La emperatriz

Tras la salida de Estefan, Elisabeth caminó hacia su padre parándose delante de él y le tomó ambas manos con las suyas. Le hizo una promesa que espera no romper. A pesar de todo confía en Estefan, pese a su arrogancia ve algo en el que la hace confiar.

—Vendré a visitarte, lo prometo, siempre que pueda lo haré. —el duque la miró, intentando entenderla.

—Hija. No debes temer.

—Padre, quiero que entiendas que todo está bien, Estefan no me está obligando a nada. Ayúdame a organizar el matrimonio y deja de preocuparte.

—Bien, pero no quiero ver a ese hombre hasta el día del matrimonio.

—No te preocupes, no creo que aparezca en unos días.

Tras acordar esto Elizabeth se dedicó junto a su madre a elegir el vestido. Enviaron en buscar a la modista quien llegó al poco tiempo, sabían que 5 días era muy poco por eso no deberían ir a dormir sin encargarlo.

Elizabeth escogió uno sencillo ya que sería prácticamente una reunión familiar y la duquesa sin estar de acuerdo, aceptó.

Era el único vestido
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