Alejandro estaba en una conversación con unos socios, pero su atención se desvió cuando vio a Andrés acercarse a Camila en el jardín. Desde su lugar, los observaba con el ceño fruncido, incapaz de escuchar lo que decían pero notando la cercanía entre ellos.Camila regresó al salón con paso firme, como si nada hubiese pasado, pero al entrar, se dio cuenta de la mirada penetrante de Alejandro. Decidida a no dejarse intimidar, se acercó a él.—¿Qué sucede? ¿Y esa mirada? —preguntó con un tono desafiante.Alejandro cruzó los brazos y la miró fijamente.—¿De qué hablabas con Andrés?Camila alzó una ceja, sorprendida por la intensidad de su tono.—¿Ya cálmate, Alejandro? Voy a empezar a pensar que estás celoso.Él soltó una carcajada seca, sin desviar su mirada de ella.—¿Celoso? ¿Yo? Por favor, Camila, no olvides que esto es un maldito contrato.Las palabras de Alejandro cayeron como un golpe, pero Camila se mantuvo firme.—Claro, es solo un contrato —respondió, mirándolo directamente a lo
Alejandro finalmente la soltó, aunque su mirada seguía fija en ella, llena de determinación.—Eres mi propiedad desde el día que firmaste ese contrato. Espero que lo entiendas, Camila.Camila se liberó bruscamente, el corazón latiéndole con fuerza mientras lo miraba con una mezcla de furia y decepción.—No soy tu propiedad, Alejandro. Nunca lo seré.Sin esperar respuesta, salió del cuarto apresuradamente. Bajó las escaleras, sus pasos resonando en el silencio de la casa. Al llegar a la cocina, encendió la luz, intentando calmarse mientras respiraba profundamente. Pero lo que vio allí la sorprendió.—¿Mamá? —preguntó con el ceño fruncido al ver a su madre de pie junto a la estufa, removiendo algo en una olla pequeña.Su madre se giró hacia ella, sonriendo suavemente. —No podía dormir, hija. Estaba preparando una infusión para relajarme.Camila se acercó lentamente, aún con el impacto de lo que había ocurrido minutos atrás en el cuarto.—¿Y tú? ¿Por qué estás despierta a esta hora? —pre
En ese momento, Alejandro apareció en la cocina, impecablemente vestido con un elegante traje que acentuaba su porte de caballero. Su presencia inmediatamente captó la atención de todos. —Buenos días —dijo con voz firme pero educada, mientras tomaba asiento en la mesa. Camila, que estaba ayudando a su hermana a acomodarse en su silla, apenas levantó la vista para mirarlo. Alejandro, sin embargo, la observó directamente. —¿Por qué no me despertaste, amor? —preguntó con una leve sonrisa que parecía buscar provocarla más que mostrar afecto genuino. Camila parpadeó, sorprendida por su tono, pero mantuvo la compostura. —No sabía que tenía que hacerlo —respondió con calma, mientras servía un poco de jugo para su hermana. Alejandro soltó una suave risa, que tenía un toque de ironía. —Está bien, no te preocupes. Tendremos que coordinarlo mejor la próxima vez. La madre de Camila, que había estado observando el intercambio en silencio, intervino rápidamente para romper la tensión
Al llegar a la imponente mansión Ferrer, Alejandro redujo la velocidad del auto y miró de reojo a Camila antes de estacionar.—Al parecer, ya llegaron los demás —dijo con tono neutral.Camila respiró hondo antes de abrir la puerta para bajar, pero antes de que pudiera hacerlo, Alejandro ya estaba fuera del auto y rodeando el vehículo con pasos firmes. Se detuvo junto a ella y, para su sorpresa, le tendió la mano.Ella lo miró con cierta incredulidad, dudando por un momento, pero luego comprendió el mensaje detrás de aquel gesto: debían aparentar ser una pareja feliz.Tomó su mano con algo de inseguridad, y Alejandro, sin soltarla, le murmuró con voz baja:—Sonríe delante de todos.Camila sintió un escalofrío recorrer su espalda ante la firmeza de sus palabras. No le gustaba la idea de fingir algo que no sentía, pero sabía que era parte del trato. Forzó una leve sonrisa mientras caminaban juntos hacia la entrada.Al cruzar las enormes puertas de la mansión, fueron recibidos por la eleg
Andrés sonrió con astucia, sintiendo que la situación jugaba a su favor. Aprovechó el momento de reconciliación entre su padre y su tío para acercarse a Alejandro y Camila.Se colocó frente a Alejandro y, con seguridad, le tendió la mano.—¿Qué dices, primo? Ahora podemos trabajar sin rivalidades. Soy tan dueño de esta empresa como tú.Camila miró a Alejandro con discreción, preguntándose qué haría. Sabía que Alejandro no confiaba en Andrés, pero también entendía que no podía ignorar la voluntad de su abuelo, sobre todo ahora que su padre estaba observando cada uno de sus movimientos.Alejandro respiró hondo, su mandíbula se tensó por un instante, pero finalmente estrechó la mano de Andrés con firmeza.—Espero que sepas lo que haces —le dijo en un tono bajo, lo suficientemente serio como para dejar claro que aquello no era un pacto de amistad, sino una tregua forzada.Andrés mantuvo su sonrisa de siempre, pero en su mirada había algo más… algo calculador.—Bueno, entonces que no se ha
Camila se sentó en el sofá, sumida en sus pensamientos. Su madre salió de la cocina en ese momento y la vio con la mirada perdida.—Hija, ¿qué tienes? —preguntó con ternura.—Nada, mamá, solo estaba pensando en tu viaje al pueblo. ¿Ya tienes todo listo?—Sí, hija, solo te estaba esperando para irme —respondió su madre con una sonrisa.—¿Y mi hermanita? ¿Está contenta?—Sí, está feliz porque podrá ir a la tumba de su padre —dijo su madre con un dejo de nostalgia en la voz.Camila bajó la mirada, sintiendo un nudo en la garganta.—Mamá… te voy a extrañar.Su madre se acercó y la abrazó con fuerza.—Y yo a ti, hija.Camila suspiró y trató de sonreír.—Mamá, apenas pueda, iré al pueblo para visitar la tumba de papá.Su madre le acarició el cabello con dulzura.—Lo sé, hija. Pero mientras tanto, yo le llevaré flores de tu parte.Camila asintió, sintiendo un nudo en la garganta. A pesar de todo lo que estaba pasando en su vida, la partida de su madre la hacía sentir vulnerable. Su madre er
Ricardo lo miró con curiosidad y se recostó en la silla.—¿Y cuándo piensas mudarte a la mansión? ¿Camila ya está enterada?Alejandro soltó un suspiro y asintió.—Sí, ella estuvo conmigo cuando leyeron la carta.Ricardo lo observó con una sonrisa maliciosa.—Bueno, al menos ya lo sabe. Pero dime algo… ¿qué harás con Andrés? Porque, amigo, él está interesado en Camila. Se le nota en la mirada, la desea.Alejandro apretó la mandíbula con evidente molestia y desvió la mirada.—Eso tú y yo lo sabemos muy bien… Desde la primera vez que la vio, Andrés mostró interés en ella.—Exacto. Y si sigue mirándola de esa forma, tarde o temprano se va a dar cuenta de que tu matrimonio es una farsa —comentó Ricardo, con un tono serio.Alejandro frunció el ceño y tamborileó los dedos sobre el escritorio.—Sí, lo sé. Y eso es lo último que quiero que pase.—Entonces… ¿qué vas a hacer?Alejandro se pasó una mano por el cabello y exhaló con frustración.—Voy a tener que ser más cariñoso con Camila.Ricardo
Camila bajó las escaleras con un elegante vestido negro que realzaba su figura. Su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros, y su maquillaje sutil acentuaba aún más su belleza natural.—Ya estoy lista —dijo con calma, deteniéndose frente a Alejandro.Él la observó de arriba abajo, deteniéndose un segundo más de lo necesario en su escote. Una sonrisa ladeada apareció en su rostro mientras cruzaba los brazos.—Ahora entiendo por qué Andrés está tan interesado en ti.Camila frunció el ceño, sintiendo una punzada de enojo.—Si me elegiste para este contrato, no fue precisamente por mi belleza —respondió con frialdad—. Así que ahórrate esos comentarios.Alejandro alzó una ceja, sorprendido por su reacción.—Relájate, solo era un comentario —dijo con indiferencia, abriendo la puerta—. Vamos, no quiero retrasarme más.Camila tomó aire y salió sin decir nada, pero por dentro, su molestia crecía. No le gustaba que la compararan con nada ni con nadie, y mucho menos que Alejandro hablara d