Jade McCain.
La mujer frente a mí me mira esperando que tome el sobre que ha dejado sobre la mesita, solo trago saliva y lo tomo revisando su contenido que era nada más que fotos de Oriel en la cama con otra mujer, ambos desnudos, alejo las fotos de mi vista sintiendo un sabor amargo.
— Como tu suegra, te aconsejo que lo dejes, eres joven, cariño, no deberías dejar que mi hijo te engañe de esta manera, puede ser ciego, pero sigue siendo hombre — no la miro a la cara, pero veo que pone un documento sobre la mesita junto a un lapicero — Encima de eso, mi hijo pidió el divorcio, ya sabes, al parecer no le pareces satisfactorio para él… no arruines tu vida con un matrimonio largo…
Mis manos temblaban sin motivos, la rabia me consumía poco a poco, y los recuerdos de los últimos 6 meses de matrimonio en el que he vivido en la casa de los Moreau han sido un infierno cuando Oriel se iba por algunas semanas.
Yo lo amo, yo no sería capaz de dejarlo, pero si él quiere el divorcio, se lo daré.
— ¿Firmo aquí? — la escucho aplaudir cuando tomo el lapicero.
— Claro, siento haberte tratado tan mal estos meses, no creí que mi Oriel fuera capaz de serte infiel — termino de firmar y me levanto, no la miro y subo por las escaleras hacia nuestra habitación. Tenia 2 semanas sin verlo, llegaría mañana, pensé en irlo a buscar y pasar una cena relajada, pero las cosas no se darán como pensé.
Saco mi maleta y meto todo lo que creo que es necesario para mí, mis cosas y ya, me quedo un momento viendo las fotos de nuestra boda, la única que nos tomamos y guardo para mí, porque si alguna vez deja de ser ciego, no quiero que me busque ni sepa quien fue su esposa. Una vez en el lobby miro a la señora Moreau quien me sonríe de una manera que no logro comprender para luego cruzar la puerta con el corazón roto.
Y justo cuando estoy por cerrar la puerta, la señora tira un bolso y echa a Chester de la casa, el Golden se me queda mirando con tristeza y no pensaba en dejarlo tampoco.
(…)
8 años después.
— ¡Olivia! — corro tras la pequeña rubia quien sigue a Chester, nuestro perro que seguía a una ardilla, de esta manera comenzaba la mañana, cuando por fin creí alcanzarlo choco con un hombre.
Un hombre alto, rubio, bien portado en traje y con lentes negros que hace que me quede helada en mi lugar, se trataba más que de Oriel, el hombre que aun amé.
— Disculpa… — dice con esa voz ronca, trago saliva recobrando la postura, recordando en donde estoy y lo que estaba haciendo.
— Siento derramar su té… — salgo de ahí corriendo hacia el parque en donde encontré a salvo a Olivia sujetando la cuerda de Chester que no paraba de ladrarle — Olivia.. Dios, no debiste salir corriendo así — aunque ahora tenga 8 años, es tan rápida para su edad.
— Lo siento, mamá, pero teníamos que atraparlo — asiento riéndome un poco para aligerar la tensión — Fue divertido seguirlo… — me sonríe y no puedo evitar compararla a Oriel, son tan parecidos que no puedo creer que después de 8 años, lo volviera a ver.
— Deberíamos volver a casa… — miro a mi alrededor, pensando en sí lo volveré a ver, o si tal vez me reconoció, aunque por lo que vi, aun es ciego, dudo que me recuerde.
Me agacho y veo que se acerca al igual que Chester
— ¿Te encuentras bien, mami? — la miro y asiento sonriendo.
— No me pasa nada, cariño — me levanto y nos vamos, no debería de preocuparme por nada, corte toda comunicación con todos y simplemente me mudé a la ciudad, lo más lejos posible y ahora que me lo encontré, tratare de que todo sea normal.
Dudo encontrarlo, la ciudad es enorme.
(…)
Apenas el elevador abrió las puertas, salí corriendo hacia mi puesto con un café en mano, entró a la oficina y dejo los documentos sobre el escritorio, a los minutos llega mi jefe, que al mirarme me sonríe feliz tomando el café que le entrego.
— Maravillosa mañana tenemos este inicio de semana, Esperanza — ruedo los ojos cuando me da la espalda — ¿Adivina quién se va de vacaciones a México? — pregunta, frunzo el ceño, pero sin dejar sonreír.
— ¿Usted, señor Malcolm? — pregunto dudosa, si era una de esas nuevas sorpresas que le encantaba dar cada mes, dejándome a cargo de todo para tener una luna de miel numero 40 con su esposa. Solo empezaba a rezar para que no sea así.
No podía permitir que mi jefe, Ceo de este imperio, se vaya, así como así otra vez, mientras yo sufro horas extras para no tener nada acumulado para su regreso que no tarda más de 3 meses.
— ¡Correcto! — grita aplaudiendo, por la puerta entra su esposa — Esta vez será indefinido — abro mi boca sin creer lo que estoy escuchando — Pero… alguien más está a cargo, no sé si te mencioné que tengo un sobrino político — hago memoria de ese sobrino, podría saber todo de mi jefe, pero de un posible sobrino, no lo sabia — Le regresare la empresa — parpadeo.
— ¿Estás diciendo que el verdadero Ceo de la empresa… no es usted? — pregunto con cuidado.
— No, cariño, es mi sobrino, después de unos años teniendo la empresa, mi sobrino la compró y pues, nos jubilamos — ríe chillonamente la mujer.
— No tarda en llegar, así que… suerte, Esperancita — y se va dejándome en la oficina.
Lo que significa que…
He perdido mi empleo de 7 años.
Jade McCain.Camino de un lado a otro sin creer que habrá un nuevo jefe y nadie de la empresa lo sabe aún, porque como siempre el jefe prefería decírmelo primero a mí, pero eso no importa ahora, lo que importa es que perderé el empleo y no podré mantener a mí ni a Olivia, ni sus clases de valet, ni a Chester y sus galletas.La puerta se abre y veo a Andrews, el secretario del vicepresidente.— Andrews, nos van a echar, perderé mi trabajo, moriré y luego… — me pega en la frente con su dedo dejándome callada.— Calma, tenemos una reunión en unos minutos en donde se cambiaran los puestos de Malcolm con el nuevo jefe — asiento respirando con calma — Así que tienes que estar allá, no se va a acabar el mundo, Jade — asiento respirando tranquila.Salimos de la oficina y entramos a la sala, me quedo parada a un lado del señor Malcolm quien solo sonríe mientras que los demás jefes de cada departamento se miraban confundidos por la reunión de improvisto. Claro, quien no estaría así, más yo que
Oriel MoreauLa veo retirarse de la oficina y sonrío un poco más.Esperanza es una mujer interesante, no creí que la volvería a ver después de que me tiró el té encima en aquella cafetería, vaya suerte tengo de encontrar aquí como mi secretaria.Danielle entra y me mira acercándose, se sienta frente a mí, me quito los lentes de sol para mirarlo mejor.— Por poco descubre que no estoy ciego — suspiro, el castaño mira hacia la puerta para luego mirarme.— Sigo sin entender por qué haces creer a todo el mundo que aun estás ciego, hace 2 años que te operaste, Oriel — miro hacia el ventanal.— Tengo cosas que descubrir, Danielle, sobre todo tengo que seguir fingiendo para descubrir quien ha estado poniendo en crisis la empresa que mi abuelo dejó, sobre todo, saber quién asesinó a Gabrielle — lo veo mirar hacia otro lado — Tu hermano fue un buen hombre que estuvo a mi lado todos estos años, incluso él sabía quién era mi esposa — miro los lentes.— Entiendo… empiezo a comprender a donde quie
Oriel MoreauObservo a los oficiales terminar con la escena del crimen en la que se había convertido mi oficina, me siento en la silla de secretaria viendo que Esperanza no ha llegado, y era claro que no había llegado cuando eran apenas las 6:30 de la mañana, yo no había logrado dormir con la simple idea de que en cualquier momento terminaría 3 metros bajo tierra.Miro que nadie me pone atención y me pongo a curiosear el escritorio de mi secretaria, noto un retrato de ella con una niña de unos 5 años que no se parece mucho a la castaña, pero tienen algunas similitudes, la pequeña tiene una curiosa sonrisa que la he visto en algún lado.Escucho el elevador y miro la hora que daban las 6 y 50, justo a tiempo cuando un oficial la detuvo como sospechosa, pero ella muestra su carnet que demuestra fácilmente que trabaja aquí.— Si ven a una mujer con un café en mano, déjenla pasar, es mi secretaria — digo recostado en la silla, la escucho acercarse.— ¿Qué ha sucedido?, ¿Por qué esta la pol
Jade McCain.Lo miro tragando saliva, creí que no volvería a ver a su madre, pero apenas ella me miró, todos los colores pasaron por su rostro, por suerte, no dijo nada cuando se fue, solo espero no encontrármela de salida.— Bueno, me retiro, si ya no quiere algo más — asiente y me voy con mucha duda, no tanto por la madre de Oriel si no por él mismo, siento que sospecha algo.(…)Olivia sigue comiendo su cena mientras yo me quedo mirando el reloj en forma de flores en la pared, pensando en si dejar el trabajo o no, por suerte no me encontré con su madre, pero en cualquier momento me dirá algo para que me separe de su hijo del cual no tenemos nada porque él ya se olvidó de mí.O eso quiero creer, tiene buenos sentidos, ¿Cómo es que no ha logrado sospechar? No es que quiera que sospeche de mí, si no que me parece extraño.— Mamá… estás otra vez distraída — miro a mi pequeña y le sonrío nerviosa — ¿Ha pasado algo en tu trabajo? — niego y termino de comer para levantarme de la mesa — Te
Oriel Moreau. La veo irse y frunzo aun más mi ceño, esa frase la había escuchado en algún lado hace años atrás, y solo una persona sabia que yo sería capaz de fabricar un perfume con ese tipo de emoción, era nada más que mi ex esposa.¿Habrá alguna casualidad de que Esperanza sea Jade?Niego, eso es imposible, encima de que nunca la vi como era. Debo de estar volviéndome loco nada más, pero si me pongo a investigar sobre ella, tal vez pueda saber cómo era, aunque me haya dejado por mi ceguera.Me levanto de la silla y camino hasta abrir la puerta, me quedo quieto al ver que se encuentra sentada en su escritorio revisando algo, quiero quedarme un buen rato mirándola, pero no será posible si todos piensan que sigo ciego.— Esperanza… — la llamo y se voltea a mirarme, intento mirar a otro lado que no sea su cara, pero me es imposible — Investiga a Jade McCain — su rostro palidece lo que me hace dudar un poco sobre mi pregunta interna — Tomate tu tiempo, necesito saber todo — me volteo y
Jade McCain.Me estaciono en el subterráneo de mi edificio y me quedo ahí pensando en el trato que me había propuesto Oriel en la puerta de su casa, sí, aparte de ser su secretaria, ahora era su chofer, comenzaba a creer que cada persona que tenía en su disposición, desaparecía a los días de trabajar con él.Haciéndome creer que es un mal jefe, cuando ni siquiera es tan exigente como pensé, claro, si yo no me hubiera casado con él, ni lo hubiera conocido como es, creería que no era mal jefe. Pero quitando eso de lado, algo esta pasando que nada parece normal. Sin darme cuenta abro la puerta de mi apartamento y entro quitándome los tacones, veo a Chester saludarme, camino hacia la sala en donde me encuentro a Olivia dormida en el sofá, me siento en el piso sin dejar de mirarla.Que me tripliquen el sueldo, seria algo bueno para nosotras, hasta para Chester, pero Chester puede reconocer a Oriel y Olivia podría dudar en cualquier momento de Oriel, aunque este no se dé cuenta de cómo es
Jade McCain.Andrews aparece en el balcón y nos mira a ambas para luego señalarnos mientras toma de una botella con su otra mano.— ¿Qué hacen aquí? La fiesta es adentro, no aquí afuera, mis niñas — miro a Blue y nos reímos, ella se levanta de la silla y nos adentramos los 3 al bar a seguir la noche, bebí de más para intentar olvidar un poco el mes tan loco que tuve, así es como cierro el mes, en un bar, tomando con mis dos mejores amigos de la universidad y con las inseguridades bajo llave.— Mamá… — siento unos toques en mi cara, abro los ojos mirando la cara de Olivia frente a mí, miro la hora del pequeño reloj que marcan las 3 de la tarde — Tu teléfono no ha dejado de sonar… — me voy sentando mientras me pasa el teléfono.Si que había tenido una noche loca, por suerte, no me metí con nadie y veo que tampoco he perdido mi cartera, las llaves, el teléfono ni el dinero.— ¿Hola? — pregunto llamando al número que dejó 10 llamadas perdidas en mi bandeja.— Señorita Esperanza — miro a O
Oriel Moreau. Miro a Esperanza dormir en el cuarto que pedí que arreglara para ella, no creí que fuera tan rápido la mudanza, tampoco creí que iba ser más rápido si hablaba con su hija, debí haber empezado por ahí, pero ahora están aquí y eso está bien.Observo la hora de mi teléfono y veo que dan las 4 de la madrugada, camino hacia el cuarto de la pequeña que apenas Esperanza me la presentó, la pequeña fue muy educada, realmente es una niña muy linda como su madre, solo que es más rubia, abro la puerta un poco y veo al perro levantar la cabeza desde la cama en donde duerme la pequeña Olivia.Puedo jurar que es una rara casualidad encontrarme con este perro llamado Chester, nombre que le había puesto a mi primer perro de compañía hace 8 años que había muerto en un accidente según mi madre cuando había regresado de viaje, justo el mismo día que Jade se había marchado para no volver.Regreso a mi cuarto en donde veo a mi perrita Cake, medio cierro la puerta y me acuesto en la cama, aho