Oriel Moreau
Observo a los oficiales terminar con la escena del crimen en la que se había convertido mi oficina, me siento en la silla de secretaria viendo que Esperanza no ha llegado, y era claro que no había llegado cuando eran apenas las 6:30 de la mañana, yo no había logrado dormir con la simple idea de que en cualquier momento terminaría 3 metros bajo tierra.
Miro que nadie me pone atención y me pongo a curiosear el escritorio de mi secretaria, noto un retrato de ella con una niña de unos 5 años que no se parece mucho a la castaña, pero tienen algunas similitudes, la pequeña tiene una curiosa sonrisa que la he visto en algún lado.
Escucho el elevador y miro la hora que daban las 6 y 50, justo a tiempo cuando un oficial la detuvo como sospechosa, pero ella muestra su carnet que demuestra fácilmente que trabaja aquí.
— Si ven a una mujer con un café en mano, déjenla pasar, es mi secretaria — digo recostado en la silla, la escucho acercarse.
— ¿Qué ha sucedido?, ¿Por qué esta la policía aquí? — pregunta, levanto mi mano y me pone el café en la mano, lo tomo y por alguna razón esta en su toque perfecto.
Esperanza es perfecta con el café, pero no es momento de calificarla.
— Alguien intento asesinarme anoche cuando te fuiste — respondo como si nada, tomo del café y puedo notar su reacción comenzando a escanearme con la mirada — No me pasó nada, el intruso solo entró — suspiro — Por suerte no sabía disparar — río, el oficial me mira sorprendido y Esperanza menos preocupada.
— Hemos tomado todo lo que puede ser investigado, al parecer se llevó el computador — asiento como si nada siguiendo en mi café.
— Los archivos de la empresa… — me levanto y siento la mirada de ambos.
— Solo un idiota deja todos los archivos de la empresa en la misma empresa — toco la pared hasta dar con la puerta y entro a la oficina, me quedo ahí viendo que si se llevaron algunas cosas — No nos tenemos que preocupar por algo material, alegrémonos que no hay funeral — sigo caminando y me detengo a dos pasos del escritorio.
— Entonces, estaremos en contacto en cuanto descubramos quien intentó asesinarlo, señor Moreau — se retiran todos, por suerte la oficina no tenía daños graves que no se pudiera arreglar en minutos, me siento en la silla y la veo entrar.
— ¿Quién quiere matarte? — pregunta poniendo sus manos sobre el escritorio mirándome fijamente, tratándome como una persona normal.
— Eso no importa en estos momentos, tenemos una reunión hoy, ¿no? — se para derecha mirando a otro lado — Apenas me conoce, señorita… ¿Y ya le preocupa mi vida? — me mira con esa misma mirada de anoche.
¿Será que esta mujer me conoce?
— Bien, tenemos reunión con los de laboratorio para el nuevo perfume que lanzaremos en los próximos 3 meses, a no ser que quiera cambiarlo y volver a tener una reunión con los accionistas, como veras, el señor Malcolm hizo muchos planes de los cuales ya no se si se pueda confiar — explica de manera profesional quitando esa mirada extraña.
(…)
Los perfumistas nos miraban, Esperanza me pasaba los frascos para olerlos, había tres opciones de las cuales sabia poco de sus nombres y todo, tendría que haber visto mejor el proyecto, pero claro en ese tenía que haberse ido la luz. Que al parecer ese documento tampoco es de mucho valor, en caso de que se lo hayan robado.
Termino de oler y niego, siento la tensión, me cruzo de brazos queriendo caminar hacia el estante y buscar por mi mismo algún olor.
— Se cancela el proyecto anterior, haremos uno nuevo desde cero — digo de una, escucho las quejas — Este perfume será sobre un amor doloroso — miro hacia los científicos que susurran — Un olor salado como la brisa de la playa, amargo como el limón, pero dulce como una flor de jade — siento a Esperanza paralizarse.
Los científicos parecían sorprendidos sobre lo que decía cuando en realidad yo he estado ciego desde los 8 años cuando tuve aquel accidente que me dejó ciego.
— Señor, la empresa nunca ha hecho un perfume con esa temática — dice uno acercándose, acomodo mis lentes.
— Señor… — parece asustado.
— Adam Harris, señor Moreau — se presenta sin miedo.
— Si, señor Harris, por su voz, puedo deducir que fue unos de los primeros que estuvo trabajando con mi abuelo — parece reírse nervioso, lo podía ver muy bien — Haga lo que pido, si es necesario buscar los olores a otra ciudad o necesita que se lo traigan, hágalo, yo hablare con los accionistas — acomodo el bastón y salgo de ahí, siento los tacones de Esperanza seguirme y me detengo — Haga una reunión lo más rápido posible, señorita — y sigo caminando.
— Claro, señor Moreau — al llegar a la oficina, me detengo al escuchar el paso de alguien entrar a la oficina cuando me siento en la silla y era claro que no era Esperanza que estaba frente al escritorio y a mí.
— Hijo mío — dice mi madre entrando a la oficina, la veo detenerse mirando a Esperanza quien también la mira, ambas se quedan mirando como si ya se conocían, ¿Y si se conocen?
— Esperanza, puedes retirarte — digo, la castaña sale de ahí y mi madre camina lenta a sentarse sin dejar de mirar a la castaña — ¿Qué haces aquí, madre? — alguien debió decirle algo.
— Tu tía me dijo que por poco te disparan anoche estando en la oficina, aun tienes esta… discapacidad, no debería de trabajar en la empresa… — dice con tristeza, pero noto que no es real, para nada real. Encima, nadie sabia de mi accidente de anoche más que los oficiales, Esperanza y yo, encima de Danielle que dejó el país.
¿Debería de comenzar a sospechar de mi propia madre?
— Deja de tratarme como a un niño, madre — suspira arreglándose el cabello, las arrugas le echaron facturas desde la ultima vez que la vi, hasta hace dos años que la vi y ya no parecía la misma.
— Como sea, es hora que te cases, he conseguido unas buenas candidatas — suspiro.
— No, gracias, no necesito enfermeras que me traten como a un niño — digo recordando que solo hubo una persona que nunca me trato como a alguien inútil.
— Ya hemos hablado de esto y te niegas… por cierto, esa secretaria… — me levanto de la silla poniendo mis manos sobre el escritorio, con mi bastón vuelvo a fingir y camino hacia la puerta.
— Puedes irte, gracias por preocuparte por mí, pero puedo solo — se levanta molesta, la veo afuera mirar con rabia a Esperanza y se va, lo que me hace sospechar de algo me esconde mi madre como para no decirme — ¿Sabías que tu voz se me hace conocida? — pregunto saliendo de la oficina, la veo mover sus manos nerviosas.
— ¿Ah sí? — sonrío un poco por su nerviosismo.
— Eres aquella mujer que me echó encima el té que había pedido — abre sus ojos y me mira, parece aliviada, lo que hace que mi curiosidad se despierte aun más — ¿Por casualidad fuimos a la universidad juntos? — pregunto indagando un poco para mirar sus reacciones.
— No, señor, yo asistí a la universidad de Columba — asiento regresando a mi oficina, pensando que tal vez debería de revisar su historial, ya que me di cuenta que no sabe mentir para nada bien, me siento en la silla mirando la puerta abierta.
Veo pasar al secretario del vicepresidente que debería despedir porque aún siendo el segundo día que estoy aquí en la empresa, aun me queda un montón de gente por llamar, pero ahora será difícil hacerlo cuando tengo que mantener mi perfil de hombre ciego.
— ¡Esperanza! — llamo y en menos de unos segundos está frente a mí, me mira seria — A partir de la semana que viene comenzaremos con las entrevistas, desde la A hasta la Z, así que espero que tengas la lista de todos lo que trabajan en la empresa, desde los cargos mayores hasta los más mínimos — hablo sin dejar de ver a la puerta — Empezaremos por la persona que mira en la puerta — el hombre se da cuenta.
— Lo siento, señor Moreau, no era mi intención aparecer de esta manera… — parece curioso.
— Puedo sentir la presencia de un tercero, más escuchar los pasos, que este ciego no significa que mis otros sentidos sean malos — sonrío — Puede retirarse, señor — escucho que se va rápido.
— Veo que eres bueno para hacer esas cosas, incluso mejor que antes — ríe escribiendo.
— Me das curiosidad, señorita Esperanza — deja de sonreír dándose cuenta de algo, algo que si o si descubriré.
Jade McCain.Lo miro tragando saliva, creí que no volvería a ver a su madre, pero apenas ella me miró, todos los colores pasaron por su rostro, por suerte, no dijo nada cuando se fue, solo espero no encontrármela de salida.— Bueno, me retiro, si ya no quiere algo más — asiente y me voy con mucha duda, no tanto por la madre de Oriel si no por él mismo, siento que sospecha algo.(…)Olivia sigue comiendo su cena mientras yo me quedo mirando el reloj en forma de flores en la pared, pensando en si dejar el trabajo o no, por suerte no me encontré con su madre, pero en cualquier momento me dirá algo para que me separe de su hijo del cual no tenemos nada porque él ya se olvidó de mí.O eso quiero creer, tiene buenos sentidos, ¿Cómo es que no ha logrado sospechar? No es que quiera que sospeche de mí, si no que me parece extraño.— Mamá… estás otra vez distraída — miro a mi pequeña y le sonrío nerviosa — ¿Ha pasado algo en tu trabajo? — niego y termino de comer para levantarme de la mesa — Te
Oriel Moreau. La veo irse y frunzo aun más mi ceño, esa frase la había escuchado en algún lado hace años atrás, y solo una persona sabia que yo sería capaz de fabricar un perfume con ese tipo de emoción, era nada más que mi ex esposa.¿Habrá alguna casualidad de que Esperanza sea Jade?Niego, eso es imposible, encima de que nunca la vi como era. Debo de estar volviéndome loco nada más, pero si me pongo a investigar sobre ella, tal vez pueda saber cómo era, aunque me haya dejado por mi ceguera.Me levanto de la silla y camino hasta abrir la puerta, me quedo quieto al ver que se encuentra sentada en su escritorio revisando algo, quiero quedarme un buen rato mirándola, pero no será posible si todos piensan que sigo ciego.— Esperanza… — la llamo y se voltea a mirarme, intento mirar a otro lado que no sea su cara, pero me es imposible — Investiga a Jade McCain — su rostro palidece lo que me hace dudar un poco sobre mi pregunta interna — Tomate tu tiempo, necesito saber todo — me volteo y
Jade McCain.Me estaciono en el subterráneo de mi edificio y me quedo ahí pensando en el trato que me había propuesto Oriel en la puerta de su casa, sí, aparte de ser su secretaria, ahora era su chofer, comenzaba a creer que cada persona que tenía en su disposición, desaparecía a los días de trabajar con él.Haciéndome creer que es un mal jefe, cuando ni siquiera es tan exigente como pensé, claro, si yo no me hubiera casado con él, ni lo hubiera conocido como es, creería que no era mal jefe. Pero quitando eso de lado, algo esta pasando que nada parece normal. Sin darme cuenta abro la puerta de mi apartamento y entro quitándome los tacones, veo a Chester saludarme, camino hacia la sala en donde me encuentro a Olivia dormida en el sofá, me siento en el piso sin dejar de mirarla.Que me tripliquen el sueldo, seria algo bueno para nosotras, hasta para Chester, pero Chester puede reconocer a Oriel y Olivia podría dudar en cualquier momento de Oriel, aunque este no se dé cuenta de cómo es
Jade McCain.Andrews aparece en el balcón y nos mira a ambas para luego señalarnos mientras toma de una botella con su otra mano.— ¿Qué hacen aquí? La fiesta es adentro, no aquí afuera, mis niñas — miro a Blue y nos reímos, ella se levanta de la silla y nos adentramos los 3 al bar a seguir la noche, bebí de más para intentar olvidar un poco el mes tan loco que tuve, así es como cierro el mes, en un bar, tomando con mis dos mejores amigos de la universidad y con las inseguridades bajo llave.— Mamá… — siento unos toques en mi cara, abro los ojos mirando la cara de Olivia frente a mí, miro la hora del pequeño reloj que marcan las 3 de la tarde — Tu teléfono no ha dejado de sonar… — me voy sentando mientras me pasa el teléfono.Si que había tenido una noche loca, por suerte, no me metí con nadie y veo que tampoco he perdido mi cartera, las llaves, el teléfono ni el dinero.— ¿Hola? — pregunto llamando al número que dejó 10 llamadas perdidas en mi bandeja.— Señorita Esperanza — miro a O
Oriel Moreau. Miro a Esperanza dormir en el cuarto que pedí que arreglara para ella, no creí que fuera tan rápido la mudanza, tampoco creí que iba ser más rápido si hablaba con su hija, debí haber empezado por ahí, pero ahora están aquí y eso está bien.Observo la hora de mi teléfono y veo que dan las 4 de la madrugada, camino hacia el cuarto de la pequeña que apenas Esperanza me la presentó, la pequeña fue muy educada, realmente es una niña muy linda como su madre, solo que es más rubia, abro la puerta un poco y veo al perro levantar la cabeza desde la cama en donde duerme la pequeña Olivia.Puedo jurar que es una rara casualidad encontrarme con este perro llamado Chester, nombre que le había puesto a mi primer perro de compañía hace 8 años que había muerto en un accidente según mi madre cuando había regresado de viaje, justo el mismo día que Jade se había marchado para no volver.Regreso a mi cuarto en donde veo a mi perrita Cake, medio cierro la puerta y me acuesto en la cama, aho
Oriel Moreau.Un mes después. Agosto.Sentado en mi despacho termino de revisar toda la preparación para la semana que viene que es la presentación, me levanto y me siento en el pequeño sofá a servirme agua, tomo y cierro los ojos.— Señor… — siento que alguien me mueve, no sé cuanto tiempo me he quedado dormido, pero abro mis ojos y me siento mejor — Debe de estar muy cansado, debe descansar, ha sido un mes muy estresante, pero en menos de dos semanas, podremos… — se detiene de hablar cuando levanto mi mano en su dirección.— Sé que debo descansar, pero tenemos que tener todo listo para ese día, hay inversionistas y directivos que están esperando ver como fracaso, no dejare que esos viejos me vean caer, así que tengo que seguir trabajando, ya descansé un poco, Esperanza — suspira y se sienta a mi lado.— Los vas a lograr, confío en que así va a ser — sonríe mirando hacia el lugar — Bien, la cena ya está lista, ¿Comerás con nosotras o comerás aquí? — le sonrío un poco.— Comeré aquí,
Jade McCain.Termino por arreglarle la corbata a Oriel sin dejar de mirar el reloj, por suerte hoy Olivia se quedaría con Blue que me fue de mucha ayuda hasta cuando Oriel cayó en cama con un simple resfriado que me hizo preocupar demasiado, hasta la pequeña Olivia estaba preocupada por este hombre que no se daba un momento para descansar, sino que seguía y seguía.Aunque nos pareció raro que se hubiera enfermado a 10 días del lanzamiento, pero supusimos que todo se debió al estrés y la ansiedad acumulado de estos dos meses de mucho trabajo tanto en la empresa como en la casa.El reloj marcaba las 6 de la tarde, teníamos una hora para que comenzara todo, así que al menos estábamos listo para irnos, claro que a mí me faltaba el vestido.— Puedes esperar abajo, yo me voy a cambiar — digo poniéndome los aretes mientras caminaba al closet a sacar el vestido, veo que se va y camino a la puerta a cerrarla, aunque Oriel no pueda ver mi cuerpo.Al terminar de ponerme el vestido y los tacones,
Oriel Moreau.Sonrío escuchando la lenta música, el lugar parece muy agradable, no creí que Esperanza conociera un bar así, ahora que la veo hablar con la dueña, se me hace conocida, ¿No era la doctora que me atendió? Vaya ser que si lo es. Veo llegar a Esperanza con unos tragos o cocteles al parecer no distingo bien por las gafas, pero su vestido si puedo definirlo.No sé que me pasó cuando la vi pasar por mi lado en la casa, no había creído que se iba a poner semejante vestido tan revelador que llamó la atención de todos en el hotel y donde fue el lanzamiento del perfumen que terminó siendo un éxito, sabía que mi instinto no me iba a fallar, podría decir que por fin la empresa comenzaba a elevarse, pero esto es solo el primer escalón de prueba.— Ten… — deja su bebida en la mesa y me da la mía en la mano — Es un coctel de piña — se sienta y lo pruebo asintiendo.— Esta bueno, no creí que comenzáramos con algo suave… — se ríe tomando de su vaso.— Acabas de salir de un resfriado algo