Andrés se quedó pensativo, sin saber qué hacer. Se pasó una mano por la cabeza, frustrado, mientras murmuraba para sí mismo:"¿Qué me está pasando con Sandra?"Sacudió la cabeza, tratando de aclarar sus pensamientos. "Debe ser por lo de nuestra hija… por eso estoy actuando así."Suspiró y finalmente entró al hospital. Al llegar a la sala de espera, vio a sus padres, Óscar y Emma, conversando con sus tíos y con Alejandro.Óscar lo miró con atención y preguntó:—¿Estás bien, hijo? Te veo pensativo.Andrés disimuló su inquietud y respondió con calma:—Estoy bien, papá.Alejandro lo observó por un momento, pero no dijo nada. Luego, se puso de pie y se despidió del grupo:—Cualquier cosa, me avisan.—Claro que sí, sobrino, no te preocupes —respondió Óscar. Luego, hizo una pausa y miró a Alejandro con seriedad antes de añadir:—Y quiero disculparme por lo que te dije hace un rato.Alejandro lo miró por un instante y luego respondió con tranquilidad:—No te preocupes, tío.Óscar asintió con
Margaret se acercó lentamente a Alejandro y deslizó sus manos alrededor de su cuello, sosteniéndolo con suavidad mientras lo miraba fijamente a los ojos.—Alejandro, quiero que intentemos ser una familia de verdad. No quiero que estés conmigo solo por compromiso o por nuestro hijo. Quiero que te sientas feliz a mi lado, que encuentres en mí a la mujer con la que puedas compartir tu vida… No quiero que me veas solo como la madre de tu hijo, sino como tu esposa, tu compañera.Su mirada reflejaba una súplica silenciosa, una necesidad de que él le respondiera de la manera que ella deseaba. Lentamente, Margaret se inclinó para besarlo, buscando su cercanía, su calor, pero antes de que pudiera hacerlo, Alejandro giró el rostro y se apartó con suavidad.—Lo siento, Margaret… —dijo en un tono pausado, casi resignado—. Estoy muy cansado. Ha sido un día largo y mañana tengo una junta importante. Lo mejor será que descanse.Margaret parpadeó un par de veces, tratando de ocultar la decepción en s
Alejandro salió del baño con una toalla atada a la cintura. Su cabello aún goteaba, pero no le importó. Caminó lentamente hacia la cama y se dejó caer sobre el colchón con un suspiro pesado.Sus ojos vagaron por la habitación hasta detenerse en un retrato sobre la mesita de noche. Su corazón latió con fuerza al verlo.Era una foto de Camila.Ella sonreía con dulzura, con esos ojos llenos de vida que lo habían atrapado desde el primer día. A su lado, él aparecía con una expresión seria, casi fría, como si en aquel momento no hubiera querido admitir lo que realmente sentía por ella.Alargó la mano y rozó el marco con los dedos, como si de algún modo pudiera tocarla a través de la imagen."¿Dónde estás, Camila?" pensó con desesperación.El cansancio fue pesando sobre su cuerpo, y sin darse cuenta, sus párpados comenzaron a cerrarse. Su respiración se volvió más lenta, y poco a poco, se sumió en un sueño profundo.Pero incluso dormido, su mente no lo dejaba en paz. Porque en sus sueños, s
Adrien le indico a camila que se sentara.—Siéntate. —La voz del señor Garcías era firme pero tranquila mientras seguía revisando algunos documentos.Camila tomó asiento frente a él, manteniendo la compostura. A pesar de la seriedad de su jefe, ya comenzaba a sentirse más cómoda en su presencia.Después de unos minutos, él le pasó un nuevo grupo de papeles.—Quiero que revises estos informes y me digas qué te parecen.—Por supuesto, señor. —respondió ella, tomando los documentos y concentrándose en su contenido.Ambos se sumergieron en el trabajo, analizando cada detalle, señalando ajustes y compartiendo observaciones. El tiempo pasó sin que se dieran cuenta, hasta que, después de una hora, el señor Garcías se inclinó hacia atrás en su silla y pasó una mano por su cabello, suspirando con cansancio.Camila, que lo observaba discretamente, notó su gesto y decidió ofrecerle un respiro.—Si quiere, puedo traerle un café. —dijo con voz suave.Él levantó la mirada y la estudió por un moment
Cuando Camila terminó de leer el informe, levantó la vista con expresión pensativa. Adrien la observaba con interés, esperando su respuesta.—Bien, Valentina, ¿qué te parece? Quiero que me des tu opinión. —dijo con tono serio, pero con un leve matiz de curiosidad.Camila acomodó el documento sobre el escritorio y tomó aire antes de hablar.—Es un proyecto ambicioso, señor Garcías. Los Méndez buscan algo más que una simple construcción de edificios, quieren una alianza estratégica con la empresa.Adrien asintió, cruzando los brazos sobre su pecho.—Exactamente. Buscan una empresa confiable que no solo ejecute la obra, sino que también garantice estabilidad a largo plazo.Camila tomó una pluma y señaló algunos puntos en el informe.—Aquí se detallan los costos y tiempos de entrega, pero creo que podríamos mejorar la propuesta agregando un plan de seguimiento post-construcción. Eso les daría más seguridad de que estaremos involucrados incluso después de finalizado el proyecto.Adrien arq
Adrien se quedó en silencio por unos segundos, mirando el informe que aún tenía en sus manos. Luego, levantó la vista y fijó su mirada en José, su tono serio y decidido.—Quiero que investigues a Valentina Suárez.José arqueó una ceja, sorprendido por la petición.—¿En serio quieres que la investigue? —preguntó, apoyando un codo en el escritorio con expresión intrigada.—Sí. Pero ya sabes, nadie en la empresa debe enterarse. Esto queda solo entre tú y yo. —Adrien entrecerró los ojos, dejando claro que era algo que le importaba más de lo que quería admitir.José lo miró con curiosidad antes de asentir.—Está bien, Adrien. Pero dime, ¿qué es lo que buscas exactamente?—Todo. Desde el día en que nació hasta ahora. Dónde vivió, dónde estudió, con quién se relaciona… quiero saberlo todo. Incluso sus gustos y lo que no le gusta.José silbó, divertido.—Vaya, eso sí es un interés profundo. —bromeó, pero al ver la expresión seria de Adrien, su sonrisa se desvaneció un poco—. Está bien, lo har
Adrien se acomodó en su asiento, cruzó los dedos sobre la mesa y miró a los Méndez con confianza antes de empezar a hablar.—Señores Méndez, antes que nada, quiero agradecerles por considerar nuestra empresa para este proyecto. Sabemos que no solo buscan un socio constructor, sino también un aliado estratégico que garantice calidad, innovación y, sobre todo, rentabilidad a largo plazo.Los empresarios asintieron con interés.—Hemos estudiado sus requerimientos y creemos que la mejor forma de llevar a cabo esta alianza es desarrollando un modelo de construcción sustentable, con materiales de alta calidad y tecnologías modernas que reduzcan los costos de mantenimiento a futuro.Uno de los Méndez, el más mayor, entrelazó las manos sobre la mesa y preguntó con curiosidad:—Su propuesta suena interesante, señor Garcías, pero necesitamos algo concreto. ¿Cuál sería su estrategia para diferenciarse de las demás constructoras que también están interesadas en este contrato?Adrien sonrió con se
Cuando los Méndez salieron de la sala, sus rostros serios mantuvieron la tensión en el aire. Uno de ellos, el mayor, se aclaró la garganta y dijo con voz firme:—Pueden entrar.Adrien y Camila se miraron por un instante antes de volver a la sala. Sus pasos resonaban en el elegante piso de madera mientras se sentaban nuevamente en sus respectivos lugares.Todos los presentes se miraron unos a otros, como si esperaran que alguien rompiera el silencio. Finalmente, el mayor de los Méndez habló con una sonrisa de satisfacción.—Después de analizar la propuesta y discutirlo a fondo… hemos decidido que sean ustedes quienes lleven adelante este proyecto.Camila sintió una oleada de alivio y emoción, pero antes de que pudiera reaccionar, Adrien soltó una risa triunfal y, sin pensarlo, la abrazó con fuerza.—¡Lo logramos, Valentina! —exclamó con entusiasmo.Sin darle tiempo a reaccionar, la levantó del suelo con facilidad, girándola en el aire con una risa genuina. Camila abrió los ojos con sor