Samira y Celia llevaron a Elizabeth casi a rastras hacia el salón principal donde su familia las esperaba.
Los padres de Elizabeth esperaban que aceptara salir con sus hermanas, sin embargo, no sabían que ellas ni preguntaron. Básicamente fue obligada a vestirse y arreglarse para el paseo.Aquello que más temía en su camino al salon sucedió. Al llegar sus padres no estaban solos, allí se encontraba Royer de 23 años y Cristofer de 18 sus hermanos, estos al ver a la pequeña niña hicieron lo mismo que sus hermanas.Elizabeth colocó sus manos delante tratando de frenar lo inevitable, sus hermanos la abrazaron con fuerza "¡que horror!" fue lo que pensó ante eso aunque el abrazo fue fugaz. Se separaron de ella casi al instante.—Mi hermanita ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?—Preguntó Royer mientras le sacudía el cabello.—Déjala, le dañaras el cabello y vamos de salida —dijo Samira acercándose para arreglar el desastre ocasionado por su hermano en el cabello de Elizabeth —continuas siendo un idiota."¿Cómo les hago entender que esto es molesto?" —Elizabeth se mantenía en silencio mientras ellos discutían.—No me importa lo que digas es mi pequeña hermana —acercó de nuevo la mano hacia la cabeza de Elizabeth pero ésta fue golpeada por Samira —Auch.—Idiota, te golpearé de nuevo si lo intentas una vez mas. Recuerda que soy tu hermana mayor.—dijo amenazante.—Pero yo seré el duque.—El Duque idiota —por primera vez Elizabeth sonrió, le parecía un tanto divertida la discusión que llevaban ambos hermanos. Parecía una discusión de niños, era muy infantil a su parecer —hasta Elizabeth sabe que eres idiota —dijo Samira sonriendo y cruzando sus brazos.—Es hora de irnos —intervino Celia, parándose entre sus dos hermanos mayores que se miraban fijo —Samira. ¿Nos vamos?—Si, ya vamos —Samira agarró una mano de Elizabeth y fueron frente a sus padres, hicieron una reverencia a la vez que les comentaban que saldrían. —¿Estás segura de salir ahora? —preguntó su padre mirándola, ella miró a los lados a ambas hermanas.—Si, saldré por un momento —sin nada mas que decir ellos aceptaron, ambos padres estarían más que satisfechos con que solo saliera al salon pero si quería ir a la ciudad no se opondrán.En el lugar también estaban los esposos de Samira y Celia, estos se mantuvieron en silencio ya que al parecer es a los únicos que les parece increíble lo que sucedió. Estos sólo miraban a Elizabeth intentando buscar algo, aunque no sabían que.Samira y Celia se despidieron de sus esposos. Estos se quedaron con los padres y hermanos de Elizabeth mientras ellas salían de la mansión.—¿En serio su hija está bien? —preguntó Marcos el esposo de Samira a su suegro, mientras lo miraba.—Ya lo viste con tus propios ojos. ¿Qué más quieres? —Marcos volvió la vista a la salida."Su mirada, se ve diferente" —pensó Marcos al parecer todos hacían la vista gorda a lo que sucedía, pero la mirada alegre y llena de vida de la niña no estaba y él podía notarlo.Terry el esposo de Celia prefirió callar, su esposa estaba feliz con el regreso de su hermana y eso era lo que a él le importaba.Fuera de la mansión, Celia y Samira caminaban con sus brazos entrelazados a cada lado de Elizabeth. Ella solo miraba al frente y se dejaba llevar.No podía negar que estaba encantada con lo que veía y sentía. El aire puro que podía aspirar en ese lugar, no está contaminado por lo que es agradable y relajante. No hay ruidos molestos de los autos en especial las cornetas en plena hora pico. No hay exceso de polvo por las grandes construcciones, ni el sonido del martillo mecánico rompiendo alguna calle. Son muchas cosas buenas por las cuales sentirse bien."Es perfecto"Podía escuchar solo conversaciones lejanas y algunos murmullos relacionados a ella. Una chica que muere y vuelve a la vida es algo increíble. Pero en general era un lugar agradable.Esto hizo que se relajara de cierta manera. Sus hermanas la llevaron a la tienda de postres donde estaban los favoritos de Elizabeth. Al entrar al lugar, muchos de los que allí se encontraban se levantaron sobresaltados, escuchar los rumores no era lo mismo que verla frente a ellos. Aún así todos volvieron a su lugar después de calmarse. No era lo más increíble que habían visto en su vida, pese a eso no dejaba de ser raro.Elizabeth camino con sus hermanas a una mesa cercana, pidieron los postres aunque ella no estaba muy segura de eso. Le trajeron un trozo de pastel así que ella se quedó mirando aquel postre de chocolate, que es el preferido de Elizabeth. Sus hermanas la miraban esperando que coman mientras que ella solo se pierde un momento.Pudo recordar el porque odia los dulces. En su vida como Renata dejó de comer dulces luego de su cumpleaños número 10. Su último postre fue de chocolate, cubierto con una fina capa de crema del mismo sabor, algunas líneas de sirope de fresa, decorado con recortes de chocolate blanco, puede recordarlo a la perfección ya que su padre no tenía permitido asistir y se quitó la vida 2 meses después. No pudo estar con su padre en ningún cumpleaños debido a su madre y después de eso sabía que era imposible.Eso fue un gran golpe para ella, así que decidió no volver a celebrar cumpleaños en su vida y lo cumplió. Cuando su madre le organizaba alguna reunión ella se encargaba de encerrarse en su habitación, desde ese momento el resentimiento hacia su madre comenzó a crecer volviéndose cada vez más fuerte.Levantó la cuchara con lentitud llevándola al pastel, sus ojos se iban empañando a medida que la acercaba. Quería recordar el sabor que tenía ya que lo había olvidado.Agarró un pequeño trozo, sus hermanas la miraban con una expresión confusa, Elizabeth acostumbraba devorar aquel pastel pero hoy parecía pensarlo.—¿Hermana? —Samira estaba en extremo confundida.Elizabeth dejó salir algunas lágrimas luego de comer aquel trozo, sonrió al recordar aquel sabor y el porque le encantaba —realmente es divino. Sus hermanas sonrieron al escucharla, pensaron que aquellas lágrimas eran recordando su casi muerte pero estaban equivocadas. Para Renata era un dolor muy vivo que debía sanar.Renata ese día terminó por entender que aún sentía culpa. Una culpa que no la dejaba pensar y actuar como quisiera. Miro a las mujeres frente a ella y sonrió.—Gracias por el pastel —dijo mientras tomaba otro bocado.—No te preocupes. Eres nuestra pequeña hermana —dijeron ambas, para proceder a comer su postre…Elizabeth fue de regreso a la mansión con sus hermanas después de un breve paseo. Ella continuó a su habitación, tenía aún muchas cosas que procesar y quería saber que hacer a continuación.Se sentó en la cama después de despedirse de todos. Ya casi anochecía por lo que todos esperarían que la cena estuviera lista, momento en el que se encontrarían nuevamente en el comedor.Replanteando todo recordó algo que había olvidado por completo, se levantó casi de un brinco y corrió a la puerta. Aquella doncella que siempre acompañaba a Elizabeth y era encantadora aún no aparecía.Le sorprendió un poco ya que todos fueron con ella menos aquella niña que tiene su misma edad. Se detuvo antes de abrir la puerta con las manijas de esta en sus manos."¿Realmente necesito compañía?" —estaba en un dilema interno. Por un lado quería continuar estando sola pero recordar a esa niña y no saber lo qué sucedió con ella no le agrada."La buscaré y después veré que hacer con ella" —terminó por abrir la puer
Todos en la mansión esa noche durmieron con el mejor de los ánimos por lo que sus sueños fueron encantadores. Pero Renata por su parte tuvo pesadillas. En ellas unos seres parecidos a ángeles la acusaban con el dedo de ser una farsante. Aunque intentaba defenderse y decir que no era así sus acusadores no paraban de gritarle. Ella solo se cubrió los oídos con ambas manos y cerró sus ojos, logrando despertar de esa forma de aquel sueño.Le costó un poco retomar el descanso, aunque fue difícil lo logro. Aún así había perdido horas valiosas de sueño por una acusación que era absurda, ella no pidió eso. Pese a que solo fue una pesadilla Renata sabía que era su subconsciente quien la traicionaba (farsante), era algo que ella sabía que era real, pero no es la culpable de eso. Jamás hubiera escogido volver y menos en este lugar.Aún así a la mañana siguiente se levantó con buen ánimo, creía que muy temprano tendría a Teresa con ella pero no fue así.La joven doncella aún no llegaba por lo que
Elizabeth después de aquella conversación y enterarse que debía presentarse frente a un gran número de personas se llenó de pavor. ¿Realmente eso era necesario? Esto se lo preguntaba repetidas veces, sin obtener respuesta.Debido a esto, sus inseguridades, aquellas que intentaba evitar estaban volviendo como un gran huracán sobre su cabeza.Miraba sin expresión alguna a Samira, su hermana continuaba hablando pero ya Elizabeth no la escuchaba. La duquesa, se levantó y se dirigió a la cocina ya que debía coordinar el almuerzo así que dejó solas a las chicas. Samira continuaba hablando sin preguntarse si Elizabeth la escuchaba o no.—Como les decía, es muy extraño. Aceptar venir al debut no es propio de un hombre como él —Samira miraba a la nada mientras hablaba, como si intentara buscar una razón para que el confirmara su participación, miró a Elizabeth —¿me estás escuchando? —no escucho una respuesta —Elizabeth, te estoy hablando.—Si, si, yo te estoy escuchando —Samira arqueo la ceja
Aquella pequeña niña frente a Elizabeth aún parecía que suplicaba con la mirada.—No es tu culpa, fue mía al no ver lo que hacía. Quiero que dejes de mirarme de esa forma ¿Entiendes? —dijo con calma, ya no soportaría otro espectáculo como el anterior, la chica solo asintió mientras limpiaba sus lágrimas —bien, ahora volverás a estar conmigo.—Gracias señorita —hizo una reverencia y dio dos pasos hacia atrás.—Debemos esperar —dijo la duquesa entrando al salón, miró a Teresa —veo que ya llegó, eso es bueno. Espero que mi esposo llegue pronto, siento que no puedo esperar.—Me parece que madre está hambrienta —la duquesa caminó hacia ellas y se sentó justo a un lado de Samira quien la miraba.—Claro, necesito que lleguen en este momento, mi pobre estómago no puede resistir —dijo casi en un lamento, Elizabeth la miraba y le parecía un tanto gracioso la forma infantil en la que se comportaba, por lo que una leve sonrisa se formó en sus labios —hija, ¿También estás hambrienta?—Si madre, ya
Elizabeth se relajó en ese instante, estar en la soledad de su habitación era bueno para su estado de ánimo. Recordó cada conversación con su familia esa mañana y lo agradable que resultó todo en esos momentos. Pese a eso, sabe que está muy lejos de ser como la Elizabeth original y llegar a irradiar la armonía y alegría que ella transmitía.Se sentó en la cama de golpe — ”¿Será que me descubrirán? Soy solo una impostora” —aunque en su vida como Renata se sintió la más segura del mundo al ocultarse, en este lugar está descubriendo de a poco la cantidad de inseguridades que tiene —Espero no me descubran.Muy en el fondo de su corazón deseaba ser feliz, quizás disfrutar de la familia que nunca pudo tener. Volvió a acostarse en la cama.Un pensamiento rondó su cabeza. Se vio de rodillas frente a sus nuevos padres y hermanos, tal como aquellos ángeles en sus sueños, ellos la señalaban, mientras le llamaban impostora. Sacudió su cuerpo ante tal ilusión e intentó pensar en otras cosas, com
De regreso a la capital, Elizabeth estaba cenando con su familia. De a poco, iba adaptándose a los horarios de comida, en las conversaciones se limitaba a sonreír ocasionalmente mientras ellos reían a carcajadas. Tras la cena volvieron a reunirse en el salón principal, Renata al ser tan callada ahora encontrarse con personas que hablan de todo, que parecen nunca cansarse y ni toman agua en las extensas conversaciones es algo increíble.“¿No se cansan?” —ella tenía que mirar de un lado al otro, para poder mantenerse dentro de la conversación. Aunque no quería aceptarlo también le gustaba el chisme.Marcos era el único que se mantenía en silencio y lo que hacía era observarla, sonreía en ocasiones pero para él, la chica frente a ellos no era Elizabeth quien siempre fue parlanchina e intervenía en cada conversación.—La hija del conde Rost, al parecer se la pasa escapando al bosque. Creo que quiere conseguir a uno de esos hombres salvajes—dijo Samira sonriendo, su marido le dio una mira
Después de aquel día Elizabeth se fue abriendo más con su familia. Se volvió un poco más parlanchina principalmente con Teresa quien siempre la acompañaba. Aún pensaba en su vida aunque no influía directamente en como se comportaba ahora.Samira y Celia volvieron a sus mansiones tras estar 1 mes acompañándola pero igual prometieron regresar días antes del debut para ayudarla a arreglarse. Marcos no hizo comentario alguno, seguía con sus dudas pero prefirió callar y el esposo de Celia ni preocupado estaba de aquella extraña situación.Sus hermanos volvieron a sus deberes en el ejército, quedando de acuerdo en que volverían antes del debut, ya que esperan este año conseguir a la mujer que les robe el sueño y con la que deseen casarse.Así pasaron 2 meses desde que se despidió de sus hermanos, sus padres continuaban con las demostraciones de cariño y ella les correspondía. Era agradable sentirse querida por tan grandiosas personas que ahora son su familia. Sin embargo, aún continuaba enc
Los días continuaron pasando y Elizabeth cada vez se sentía más ansiosa. Estaba continuamente practicando las respiraciones para calmarse. Sabía que estás le ayudarían tal y como lo hacen ahora.Podía estar todo el día en compañía de sus padres y de Teresa sin problema, pero en cuanto le nombraban (Debut) su cabeza daba un vuelco, su corazón se aceleraba y le costaba respirar; todo esto porque sabía que los días pasaban y el día de aquel evento se acercaba.Ella intentaba compararlo con una exposición, aunque era cerrada siempre cumplió con esos deberes por lo que hacerlo no era tan complicado, está vez solo debía pararse frente a todos pero sin emitir palabras, pensaba que era menos difícil, sin embargo, aún así era inevitable que se sintiera presionada.—Solo quedan tres semanas —respiro profundo, estaba sentada en la cama de habitación recuperando el aliento —parece que no puedo lograrlo —una idea rondó su cabeza —solo tengo que centrar mi mirada en alguno de los presentes, solo un