En el centro de la ciudad de Caracas. Una joven camina, lleva sus brazos cruzados y unos audífonos en sus oídos. Su ropa era suelta, parecía que está no hacía contacto con su piel por lo que se notaba su delgadez. Le encanta la lectura, el arte, la música, todo aquello que la haga distanciarse por momentos de la realidad le agrada.La ciudad abarrotada de gente la hace sentir insatisfecha, le molesta la cercanía de los demás y los ruidos molestos que a diario debe escuchar.Tiene 23 años y trabaja de archivadora, un trabajo que solo eligió por beneficio, el cual era estar 8 horas de trabajo dentro de aquel pequeño espacio sin que la molestarán.No tenía contacto con sus compañeros. No quería entablar ningún tipo de relación. Ella prefería enfocarse en lo suyo nada más.Tiene su cabello negro corto hasta los hombros, lacio y con brillo, con ojos grises, sus labios son pequeños con un tono rosa natural y su piel blanca la hacia resaltar.Para todos es un misterio su silueta debido a la
Renata no sabe lo que sucedió. Lo único que sabe aún estando en la oscuridad es que el aire le comienza a faltar. Abre sus ojos pero la oscuridad continúa "¿Qué sucede?" Piensa mientras levanta sus manos y hay algo pesado sobre ella. Lleva las manos hacia los lados para sentir lo mismo "estoy dentro de una caja" su respiración comienza a acelerarse al darse cuenta de lo que sucede. Una caja, dificultad para respirar. "¡Me quieren enterrar viva!". Comienza a golpear aquella caja con fuerza mientras grita que la ayuden. —Ayuda —eso fuera se escucha suave, tan suave que es casi imperceptible para todos. Una mujer de mediana edad vestida de blanco de cabello negro de pequeñas ondas, lo lleva cubierto con un pañuelo blanco largo que lo cubre casi en su totalidad, sus ojos azules están empañados por las lágrimas que a derramado siendo bordeados de rojo, está arrodillada a un lado de aquella caja de piedra blanda mientras llora la muerte de su hija —¡silencio! —aquel grito hace que lo
Renata no podía entender lo que sucedía. Solo que el nombre del Duque le recordó dónde estaba, aunque la chica en la que está ahora se supone que moría.Se acostó en la cama mirando al techo —maldicion, ¿Cómo me sucedió esto?Renata se había dado cuenta que estaba en aquella historia de lobos que no podía dejar de leer, se llamaba Tu eres mi luna. Aunque no pudo llegar el final puede imaginarse el final feliz.Elizabeth no es más que la chica que muere al inicio de la historia, según la descripción se ahogó en un pozo debido a un accidente. Y por sus recuerdos sabe que es real, nadie la atacó, ni atentó contra ella.Aún así su muerte influyó en el estado anímico del Duque. Este se desprendió un poco de sus deberes dejando de asistir a las reuniones. Por lo que el emperador terminó por ceder su título a otra persona y él fue degradado, su familia perdió todo debido a la perdida de su hija.Saliendo de esta forma de la historia que se centró en la hija de el Márquez Barrios que era amig
Samira y Celia llevaron a Elizabeth casi a rastras hacia el salón principal donde su familia las esperaba.Los padres de Elizabeth esperaban que aceptara salir con sus hermanas, sin embargo, no sabían que ellas ni preguntaron. Básicamente fue obligada a vestirse y arreglarse para el paseo.Aquello que más temía en su camino al salon sucedió. Al llegar sus padres no estaban solos, allí se encontraba Royer de 23 años y Cristofer de 18 sus hermanos, estos al ver a la pequeña niña hicieron lo mismo que sus hermanas.Elizabeth colocó sus manos delante tratando de frenar lo inevitable, sus hermanos la abrazaron con fuerza "¡que horror!" fue lo que pensó ante eso aunque el abrazo fue fugaz. Se separaron de ella casi al instante.—Mi hermanita ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?—Preguntó Royer mientras le sacudía el cabello.—Déjala, le dañaras el cabello y vamos de salida —dijo Samira acercándose para arreglar el desastre ocasionado por su hermano en el cabello de Elizabeth —continuas siendo un i
Elizabeth fue de regreso a la mansión con sus hermanas después de un breve paseo. Ella continuó a su habitación, tenía aún muchas cosas que procesar y quería saber que hacer a continuación.Se sentó en la cama después de despedirse de todos. Ya casi anochecía por lo que todos esperarían que la cena estuviera lista, momento en el que se encontrarían nuevamente en el comedor.Replanteando todo recordó algo que había olvidado por completo, se levantó casi de un brinco y corrió a la puerta. Aquella doncella que siempre acompañaba a Elizabeth y era encantadora aún no aparecía.Le sorprendió un poco ya que todos fueron con ella menos aquella niña que tiene su misma edad. Se detuvo antes de abrir la puerta con las manijas de esta en sus manos."¿Realmente necesito compañía?" —estaba en un dilema interno. Por un lado quería continuar estando sola pero recordar a esa niña y no saber lo qué sucedió con ella no le agrada."La buscaré y después veré que hacer con ella" —terminó por abrir la puer
Todos en la mansión esa noche durmieron con el mejor de los ánimos por lo que sus sueños fueron encantadores. Pero Renata por su parte tuvo pesadillas. En ellas unos seres parecidos a ángeles la acusaban con el dedo de ser una farsante. Aunque intentaba defenderse y decir que no era así sus acusadores no paraban de gritarle. Ella solo se cubrió los oídos con ambas manos y cerró sus ojos, logrando despertar de esa forma de aquel sueño.Le costó un poco retomar el descanso, aunque fue difícil lo logro. Aún así había perdido horas valiosas de sueño por una acusación que era absurda, ella no pidió eso. Pese a que solo fue una pesadilla Renata sabía que era su subconsciente quien la traicionaba (farsante), era algo que ella sabía que era real, pero no es la culpable de eso. Jamás hubiera escogido volver y menos en este lugar.Aún así a la mañana siguiente se levantó con buen ánimo, creía que muy temprano tendría a Teresa con ella pero no fue así.La joven doncella aún no llegaba por lo que
Elizabeth después de aquella conversación y enterarse que debía presentarse frente a un gran número de personas se llenó de pavor. ¿Realmente eso era necesario? Esto se lo preguntaba repetidas veces, sin obtener respuesta.Debido a esto, sus inseguridades, aquellas que intentaba evitar estaban volviendo como un gran huracán sobre su cabeza.Miraba sin expresión alguna a Samira, su hermana continuaba hablando pero ya Elizabeth no la escuchaba. La duquesa, se levantó y se dirigió a la cocina ya que debía coordinar el almuerzo así que dejó solas a las chicas. Samira continuaba hablando sin preguntarse si Elizabeth la escuchaba o no.—Como les decía, es muy extraño. Aceptar venir al debut no es propio de un hombre como él —Samira miraba a la nada mientras hablaba, como si intentara buscar una razón para que el confirmara su participación, miró a Elizabeth —¿me estás escuchando? —no escucho una respuesta —Elizabeth, te estoy hablando.—Si, si, yo te estoy escuchando —Samira arqueo la ceja
Aquella pequeña niña frente a Elizabeth aún parecía que suplicaba con la mirada.—No es tu culpa, fue mía al no ver lo que hacía. Quiero que dejes de mirarme de esa forma ¿Entiendes? —dijo con calma, ya no soportaría otro espectáculo como el anterior, la chica solo asintió mientras limpiaba sus lágrimas —bien, ahora volverás a estar conmigo.—Gracias señorita —hizo una reverencia y dio dos pasos hacia atrás.—Debemos esperar —dijo la duquesa entrando al salón, miró a Teresa —veo que ya llegó, eso es bueno. Espero que mi esposo llegue pronto, siento que no puedo esperar.—Me parece que madre está hambrienta —la duquesa caminó hacia ellas y se sentó justo a un lado de Samira quien la miraba.—Claro, necesito que lleguen en este momento, mi pobre estómago no puede resistir —dijo casi en un lamento, Elizabeth la miraba y le parecía un tanto gracioso la forma infantil en la que se comportaba, por lo que una leve sonrisa se formó en sus labios —hija, ¿También estás hambrienta?—Si madre, ya