—Se acabo las pastillas para la acidez, tráeme una caja nueva. —dijo César con cierto tono débil.Siempre había asumido que el medicamento era algo básico en la oficina, así que no le había dado más importancia.Clara se quedó de pie, con una expresión incómoda. Quería decir algo, pero vacilaba, sin saber cómo abordar el tema.César la miró con disgusto. —¿Qué estás esperando? Ve ahora mismo.Clara, después de dudar unos momentos, finalmente habló: —Es que la dosis y el horario de las pastillas específicamente la señorita Lorena lo llevaba para usted…Siempre que se agotaba, era Lorena quien lo reponía con anticipación. Ahora que el presidente y Lorena habían terminado, era obvio que ella ya no lo enviaría.Estas palabras, sin embargo, Clara supo guardárselas.César se quedó sorprendido. No sabía que Lorena se encargaba de esos pequeños detalles.—Ya salgo de inmediato a comprar las pastillas. —dijo Clara, al notar la expresión sombría de César, y salió apresuradamente.La oficina pres
Era de mañana y Lorena preparó sus cosas para ir a la escuela de bellas artes.Llegó a la calle para tomar un taxi. Antes siempre iba en el auto de César, quien incluso le había regalado varios, pero cuando se marchó, no se llevó ningún coche.El auto y las joyas que César le había dado, no los aceptó, los dejó todos en la hacienda.La escuela estaba cerca de donde Cesar y ella antes vivían, por lo que, en el camino, aún podía ver las casas de lujo.El carro de César salió y pasó justo al lado del taxi en el que iba Lorena.Lorena vio el auto de César Balan. Un Maybach negro, con la matrícula única de su fecha de cumpleaños.Lo miró por un momento, luego giró la cabeza hacia la ventana del otro lado, observando el paisaje.El conductor, al ver el auto de lujo, no pudo evitar comentar: —¡Ese automóvil que acaba de pasar es un Maybach! ¡Y esa matrícula, increíble! Las personas que viven en lugares como este, deben ser o muy ricas o muy poderosas, no deben tener problemas de dinero.—¡Es
—¡De ahora en adelante, chicas, debemos recordar alejarnos de esos tacaños muérganos miserables! ¡No vaya a ser que terminemos sin nada asi como ella! —dijo una de las jóvenes mientras reían.Dejaron entonces de murmurar y mantuvieron una distancia prudente, siguiendo a Lorena hacia el aula.Lorena, por su parte, estaba inmersa en sus pensamientos sobre el trámite de salirse de la escuela de bellas artes y no prestó atención a los comentarios detrás de ella, ya que hablaban en voz baja.En el aula, después de una clase.—Hemos terminado la lección, pero no se vayan todavía. —dijo el profesor, deteniendo a los alumnos antes de que salieran.—La próxima semana, nuestra escuela organizará una exposición comercial de arte. Asistirán numerosos empresarios exitosos y algunos magnates, el gobierno local está también muy interesado en esta exposición.—Espero que todos presenten sus mejores y más destacadas obras para la exposición. Esta será una oportunidad única para que sus carreras despegu
Los compañeros del taller de al lado escucharon el alarido y corrieron a ver qué pasaba.—¡Lorena, ¿estás bien?! —exclamó una de las compañeras, quien casualmente había estado comentando sobre Lorena en la entrada de la escuela esa misma mañana.—¿Te lastimaste? ¿Te duele? Voy a llamar al profesor, ¡no te preocupes! —dijo ella mientras sacaba rápidamente su celular.Lorena sentía un dolor intenso en el costado derecho, tanto que las lágrimas le corrían por las mejillas. Apenas podía moverse.El profesor llegó poco después, visiblemente preocupado. —¡Llamen de inmediato una ambulancia rápido! Lorena quiso decir que estaba bien, pero apenas abrió la boca, el dolor la hizo llorar aún más, incapaz de articular palabra.La ambulancia llegó poco después.—Regresen a seleccionar sus obras para la exposición. Yo la acompañaré al hospital. —dijo el profesor a los estudiantes.Urgencias del Hospital del Sagrado Corazón. El médico revisó las radiografías. —No hay fracturas, solo algunos rasguñ
Justo vio a César empujar la puerta y entrar a la habitación del hospital.Lorena no comprendía la situación, lo miró y dijo fríamente:—¿Qué haces aquí?César la miró de reojo, como si estuviera viendo a alguien que le cae mal:—De la universidad llamaron, dijeron que te habías lastimado.Al terminar, lanzó la bolsa que llevaba en la mano sobre la cama.Lorena recordó entonces que, como había perdido la memoria y no tenía familia, al ingresar, había puesto entonces a César como su contacto de emergencia.Se acercó a la cama, tomó la bolsa de medicamentos, e incómodamente dijo:—Muchas gracias.César se sorprendió. ¿Ella dándole las gracias?¿Mientras hace unos días parecía querer golpearlo?—¿Dónde está Adrián? ¿Por qué no vino al hospital? —preguntó César, tratando de actuar casual y despreocupado, como si estuviera charlando con un amigo.—No es asunto tuyo, ¿no crees? —respondió Lorena, molesta, mientras miraba su cara en un pequeño espejo del hospital.Por suerte, su cara no estab
Lorena, tranquilamente, siguió mirándola y sonriendo mientras decía:—Entonces, gracias pues por tomarse la molestia de venir a verme.Teresa quiso decir algo más, pero César la interrumpió antes que ella pudiera hablar:—¿No dijiste que ibas a buscar los medicamentos con Blanco? ¿Ya pues las conseguiste?—¡Sí, ya los conseguí! —respondió Teresa, viéndolo con una mirada de felicidad.—Entonces vámonos. Tenemos mucho que hacer en la empresa. —César tomó la bolsa de Teresa, de paso, le agarró la mano antes de salir de la habitación juntos.Lorena los vio con las manos entrelazadas y parpadeó con melancolía.—Querida, nos vamos ya. ¡Adiós! —dijo Teresa, despidiéndose con una adorable sonrisa y moviendo la mano. Luego, apuró el paso para seguir a César.La puerta de la habitación se cerró.Lorena arrojó la ropa que tenía en las manos sobre la cama, sintiendo ya casi sin energía, dejándola desplomada en el borde de la cama.Parecían tan compatibles, tan felices, como si nunca se hubieran se
Cuando Lorena llegó a casa, el dolor se hizo más y más fuerte, e incluso sintió un pequeño dolor en el pecho.Entró en su habitación, se quitó la ropa y se aplicó el medicamento. La herida estaba en el costado derecho, lo que hacía que aplicar el ungüento con la mano izquierda fuera un poco complicado.Después de terminar, le dio hambre. Sin ganas de cocinar, decidió pedir comida a domicilio.Mientras comía, recibió un mensaje de su profesor. Primero le preguntó cómo estaba y luego le ofreció cubrir los gastos médicos.Lorena rechazó la oferta; después de todo, ya había tramitado su baja de su universidad, y haberse caído de la silla era un accidente solo por culpa suya de perder el equilibrio, algo que no tenía relación con la institución.Además, fueron su profesor y sus compañeros los que llamaron a la ambulancia y la llevaron al hospital.Después enviar mensajes de agradecimiento al profesor y a los compañeros, continuó viendo la televisión mientras comía.Cuando acabó la cena, Lor
—Es posible que me mude a otra ciudad, o incluso que me vaya al extranjero. Todavía no lo he decidido —dijo Lorena, relajada y recostada en el sofá.—¡Me alegra! —respondió Marina con un entusiasmo inesperado.—Podrías ir a Estados Unidos. Mi familia vive allá. Te llevaré a conocer mi casa alli. —dijo Marina, contenta.Lorena quedó pensativa. Estados Unidos…El lugar donde Teresa y César se reencontraron.—La Academia Fleur está en Estados Unidos. Podrías continuar tus estudios allí —sugirió Marina, observando a su mejor amiga, que permanecía en silencio con una mirada preocupada. Al instante supo lo que pasaba por su mente.—¡Estados Unidos es enorme! ¿Qué probabilidades hay de encontrarte con el idiota de César? Además, ellos también viven en el planeta Tierra. ¿Qué vas a hacer, mudarte a Júpiter?Marina tenía razón, Lorena cambió de opinión.La Academia Fleur es una de las mejores escuelas de arte. Dejar pasar esa oportunidad sería terrible.¡No podía dejar que un desamor y un hombr