Capítulo 239
—Mamá, yo me encargo de esto.

María gritó:

—¡Apúrate y bótala! Aunque te haya salvado, ya pagaste esa deuda con todo lo que le has hecho.

—Te lo digo, no dejes que esto arruine tus citas. Ya fijé la hora y el lugar. Te lo mando por mensaje. No importa qué pase, tienes que ir.

César suspiró, resignado:

—Mamá, ¿no habíamos quedado en que no me ibas a conseguir más citas?

—Esta es la última vez. ¿Olvidaste lo que me prometiste? ¿No dijiste que cuando volvieras saldrías con esa chica? Tranquilo, esta vez seguro...

Antes de que terminara, César la interrumpió:

—Ok, mamá, voy a ir. Tengo cosas que hacer, así que voy a colgar.

Colgó y María, mirando el celular, maldijo:

—Este hijo mío, cada vez me da más dolores de cabeza.

Envió la hora y el lugar de la cita a César.

Después de colgar, César no miró el mensaje, sino que marcó el número interno para llamar a Clara.

—¿Qué pasa, presidente?

—¿Qué fue lo que acabo de ocurrir?

Clara puso una cara rara y le pasó la tab
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