Andrés sonrió con astucia, sintiendo que la situación jugaba a su favor. Aprovechó el momento de reconciliación entre su padre y su tío para acercarse a Alejandro y Camila.Se colocó frente a Alejandro y, con seguridad, le tendió la mano.—¿Qué dices, primo? Ahora podemos trabajar sin rivalidades. Soy tan dueño de esta empresa como tú.Camila miró a Alejandro con discreción, preguntándose qué haría. Sabía que Alejandro no confiaba en Andrés, pero también entendía que no podía ignorar la voluntad de su abuelo, sobre todo ahora que su padre estaba observando cada uno de sus movimientos.Alejandro respiró hondo, su mandíbula se tensó por un instante, pero finalmente estrechó la mano de Andrés con firmeza.—Espero que sepas lo que haces —le dijo en un tono bajo, lo suficientemente serio como para dejar claro que aquello no era un pacto de amistad, sino una tregua forzada.Andrés mantuvo su sonrisa de siempre, pero en su mirada había algo más… algo calculador.—Bueno, entonces que no se ha
Camila se sentó en el sofá, sumida en sus pensamientos. Su madre salió de la cocina en ese momento y la vio con la mirada perdida.—Hija, ¿qué tienes? —preguntó con ternura.—Nada, mamá, solo estaba pensando en tu viaje al pueblo. ¿Ya tienes todo listo?—Sí, hija, solo te estaba esperando para irme —respondió su madre con una sonrisa.—¿Y mi hermanita? ¿Está contenta?—Sí, está feliz porque podrá ir a la tumba de su padre —dijo su madre con un dejo de nostalgia en la voz.Camila bajó la mirada, sintiendo un nudo en la garganta.—Mamá… te voy a extrañar.Su madre se acercó y la abrazó con fuerza.—Y yo a ti, hija.Camila suspiró y trató de sonreír.—Mamá, apenas pueda, iré al pueblo para visitar la tumba de papá.Su madre le acarició el cabello con dulzura.—Lo sé, hija. Pero mientras tanto, yo le llevaré flores de tu parte.Camila asintió, sintiendo un nudo en la garganta. A pesar de todo lo que estaba pasando en su vida, la partida de su madre la hacía sentir vulnerable. Su madre er
Ricardo lo miró con curiosidad y se recostó en la silla.—¿Y cuándo piensas mudarte a la mansión? ¿Camila ya está enterada?Alejandro soltó un suspiro y asintió.—Sí, ella estuvo conmigo cuando leyeron la carta.Ricardo lo observó con una sonrisa maliciosa.—Bueno, al menos ya lo sabe. Pero dime algo… ¿qué harás con Andrés? Porque, amigo, él está interesado en Camila. Se le nota en la mirada, la desea.Alejandro apretó la mandíbula con evidente molestia y desvió la mirada.—Eso tú y yo lo sabemos muy bien… Desde la primera vez que la vio, Andrés mostró interés en ella.—Exacto. Y si sigue mirándola de esa forma, tarde o temprano se va a dar cuenta de que tu matrimonio es una farsa —comentó Ricardo, con un tono serio.Alejandro frunció el ceño y tamborileó los dedos sobre el escritorio.—Sí, lo sé. Y eso es lo último que quiero que pase.—Entonces… ¿qué vas a hacer?Alejandro se pasó una mano por el cabello y exhaló con frustración.—Voy a tener que ser más cariñoso con Camila.Ricardo
Camila bajó las escaleras con un elegante vestido negro que realzaba su figura. Su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros, y su maquillaje sutil acentuaba aún más su belleza natural.—Ya estoy lista —dijo con calma, deteniéndose frente a Alejandro.Él la observó de arriba abajo, deteniéndose un segundo más de lo necesario en su escote. Una sonrisa ladeada apareció en su rostro mientras cruzaba los brazos.—Ahora entiendo por qué Andrés está tan interesado en ti.Camila frunció el ceño, sintiendo una punzada de enojo.—Si me elegiste para este contrato, no fue precisamente por mi belleza —respondió con frialdad—. Así que ahórrate esos comentarios.Alejandro alzó una ceja, sorprendido por su reacción.—Relájate, solo era un comentario —dijo con indiferencia, abriendo la puerta—. Vamos, no quiero retrasarme más.Camila tomó aire y salió sin decir nada, pero por dentro, su molestia crecía. No le gustaba que la compararan con nada ni con nadie, y mucho menos que Alejandro hablara d
En ese momento, el teléfono de Camila sonó. Alejandro la miró con curiosidad, pero ella solo dijo en voz baja:—Es mi mamá, voy al jardín.—Está bien, ve —respondió él sin darle mucha importancia.Camila salió y tomó aire fresco antes de contestar.—¿Mamá? ¿Cómo llegaste?—Bien, hija, solo te llamo para decirte que estamos bien. Tu hermana está emocionada de estar aquí.Camila sonrió, sintiendo alivio.—Me alegra mucho, mamá.—Hija, hay algo más… La casa donde vivíamos antes con tu padre está en venta otra vez.Camila se quedó en silencio por un momento. Aquella casa estaba llena de recuerdos, buenos y malos, pero seguía siendo el lugar donde había crecido.—¿Estás segura, mamá?—Sí, hija, acabo de enterarme. Pensé que te gustaría saberlo.Camila apretó el teléfono con fuerza y tomó una decisión sin dudarlo.—Si quieres, la compramos.—¿En serio, hija?—Claro que sí, mamá. En una hora te haré la transferencia a tu cuenta, solo debo hablar con Alejandro.—Gracias, hija, no sabes lo fel
Andrés y su esposa entraron a la habitación en silencio después de acostar a su hija. Él se quitó el saco con un gesto mecánico, sin siquiera mirarla. Sandra se acercó, tomándolo con suavidad para ayudarlo, como tantas noches antes. Pero esta vez, cuando intentó besarlo, él giró el rostro con frialdad.—Déjame en paz —dijo con voz tensa, alejándose de ella.Sandra entrecerró los ojos y cruzó los brazos.—¿Por qué? ¿Por qué sigues actuando como si yo fuera la culpable de todo? —su tono era de reproche, pero sobre todo de dolor.Andrés exhaló con impaciencia, desabrochando los primeros botones de su camisa.—Sabes bien que solo estamos juntos por nuestra hija.Sandra soltó una risa amarga y negó con la cabeza.—¿Y eso te justifica para desear a otra mujer? —Lo miró fijamente, con un destello de desafío en sus ojos—. No tienes que decir nada, Andrés. Lo he visto en tu mirada, en la forma en que sigues a Camila con los ojos, como si quisieras devorarla.Andrés apretó la mandíbula, y por u
Alejandro cerró la puerta con un leve golpe y se quitó la corbata con un gesto impaciente. Su camisa estaba desabrochada en el cuello, y Camila no pudo evitar notar la mancha de lápiz labial apenas visible en la tela blanca. Su estómago se contrajo, pero en lugar de decir algo, desvió la mirada y caminó hacia la cama. —¿Qué sucede? —preguntó Alejandro con voz grave, notando su expresión. —Nada —respondió ella, con un tono seco. Él entrecerró los ojos y dio un paso hacia ella. No iba a dejarlo pasar. La sujetó suavemente por el brazo y la obligó a girarse para enfrentarlo. —¿Estás celosa de ver ese beso en mi camisa? —susurró contra su oído, su aliento cálido rozando su piel. Camila sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero se armó de valor y lo empujó. —Claro que no. Puedes hacer lo que te dé la gana. Alejandro soltó una risa baja y desafiante. —¿Ah, sí? Entonces no te importará esto. En un movimiento rápido, la atrapó entre sus brazos y sus labios se encontraron
Al día siguiente, Alejandro despertó y giró la cabeza hacia Camila, quien dormía plácidamente a su lado. Su respiración era tranquila, su rostro relajado, y su piel aún conservaba el calor de la noche anterior. Instintivamente, Alejandro levantó la sábana y la observó de nuevo. Una sonrisa se dibujó en sus labios al recordar cada momento compartido."No sabía que eras virgen..." pensó, contemplándola. "Espero no haber cometido un error contigo, mujer."Camila se movió ligeramente y abrió los ojos con lentitud. Lo primero que vio fue a Alejandro mirándola con una expresión difícil de descifrar.—Buenos días —le dijo él con voz grave.Ella le sonrió con timidez.—Buenos días.Pero algo en la mirada de Alejandro la hizo fruncir el ceño.—Te noto pensativo... —murmuró, tratando de descifrar sus pensamientos.Alejandro tardó un segundo en responder.—Cosas de la empresa —dijo, desviando la mirada.Pero Camila sintió que no era solo eso. Algo en su actitud la hacía preguntarse si se arrepen