Uno de los Méndez, el de mirada más analítica, desvió la vista hacia Camila, quien hasta ahora solo había tomado notas. —¿Y usted qué opina, señorita? —preguntó con interés—. Nos ha estado observando con mucha atención. Camila sintió de inmediato la mirada de Adrien sobre ella. Él no dijo nada, pero con un leve asentimiento le dio permiso para responder. Respiró profundo y sonrió con seguridad antes de hablar: —Señores Méndez, entiendo sus preocupaciones. No es fácil confiar en una nueva alianza cuando su empresa ya tiene estabilidad. Pero si analizamos las tendencias actuales del mercado, verán que esta colaboración no solo les garantizará expansión, sino también ventaja competitiva sobre sus rivales. Los empresarios la miraron con mayor interés. Camila continuó con confianza: —Además, nuestro equipo ha desarrollado un modelo de integración que minimizaría riesgos y optimizaría los beneficios en menos tiempo del que cualquier otra empresa podría ofrecerles. Si necesitan datos es
El sonido de las copas al chocar resonó suavemente entre ellos. Camila bebió un sorbo, sintiendo las burbujas cosquillear en su garganta, mientras Adrien la observaba con detenimiento.—No esperaba que te desenvolvieras tan bien en la reunión —comentó, girando la copa entre sus dedos—. Lograste convencerlos con mucha facilidad.Camila sonrió con modestia.—Solo presté atención y les hablé en su mismo idioma. Creo que confiaron en mi explicación porque fui sincera.Adrien apoyó un codo sobre la mesa y la miró con interés.—Eres más que una simple secretaria, ¿cierto?Camila sintió un leve nudo en la garganta. ¿Había dicho algo que despertó sospechas?—No sé a qué te refieres —respondió con calma.Adrien sonrió levemente, sin apartar la mirada de ella.—A que hay algo en ti que no encaja del todo con este puesto. La forma en que te expresas, cómo analizas cada detalle, incluso cómo manejaste la situación con los Méndez… Me hace pensar que vienes de un mundo distinto.Camila bajó la mira
El teléfono de Adrien vibró sobre la mesa, iluminando la pantalla con un nombre que le hizo apretar la mandíbula: Martha.Suspiró y tomó la copa de whisky, dándole un trago sin apresurarse a contestar. José, quien lo observaba con atención, arqueó una ceja.—¿No piensas contestar? —preguntó, señalando el teléfono—. ¿Quién te llama a esta hora?Adrien dejó la copa sobre la mesa y deslizó el dedo por la pantalla, silenciando la llamada.—Es Martha —respondió con indiferencia.José chasqueó la lengua y se acomodó en su silla.—Sigue insistiendo, ¿eh?—No deja de molestar —gruñó Adrien—. Sigue empeñada en que no me divorcie, en que lo intentemos otra vez.José bebió un sorbo de su whisky y lo miró con calma.—¿Y por qué no lo intentas? Tal vez…Adrien lo interrumpió con una risa amarga.—No, José. Ya no la amo. Y, siendo sincero, no sé ni por qué me casé con ella en primer lugar.José frunció el ceño.—¿Cómo que no lo sabes?Adrien suspiró y pasó una mano por su cabello, su expresión endu
Andrés se quedó pensativo, sin saber qué hacer. Se pasó una mano por la cabeza, frustrado, mientras murmuraba para sí mismo:"¿Qué me está pasando con Sandra?"Sacudió la cabeza, tratando de aclarar sus pensamientos. "Debe ser por lo de nuestra hija… por eso estoy actuando así."Suspiró y finalmente entró al hospital. Al llegar a la sala de espera, vio a sus padres, Óscar y Emma, conversando con sus tíos y con Alejandro.Óscar lo miró con atención y preguntó:—¿Estás bien, hijo? Te veo pensativo.Andrés disimuló su inquietud y respondió con calma:—Estoy bien, papá.Alejandro lo observó por un momento, pero no dijo nada. Luego, se puso de pie y se despidió del grupo:—Cualquier cosa, me avisan.—Claro que sí, sobrino, no te preocupes —respondió Óscar. Luego, hizo una pausa y miró a Alejandro con seriedad antes de añadir:—Y quiero disculparme por lo que te dije hace un rato.Alejandro lo miró por un instante y luego respondió con tranquilidad:—No te preocupes, tío.Óscar asintió con
Margaret se acercó lentamente a Alejandro y deslizó sus manos alrededor de su cuello, sosteniéndolo con suavidad mientras lo miraba fijamente a los ojos.—Alejandro, quiero que intentemos ser una familia de verdad. No quiero que estés conmigo solo por compromiso o por nuestro hijo. Quiero que te sientas feliz a mi lado, que encuentres en mí a la mujer con la que puedas compartir tu vida… No quiero que me veas solo como la madre de tu hijo, sino como tu esposa, tu compañera.Su mirada reflejaba una súplica silenciosa, una necesidad de que él le respondiera de la manera que ella deseaba. Lentamente, Margaret se inclinó para besarlo, buscando su cercanía, su calor, pero antes de que pudiera hacerlo, Alejandro giró el rostro y se apartó con suavidad.—Lo siento, Margaret… —dijo en un tono pausado, casi resignado—. Estoy muy cansado. Ha sido un día largo y mañana tengo una junta importante. Lo mejor será que descanse.Margaret parpadeó un par de veces, tratando de ocultar la decepción en s
Alejandro salió del baño con una toalla atada a la cintura. Su cabello aún goteaba, pero no le importó. Caminó lentamente hacia la cama y se dejó caer sobre el colchón con un suspiro pesado.Sus ojos vagaron por la habitación hasta detenerse en un retrato sobre la mesita de noche. Su corazón latió con fuerza al verlo.Era una foto de Camila.Ella sonreía con dulzura, con esos ojos llenos de vida que lo habían atrapado desde el primer día. A su lado, él aparecía con una expresión seria, casi fría, como si en aquel momento no hubiera querido admitir lo que realmente sentía por ella.Alargó la mano y rozó el marco con los dedos, como si de algún modo pudiera tocarla a través de la imagen."¿Dónde estás, Camila?" pensó con desesperación.El cansancio fue pesando sobre su cuerpo, y sin darse cuenta, sus párpados comenzaron a cerrarse. Su respiración se volvió más lenta, y poco a poco, se sumió en un sueño profundo.Pero incluso dormido, su mente no lo dejaba en paz. Porque en sus sueños, s
Adrien le indico a camila que se sentara.—Siéntate. —La voz del señor Garcías era firme pero tranquila mientras seguía revisando algunos documentos.Camila tomó asiento frente a él, manteniendo la compostura. A pesar de la seriedad de su jefe, ya comenzaba a sentirse más cómoda en su presencia.Después de unos minutos, él le pasó un nuevo grupo de papeles.—Quiero que revises estos informes y me digas qué te parecen.—Por supuesto, señor. —respondió ella, tomando los documentos y concentrándose en su contenido.Ambos se sumergieron en el trabajo, analizando cada detalle, señalando ajustes y compartiendo observaciones. El tiempo pasó sin que se dieran cuenta, hasta que, después de una hora, el señor Garcías se inclinó hacia atrás en su silla y pasó una mano por su cabello, suspirando con cansancio.Camila, que lo observaba discretamente, notó su gesto y decidió ofrecerle un respiro.—Si quiere, puedo traerle un café. —dijo con voz suave.Él levantó la mirada y la estudió por un moment
Cuando Camila terminó de leer el informe, levantó la vista con expresión pensativa. Adrien la observaba con interés, esperando su respuesta.—Bien, Valentina, ¿qué te parece? Quiero que me des tu opinión. —dijo con tono serio, pero con un leve matiz de curiosidad.Camila acomodó el documento sobre el escritorio y tomó aire antes de hablar.—Es un proyecto ambicioso, señor Garcías. Los Méndez buscan algo más que una simple construcción de edificios, quieren una alianza estratégica con la empresa.Adrien asintió, cruzando los brazos sobre su pecho.—Exactamente. Buscan una empresa confiable que no solo ejecute la obra, sino que también garantice estabilidad a largo plazo.Camila tomó una pluma y señaló algunos puntos en el informe.—Aquí se detallan los costos y tiempos de entrega, pero creo que podríamos mejorar la propuesta agregando un plan de seguimiento post-construcción. Eso les daría más seguridad de que estaremos involucrados incluso después de finalizado el proyecto.Adrien arq