Elizabeth ese día decidió no salir, algo le decía que no debía hacerlo y prefirió hacerle caso a su intuición. Los siguientes tres días sucedió algo parecido, así que volvió a quedarse dentro de la mansión.—¿Qué pasa? —le pregunta Paula, estando ambas a la mesa disfrutando el almuerzo —Es raro que no quieras salir.—No lo sé, creo que prefiero esperar que Estefan regrese, siento que no debería andar por el ducado sin mi esposo —dijo mirando a Paula mientras intenta entender el porque no quiere hacerlo.—Apenas han pasado seis días desde que se fue, aún no sabemos cuánto tardará ¿Realmente esperaras a que llegue? —Puede que salgamos mañana, dependerá de cómo me sienta.—Está bien, esperemos mañana.Esa noche Elizabeth descansó sin perturbaciones mientras que Estefan descansaba en una ciudad cerca de la frontera del imperio. Estos días en los que apenas descanso unas horas lo tuvieron al borde del colapso, sin embargo, debía llegar al ducado. El trabajo estaba hecho solo faltaba regr
Elizabeth se sentó a esperar en el patio donde acostumbraba jugar con los niños, poco a poco se fue calmando al verlos llegar acompañados de los guardias, pensó que todos regresarían por lo que sonrió de alivio.Habían pasado unos minutos y los niños más grandes estaban de regreso, algunos regresaron con la matrona que los ayudó antes a ocultarse, sin embargo, los pequeños no regresaban.—Paula, ¿dónde está el resto? —le preguntó a Paula quien ya había vuelto a su aspecto normal y caminaba hacia ella.—Deben estar por traerlos no te preocupes, dudo que salieran de la ciudad, ya tenemos a muchos hombres rastreandolos.—Creo que deben estar esperándome —miro al cielo imaginando a Abraham llorando —Paula, creo que no los dejarán ir si yo no voy.En cuanto Elizabeth dijo eso, Paula recibió el aviso de que los encontraron, pero que solo los dejarían ir si la duquesa iba sola.Ver fruncir el ceño a Paula fue suficiente para que Elizabeth supiera que algo malo pasaba.—¿Me dirás lo que pasó?
Todo lo que pasó fue visto por los hombres de Antoni, aunque estos fueron percibidos por los guardias de Estefan, no les dieron importancia ya que no eran a quienes buscaban, aún así Estefan se enteraria de eso.Quién ya tenía una noción vaga de lo que pasaba era Estefan, aunque pensaba regresar en calma saber del ataque al orfanato lo llevo a acelerar el paso, tenía una preocupación genuina por su esposa y esperaba que nada le sucediera.Aún estaba a un día de llegar pero no podía esperar.—¡Paren! —ordenó deteniendo su caballo de golpe —Paul, yo me adelantaré.—Estamos cerca, lo mejor es que continúes con nosotros —Estefan no le dio importancia a lo que dijo se bajó del caballo y se transformó “Los espero cuanto antes”Estefan se adentro en el bosque, no importaba lo agotado que estaba, sentía en su corazón que su esposa estaba en peligro, al comunicarse con su gente en el ducado se enteró de el resto de lo sucedido por lo que más ansioso estaba.“Los mataré a todos” —soltó un pote
De regreso a la habitación. Elizabeth continuaba con sus ojos abiertos, mirando hacia la ventana, esperaba a su esposo quien llegó un par de horas más tarde, la cortina se elevó por una fuerte brisa, dejando a la vista esos ojos negro que la miraban fijamente.Elizabeth se sentó en la cama y lo vio entrar, él caminaba hacia ella mirándola fijamente.“Creí que estarías durmiendo”—Te esperaba, quiero que me abraces mientras duermo.“A mí luna parece que le gusta que la consienta” —ella asintió, aunque lo intenté negar es algo evidente.—¡Ven! —Elizabeth se acostó de lado en la cama —abrazame.El camino hacia la cama donde volvió a la normalidad acostándose tras ella, le miró la herida en el brazo y negó con su cabeza, estaba deseoso de regresar y tener una noche mágica con su esposa y era imposible. Ella estaba herida por lo que debía controlarse.La abrazo de la cintura e intentó pensar en otras cosas, quería minimizar lo que sentía y no presionarla.—Ya se quiénes quieren hacerte dañ
Estefan le coloca la mano en la nuca besándola ferozmente, quería poseerla como nunca y tenía su mente nublada mientras su lengua invadía la boca ajena.Elizabeth corresponde con la misma pasión, no se siente como ella misma, pero no le molesta, quiere disfrutarlo.El la gira quedando sobre ella, con sus manos rompe la ropa de cama que ella traía, Elizabeth tiene sus mejillas totalmente rojas y su cuerpo pide más. —Mía —escuchar su voz solo ocasiona que su cuerpo se sienta vibrar y lo pida a gritos.—Sé que soy tuya, ¡comeme! —no tenía conciencia alguna, hablaba sin pensar en aquel momento, la boca de Estefan terminó en su cuello el cual era succionado —¡Si! —dijo en un gemido placentero.La mano de Estefan terminó en su pecho que apretó con fuerza. Otro gemido fue provocado en ella, bajo su boca para succionar aquel lugar, el sonido de cada gemido era música para sus oídos, siguió bajando la mano, está llegó al muslo que apretó dejando sus dedos marcados en ella.—Ya hazlo —escuchar
El día pasó y ambos continuaron encerrados en la habitación, los guardias se mantenían alejados de esta sabiendo que no podían perturbarlos.Ni siquiera un baño con agua fría fue capaz de calmarlos, Elizabeth ya podía sentir los estragos ocasionados en ella a medida que el término del celo llegaba. Había aguantado cada sesión de placer dada por su esposo como si su cuerpo estuviera diseñado para eso.Podia sentir al tocar el cuerpo de Estefan como la temperatura iba bajando y sus ojos negros oscuros regresaban a la normalidad. Acostados en la cama, Elizabeth con su cabeza sobre el pecho ajeno disfrutaban de un alivio momentáneo hasta que el ciclo acabará. —¡Mi cuerpo me duele! —dijo abrazando a Estefan —creo que tendré que tomar analgésico por tres meses seguidos —Estefan soltó una carcajada al escucharla.—Si supieras que fui gentil.—¿Gentil? Casi abres mi espalda en dos con tus dedos, además mi pobre cadera casi queda rota en trocitos.—Eres exagerada, e insisto fui gentil.—La pr
Tras saber que lo que bebió no le haría daño, tanto Estefan como Elizabeth se relajaron, compartieron el resto del día con Paula antes de regresar a la habitación, pese a que él quería cargarla ella no se lo permitió, ya suficiente vergüenza con lo que hizo en la mañana.Los siguientes cuatro días Elizabeth se dedicó a quedarse en la mansión, Estefan salía diario y aunque quería acompañarlo para aprovechar de visitar a los niños él no lo permitió. Aún estaban con las remodelaciones y la sorpresa sería visitar a los niños cuando ya estuvieran establecidos a su lado. Aquella noche tras aquellos, estaban acostados en la cama abrazados ya por quedarse dormidos. Elizabeth estaba mucho mejor tanto como por el sufrimiento recibido en el celo de Estefan como por la herida en el brazo, él sintió que era buen momento para partir, no quería continuar dejando sus problemas vivos.—En nuestro regreso de la capital imperial continuaremos los entrenamientos —le dijo.—Por mi está bien, debo aprende
Estefan se dirigió a la entrada de la ciudad, se situó sobre la muralla mirando hacia el camino y fue fácil saber de quienes se trataba. Dio aviso a sus hombres para que los dejaran entrar sin problemas y que los guiarán a la mansión. Se quedó en ese lugar desde la altura mirando a los dos carruajes pasar.Se giro nuevamente mirando hacia el camino para ver otro carruaje acercarse, el olor que de él provenía le daba una idea clara de quién se trataba. Frunció el ceño y ordenó que lo estuvieran, bajo de la muralla y escucho a la persona dentro del carruaje discutir con sus hombres.Camino hacia él y abrió la cortina que cubría el carruaje.—¿Qué hace aquí? —frente a él Elías, recostado sobre el asiento, con la cabeza sobre su mano y sus piernas sobre este, mirando fijamente a Estefan.—Vengo a acompañar a mi mujer, no podía dejarla sola.—Ok, ya ella llegó puedes regresar —dijo Estefan cerrando la cortina y dando la vuelta.—¿No piensas dejarme quedar? —¡No! —Estefan se detuvo al sent