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Capítulo 3. Perfecta.

Oriel Moreau

Observo a los oficiales terminar con la escena del crimen en la que se había convertido mi oficina, me siento en la silla de secretaria viendo que Esperanza no ha llegado, y era claro que no había llegado cuando eran apenas las 6:30 de la mañana, yo no había logrado dormir con la simple idea de que en cualquier momento terminaría 3 metros bajo tierra.

Miro que nadie me pone atención y me pongo a curiosear el escritorio de mi secretaria, noto un retrato de ella con una niña de unos 5 años que no se parece mucho a la castaña, pero tienen algunas similitudes, la pequeña tiene una curiosa sonrisa que la he visto en algún lado.

Escucho el elevador y miro la hora que daban las 6 y 50, justo a tiempo cuando un oficial la detuvo como sospechosa, pero ella muestra su carnet que demuestra fácilmente que trabaja aquí.

— Si ven a una mujer con un café en mano, déjenla pasar, es mi secretaria — digo recostado en la silla, la escucho acercarse.

— ¿Qué ha sucedido?, ¿Por qué esta la policía aquí? — pregunta, levanto mi mano y me pone el café en la mano, lo tomo y por alguna razón esta en su toque perfecto.

Esperanza es perfecta con el café, pero no es momento de calificarla.

— Alguien intento asesinarme anoche cuando te fuiste — respondo como si nada, tomo del café y puedo notar su reacción comenzando a escanearme con la mirada — No me pasó nada, el intruso solo entró — suspiro — Por suerte no sabía disparar — río, el oficial me mira sorprendido y Esperanza menos preocupada.

— Hemos tomado todo lo que puede ser investigado, al parecer se llevó el computador — asiento como si nada siguiendo en mi café.

— Los archivos de la empresa… — me levanto y siento la mirada de ambos.

— Solo un idiota deja todos los archivos de la empresa en la misma empresa — toco la pared hasta dar con la puerta y entro a la oficina, me quedo ahí viendo que si se llevaron algunas cosas — No nos tenemos que preocupar por algo material, alegrémonos que no hay funeral — sigo caminando y me detengo a dos pasos del escritorio.

— Entonces, estaremos en contacto en cuanto descubramos quien intentó asesinarlo, señor Moreau — se retiran todos, por suerte la oficina no tenía daños graves que no se pudiera arreglar en minutos, me siento en la silla y la veo entrar.

— ¿Quién quiere matarte? — pregunta poniendo sus manos sobre el escritorio mirándome fijamente, tratándome como una persona normal.

— Eso no importa en estos momentos, tenemos una reunión hoy, ¿no? — se para derecha mirando a otro lado — Apenas me conoce, señorita… ¿Y ya le preocupa mi vida? — me mira con esa misma mirada de anoche.

¿Será que esta mujer me conoce?

— Bien, tenemos reunión con los de laboratorio para el nuevo perfume que lanzaremos en los próximos 3 meses, a no ser que quiera cambiarlo y volver a tener una reunión con los accionistas, como veras, el señor Malcolm hizo muchos planes de los cuales ya no se si se pueda confiar — explica de manera profesional quitando esa mirada extraña.

(…)

Los perfumistas nos miraban, Esperanza me pasaba los frascos para olerlos, había tres opciones de las cuales sabia poco de sus nombres y todo, tendría que haber visto mejor el proyecto, pero claro en ese tenía que haberse ido la luz. Que al parecer ese documento tampoco es de mucho valor, en caso de que se lo hayan robado.

Termino de oler y niego, siento la tensión, me cruzo de brazos queriendo caminar hacia el estante y buscar por mi mismo algún olor.

— Se cancela el proyecto anterior, haremos uno nuevo desde cero — digo de una, escucho las quejas — Este perfume será sobre un amor doloroso — miro hacia los científicos que susurran — Un olor salado como la brisa de la playa, amargo como el limón, pero dulce como una flor de jade — siento a Esperanza paralizarse.

Los científicos parecían sorprendidos sobre lo que decía cuando en realidad yo he estado ciego desde los 8 años cuando tuve aquel accidente que me dejó ciego.

— Señor, la empresa nunca ha hecho un perfume con esa temática — dice uno acercándose, acomodo mis lentes.

— Señor… — parece asustado.

— Adam Harris, señor Moreau — se presenta sin miedo.

— Si, señor Harris, por su voz, puedo deducir que fue unos de los primeros que estuvo trabajando con mi abuelo — parece reírse nervioso, lo podía ver muy bien — Haga lo que pido, si es necesario buscar los olores a otra ciudad o necesita que se lo traigan, hágalo, yo hablare con los accionistas — acomodo el bastón y salgo de ahí, siento los tacones de Esperanza seguirme y me detengo — Haga una reunión lo más rápido posible, señorita — y sigo caminando.

— Claro, señor Moreau — al llegar a la oficina, me detengo al escuchar el paso de alguien entrar a la oficina cuando me siento en la silla y era claro que no era Esperanza que estaba frente al escritorio y a mí.

— Hijo mío — dice mi madre entrando a la oficina, la veo detenerse mirando a Esperanza quien también la mira, ambas se quedan mirando como si ya se conocían, ¿Y si se conocen?

— Esperanza, puedes retirarte — digo, la castaña sale de ahí y mi madre camina lenta a sentarse sin dejar de mirar a la castaña — ¿Qué haces aquí, madre? — alguien debió decirle algo.

— Tu tía me dijo que por poco te disparan anoche estando en la oficina, aun tienes esta… discapacidad, no debería de trabajar en la empresa… — dice con tristeza, pero noto que no es real, para nada real. Encima, nadie sabia de mi accidente de anoche más que los oficiales, Esperanza y yo, encima de Danielle que dejó el país.

¿Debería de comenzar a sospechar de mi propia madre?

— Deja de tratarme como a un niño, madre — suspira arreglándose el cabello, las arrugas le echaron facturas desde la ultima vez que la vi, hasta hace dos años que la vi y ya no parecía la misma.

— Como sea, es hora que te cases, he conseguido unas buenas candidatas — suspiro.

— No, gracias, no necesito enfermeras que me traten como a un niño — digo recordando que solo hubo una persona que nunca me trato como a alguien inútil.

— Ya hemos hablado de esto y te niegas… por cierto, esa secretaria… — me levanto de la silla poniendo mis manos sobre el escritorio, con mi bastón vuelvo a fingir y camino hacia la puerta.

— Puedes irte, gracias por preocuparte por mí, pero puedo solo — se levanta molesta, la veo afuera mirar con rabia a Esperanza y se va, lo que me hace sospechar de algo me esconde mi madre como para no decirme — ¿Sabías que tu voz se me hace conocida? — pregunto saliendo de la oficina, la veo mover sus manos nerviosas.

— ¿Ah sí? — sonrío un poco por su nerviosismo.

— Eres aquella mujer que me echó encima el té que había pedido — abre sus ojos y me mira, parece aliviada, lo que hace que mi curiosidad se despierte aun más — ¿Por casualidad fuimos a la universidad juntos? — pregunto indagando un poco para mirar sus reacciones.

— No, señor, yo asistí a la universidad de Columba — asiento regresando a mi oficina, pensando que tal vez debería de revisar su historial, ya que me di cuenta que no sabe mentir para nada bien, me siento en la silla mirando la puerta abierta.

Veo pasar al secretario del vicepresidente que debería despedir porque aún siendo el segundo día que estoy aquí en la empresa, aun me queda un montón de gente por llamar, pero ahora será difícil hacerlo cuando tengo que mantener mi perfil de hombre ciego.

— ¡Esperanza! — llamo y en menos de unos segundos está frente a mí, me mira seria — A partir de la semana que viene comenzaremos con las entrevistas, desde la A hasta la Z, así que espero que tengas la lista de todos lo que trabajan en la empresa, desde los cargos mayores hasta los más mínimos — hablo sin dejar de ver a la puerta — Empezaremos por la persona que mira en la puerta — el hombre se da cuenta.

— Lo siento, señor Moreau, no era mi intención aparecer de esta manera… — parece curioso.

— Puedo sentir la presencia de un tercero, más escuchar los pasos, que este ciego no significa que mis otros sentidos sean malos — sonrío — Puede retirarse, señor — escucho que se va rápido.

— Veo que eres bueno para hacer esas cosas, incluso mejor que antes — ríe escribiendo.

— Me das curiosidad, señorita Esperanza — deja de sonreír dándose cuenta de algo, algo que si o si descubriré.

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