la hija del pecado
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Por: DallanaPerez
CAPITULO 1

Capítulo 1: La Noche del Encuentro

La noche había caído sobre Tivoli, Italia, como un manto de terciopelo negro, salpicado de estrellas que apenas podían ser vistas a través de las nubes que avanzaban lentamente. Un viento frío recorría las calles desiertas, susurrando secretos antiguos y llenando el aire de una inquietud palpable. Las lámparas de gas parpadeaban débilmente, arrojando sombras danzantes en los adoquines desgastados.

Aurora corría desesperada por las calles del pueblo. El sonido de sus pasos resonaba en la quietud de la noche, cada latido de su corazón se sincronizaba con su alocada carrera. Sentía que alguien la perseguía, que estaba en peligro. El miedo la impulsaba a seguir adelante, aunque sus fuerzas comenzaban a flaquear.

Vi esos ojos resplandecer, ese color amarillo en ese ser no es normal. No pude ver su figura claramente, pero la sombra era de un hombre. La oscuridad de la noche no me ayuda, las calles están desiertas. Pensé que este sería el mejor día de mi vida y está resultando todo lo contrario.

Siempre quise salir de mi casa, ver cómo era el mundo, conocer el pueblo. Pero ahora veo que esos señores tenían razón. Sí, esos señores. No les digo padres porque nunca me han tratado como su hija. Siempre me han visto como un estorbo, como alguien que les sirve para las labores domésticas y nada más.

Ellos siempre me tuvieron prisionera en las afueras del pueblo, en una pequeña cabaña rodeada de naturaleza. Nunca me alejé más de unos metros de aquel lugar. Decían que era por mi bien, que yo era peligrosa, que las personas que me buscan quieren matarme. Decían que todo tenía que ver con el lunar en forma de sol y luna que tengo en un lado de mi espalda.

Siempre me dijeron que no era su hija, que su deber era esconderme de la humanidad, de todo el mundo. Les pregunté muchas veces por mi origen, pero su única respuesta era que aún no era tiempo, que pronto lo sabría…

La sombra se acerca cada vez más. Siento que no tengo fuerzas, que no puedo correr más. Entro en un pequeño callejón y quedo atrapada, no hay salida.

—Por favor, no me lastimes. Por favor, déjame ir —suplico al sentirlo más cerca.

Cierro los ojos por miedo, incapaz de enfrentar esos ojos nuevamente. Siento su respiración cerca de mi piel. Abro los ojos y lo que veo me aterra. No es un hombre, no es un animal, es algo que nunca había visto antes. Su piel es totalmente oscura, sus ojos resplandecen con ese tono amarillo. Es algo muy grande, parece un demonio… es un demonio.

Su mirada se fija en la mía y siento que mi vida acaba en ese momento. Él se acerca y toca mi cabello con unas manos que tienen uñas largas y filosas. Lloro de miedo, siento cómo todo mi cuerpo se estremece con su contacto.

—No me hagas daño, no me toques, por favor —digo en medio de lágrimas. Él se acerca más y me mira fijamente. Sus ojos tienen algo que nunca pensé ver: hay miedo, hay ternura, pero también hay odio y ganas de matar.

—¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? —grito, y él me ruge como un animal salvaje. Es lo último que veo antes de que todo se vuelva negro.

Despierto en la puerta de una iglesia. No sé cómo llegué aquí. Miro a mi alrededor y no hay nadie, todo está aún en penumbras. Al parecer es de madrugada, las calles siguen vacías.

Camino en busca de alguien que me pueda ayudar, que me pueda guiar, porque no conozco nada en este lugar. Este era mi día para explorar y ha terminado siendo un desastre.

Llego a una casa apartada de las demás y veo a una señora mayor salir con un gato en sus manos. Al verme, ella queda sorprendida.

—Pequeña, ¿qué haces en las calles en una noche como esta? ¿Acaso quieres morir? ¿No sabes qué día es hoy?

—No entiendo, es que no soy de aquí y estoy perdida.

—Entra, date prisa. Tu vida peligra —expresa aquella señora con terror.

Entro en su casa. No entiendo cómo sabe que mi vida peligra. Es como si supiera algo y estoy dispuesta a averiguarlo.

Miro a mi alrededor y veo que es una casa muy bonita, con cosas que nunca antes había visto.

—Dime, pequeña niña, ¿cómo te llamas y de dónde eres?

—Mi nombre es Aurora, soy de cerca de aquí. Vivo en las montañas. Es mi primera vez en el pueblo —explico.

—Pero, ¿por qué saliste sola y precisamente en esta noche?

—Explíqueme qué tiene de especial esta noche.

—Niña, en este pueblo, desde hace ya cuatro años, cada lunes de cada mes desaparece una joven, una niña como tú. Lo único que se encuentra de ellas son sus prendas de vestir llenas de sangre. Cada semana pasa lo mismo.

Al escuchar esa aterradora historia, mi cuerpo se estremece. El miedo crece dentro de mí.

De repente, se escuchan los gritos de una mujer muy cerca de aquí. La señora cierra todo y apaga la luz.

—Corriste con suerte. Porque aquella mujer que grita pudiste ser tú. Ahora ven, te quedarás en la habitación de mi hija. Ella se fue hace mucho tiempo con mi nieta. No creo que se disgusten porque estés aquí.

—Gracias, señora. Es usted una persona muy amable. ¿Me podría decir cuál es su nombre?

—Sí, mi niña. Mi nombre es Ester, y estoy segura de que nos volveremos muy buenas amigas.

Sonrío al ver la amabilidad de aquella mujer llamada Ester con una total desconocida. Me recuesto en la cama para esperar que amanezca y poder volver a casa. En mi mente solo está la imagen aterradora de aquel ser sobrenatural, pero lo que más me impactó fue su mirada, llena de sufrimiento, dolor y angustia.

Mi gran pregunta es: ¿por qué no me hizo nada? ¿Por qué no me lastimó?

Despierto muy temprano, pues en realidad solo pude descansar una hora. Estar en una casa que no es la mía, en un cuarto ajeno y en un lugar desconocido me da un poco de miedo. A pesar de que la señora Ester es muy amable, no me puedo confiar. Sé que me buscan y que la mayoría quiere lastimarme, así que trato de no hacer ruido al salir para irme a casa.

—Tranquila, mi niña. No tienes de qué temer. Aquí no corres peligro —dice Ester tras de mí.

—Lo siento, solo no quise despertarla. Tengo que volver pronto a casa antes de que mi familia se dé cuenta de que no estoy —trato de explicar para no parecer una persona grosera y descortés.

Ester me observa con una mezcla de comprensión y preocupación. Con un suspiro, me toma suavemente del brazo y me guía de regreso al interior de la casa.

—Entiendo tu deseo de regresar, pero debes saber que no es seguro. No mientras esa criatura ronda las calles —dice con voz grave—. Hay algo especial en ti, Aurora. Algo que probablemente ni tú misma comprendes aún. Yo soy alguien que ha sido enviada para cuidarte, te he esperado por mucho tiempo, esperando que este momento llegara.

Me siento en una silla junto a la mesa de la cocina, observando cómo Ester prepara una taza de té. Las manos me tiemblan ligeramente, el recuerdo de esos ojos amarillos y esa figura sombría aún fresco en mi mente.

—No entiendo. ¿Por qué me persigue? —pregunto en voz baja, casi para mí misma.

Ester se sienta frente a mí, colocándome la taza de té caliente en las manos. La observo, buscando respuestas en su rostro arrugado y amable.

—Esa criatura no es un demonio cualquiera. Hace años, fue víctima de una antigua maldición que lo convirtió en lo que viste —explica Ester, con tristeza en los ojos—. Y por alguna razón, no pudo hacerte daño.

—¿Por qué no me hizo nada? —susurro, intentando procesar la información.

—Es vital que descubras por qué no te lastimó. Podría ser la clave para entender quién eres y el poder que llevas dentro —añade Ester—. Eres especial, Aurora. Ese lunar en tu espalda es solo una señal de un poder mayor que aún no has descubierto, no te puedo dar mucha información por el momento, pero te ayudare.

Mis pensamientos se arremolinan, confusos y aterradores. Nunca he entendido por qué he sido escondida toda mi vida, pero las palabras de Ester empiezan a desvelar una verdad que siempre sospeché: soy diferente.

—¿Qué debo hacer? —pregunto finalmente, mirando a Ester con determinación.

—Primero, necesitas aprender a controlar tus poderes. Si esa criatura no te hizo daño, puede que haya algo en ti que lo detuvo. Algo poderoso —responde Ester—. Quédate conmigo un tiempo. Te enseñaré lo que sé sobre magia y cómo defenderte.

Asiento lentamente, comprendiendo que regresar a la cabaña no es una opción. Debo conocer mi verdadero origen y aprender a defenderme de los peligros que me acechan.

—Está bien. Me quedaré, pero no sabía que había magia en mi —digo con resolución.

Ester sonríe y me aprieta la mano con calidez.

—Muy bien, pequeña. Es hora de que comencemos te ayudare a sacar ese poder que hay dentro de ti—dice, levantándose—. El camino será largo y difícil, pero no estarás sola.

A medida que el amanecer empieza a teñir el cielo de un tenue rosa, siento una chispa de esperanza en mi corazón. Tal vez, finalmente, descubriré la verdad sobre mi pasado y el poder que llevo dentro.

Junto a Ester, me preparo para enfrentar mi destino, sin saber que este es solo el comienzo de una aventura que cambiará mi vida para siempre.

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