —respondió Teresa, pero su voz comenzó a quebrarse, esforzándose por contener las lágrimas en sus ojos.Al recordar cómo, hace tres años, su descuido había causado la desaparición de Teresa, obligándola a vagar y sufrir, el corazón de César se llenó de culpa.Con ternura, tomó un par de servilletas para secarle las lágrimas.—No llores más. No permitiré que algo así vuelva a pasar —le prometió con firmeza.Teresa miró hacia abajo, y llena de lágrimas, parecía aún más frágil y también aún más encantadora.—Confío completamente y con los ojos cerrados en ti —dijo con un tono serio pero optimista.—César, ya estoy completamente recuperada.César quedó paralizado por un momento. Su cuerpo se tensó.Te
En aquel entonces, Lorena no sabía la verdad, estaba sumergida en la dulzura del amor. Ahora…Sabía que todo era una mentira, una mentira muy bien escondida.Sin rastro de nostalgia, Lorena tomó el pasador de corbata y lo arrojó directamente al cesto de basura, el del baño, para asegurarse de que desapareciera por completo.Toc, toc. Lorena fue a abrir.—¡Doña Lore! ¿Por qué no contestas el celular? ¿Y encima lo tienes apagado? Estaba preocupado por si hacías alguna tontería —dijo Adrián, con una maleta en la mano y una cara de estar realmente preocupado.—¿Qué estupideces podría hacer? Solo estoy embarazada, nada más —respondió Lorena, fingiendo indiferencia.—Mi celular está dañado, por eso no respondí. Primero vamos a comprarme uno nuevo.Cerrando su maleta y asegurándola, Adrián se ofreció a llevársela.—Claro, te compro uno igual al mío. ¡Podemos tener teléfonos a juego! —bromeó Adrián con una sonrisa.Lorena le dio un suave golpe en la espalda.—¡Cállate! Deja de bromear. Ahora
El Hotel Aurora era una de las empresas de Runpex.—Entonces, le agradecería que le comunique al presidente que el Hotel Aurora necesita reportar los resultados financieros —dijo el gerente, dejando la conversación abierta a la interpretación.—De acuerdo. —Teresa colgó la llamada, pensativa.¿Un gerente de hotel reportando directamente al presidente del grupo? Algo no cuadraba.El nombre de Lorena apareció de repente en su mente.Encendió el celular y descubrió que necesitaba un código para desbloquearlo. Probó con su fecha de nacimiento y, para su sorpresa, funcionó.Abrió la aplicación de mensajes y vio que la conversación con Lorena estaba fijada en la parte superior.Entró en el chat y encontró los mensajes que César le había enviado a Lorena. Allí vio los mensajes en los que César pedía a Lorena que se alejara de Adrián, además de la transferencia de dinero.Teresa comenzó a respirar más rápido.—Lorena, ¿nunca vas a dejar de perseguirlo? —murmuró.—Si no puedes tú sola, entonces
—Está bien, suficiente, no más chistecitos. —César llamó a Santiago por celular.—Trae un traje, por favor.—Recuerda ponerte la crema para la quemadura —le recordó Teresa con amabilidad.Santiago llegó rápidamente con la ropa.César se cambió al traje y salió de la casa de Teresa.Subió al auto y se fueron del conjunto residencial.—¿A dónde vamos, jefe? —preguntó Santiago desde el asiento del conductor, con un tono neutral.—Al conjunto Los Prados.El auto arrancó.César sacó su teléfono y vio que el dinero transferido había sido devuelto.No le hizo gracia.De inmediato devolvió la llamada al gerente del Hotel Aurora.—Señor, la señorita Lorena, que estaba en la habitación 1608, hizo el check-out a las cuatro de la tarde.—¿Salió sola? —preguntó César.Esto… ¿cómo podría explicarlo? pensó el gerente del hotel.—¿Te comieron la lengua los ratones?—La señorita Lorena hizo el check-out acompañada del señor Adrián, que estaba en la habitación 1609 —respondió el gerente con voz tembloro
Lorena no tenía permitido comer ciertas cosas.La mayoría de sus hábitos estaban definidos por las preferencias de César, desde cómo vestía hasta lo que comía.Lorena no quería recordar eso, pero últimamente se sentía mucho más sensible. Tal vez era por el embarazo.Inconscientemente, posó su mano sobre su abdomen.Adrián, al darse cuenta de que Lorena se había quedado atrás con una cara melancólica, decidió acercarse para animarla.—Doña Lore, deja de caminar tan lento. Si alguien nos ve, pensará que le hice algo a mi novia y no le estoy prestando atención.—¡Adrián! —La tristeza de Lorena desapareció, gracias a los chistes de Adrián.Después de comprar más cosas, como pizza y hojaldras, finalmente fueron a la caja y salieron del supermercado, listos para irse.Tras tanto tiempo adentro, ya había oscurecido cuando subieron al auto.El vehículo se desplazaba por la autopista.—Doña Lore, si estás cansada, duerme un poco. Te despertaré cuando lleguemos.—Si me duermo, entonces tú tendrá
—¿Señor, ¿qué hacemos con las noticias de la farándula sobre usted y la señorita Teresa que circulan en internet? —preguntó Clara en voz baja.—¿Farándula? —César estaba claramente confundido.Él nunca prestaba atención a ese tipo de cosas.Clara, al ver que César realmente no sabía nada del tema, sacó su teléfono, abrió la noticia y se lo mostró. “¡Impactante! El presidente del Grupo Financiero Runpex, César, llega a Playa Escondida con su novia. La pareja fue vista saliendo del aeropuerto y dirigiéndose a un conjunto residencial. Se especula que César pasó la noche con la misteriosa mujer. ¿Será esta mujer la futura esposa de César?”César leyó la noticia y, al terminar, se veía claramente enojado.—¿Esto qué es?—Señor, ¿quiere que hagamos retirar la noticia? —preguntó Clara.—Mándala a… —César comenzó a hablar, pero se detuvo al pensar en Teresa.—No, mejor deja así. Por ahora, encárgate de rastrear a donde va Lorena para confirmar si regresó a Playa Escondida.—Además, presta aten
Adrián condujo hasta altas horas de la noche, llegando finalmente a la casa que habían reservado con anticipación.Durante el trayecto, Lorena se quedó dormida, en un sueño profundo.Al observarla, Adrián sintió pena de despertarla porque se veía muy tranquila mientras dormía.Finalmente, Adrián la movió ligeramente y, con voz suave, le dijo:—Lore, despierta. Ya llegamos.Todavía algo adormilada, Lorena lo siguió hasta la casa.Con todo lo que había sucedido recientemente, salir de la ciudad era su forma de despejarse. Aunque Adrián era joven, había demostrado que es de confiar.Adrián la acompañó hasta su habitación, y solo después de asegurarse de que cerrara la puerta, regresó a la suya.Lorena cerró la puerta con llave, empujó su maleta hacia un lado y se dejó caer en la cama.El sereno que había sentido al bajar del auto le quitó el sueño por completo.Colocó sus manos sobre su vientre, por puro instinto.En el hospital de Chatelet, la máquina había fallado, y no se había podido