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Capítulo 1. Nuevo jefe.

Jade McCain.

Camino de un lado a otro sin creer que habrá un nuevo jefe y nadie de la empresa lo sabe aún, porque como siempre el jefe prefería decírmelo primero a mí, pero eso no importa ahora, lo que importa es que perderé el empleo y no podré mantener a mí ni a Olivia, ni sus clases de valet, ni a Chester y sus galletas.

La puerta se abre y veo a Andrews, el secretario del vicepresidente.

— Andrews, nos van a echar, perderé mi trabajo, moriré y luego… — me pega en la frente con su dedo dejándome callada.

— Calma, tenemos una reunión en unos minutos en donde se cambiaran los puestos de Malcolm con el nuevo jefe — asiento respirando con calma — Así que tienes que estar allá, no se va a acabar el mundo, Jade — asiento respirando tranquila.

Salimos de la oficina y entramos a la sala, me quedo parada a un lado del señor Malcolm quien solo sonríe mientras que los demás jefes de cada departamento se miraban confundidos por la reunión de improvisto. Claro, quien no estaría así, más yo que seré despedida en cualquier momento cuando el nuevo jefe tome control.

Un asistente entra y tras sentarse, entran dos personas, entre ellos, Oriel Moreau, mi exesposo, el padre de Olivia, mi más doloroso amor de universidad. Estaba tan enamorada que apenas con 21 años me casé.

Para nada porque me engañó.

Siento que el aire me hace falta, en cualquier momento siento que tendré un ataque de crisis, pero me contengo sin dejar de mirarlo, el hombre a su lado lo ayuda a sentarse, cuando ese rubio se sienta, todos parecen mirarlo con esa mirada lastimosa que le daban en la universidad.

— Bueno, hoy es un gran día — dice mi pronto ex­­jefe levantándose de la silla, aunque en algún momento me cayó mal, siempre me trató como una hija más que una empleada — Les presento a mi sobrino Oriel Moreau, el verdadero Ceo de perfumes y cosméticos “MOREAU” — todos parecían sorprendidos mientras que Malcolm aplaudía con emoción.

Todo tenía sentido, nada era coincidencia cuando escuche el apellido de Oriel cuando nos conocimos, hasta pude comparar por un momento que no era coincidencia que tuviera ese apellido, porque ahora veo que es el nieto del viejo Oliver Moreau, el creador de este imperio.

Todos susurraban y murmuraban hasta que callaron cuando Oriel se levanta lanzando su bastón en la mesa llamando la atención.

— Son un tanto ruidosos, señores — expresa haciendo que trague saliva — De ahora en adelante me hare cargo de la empresa que mi abuelo dejó, lo que significa que es posible que algunos tendrán que irse de este lugar, y no se confíen, que sea ciego, no significa que sea estúpido — el rubio irradiaba un aura fría, con un carácter marcado que nunca conocí.

Se vuelve a sentar y saca un sello, el ayudante lo ayuda con el documento, lo sella y es llevado a mi jefe que ahora ya no lo es.

Después de una pequeña reunión de dos horas, todos se van de la sala, en donde solo queda el señor Malcolm y Oriel junto a su ayudante, claro que yo me tendré que retirar para esperar cual es mi destino final.

— Esperancita, no te vayas, ven, te quiero presentar a mi querido sobrino — me detengo en medio de mi salida a la libertad. Me regreso y me pongo a un lado de mi viejo jefe frente a mi nuevo jefe que aún no está asegurado mi puesto — Esperanza ha sido mi mejor secretaria en años, te será útil, sobrino, encima de hermosa y encantadora, es una buena asistente personal y sabe todo y aprende muy rápido — halaga.

Pero ahora si estaba pensando en que dejar el puesto puede ser una buena idea, no soportaría lidiar con el nuevo temperamento de Oriel, puede que ya no sea tan malo perder el empleo de 7 años de sudor y esfuerzo.

— Piénsalo, buscar a otra secretaria con todos esos dones, será muy difícil — habla guiñándome el ojo, sonrío, pero no de felicidad.

— Jared, saca a la señorita Esperanza de la lista de los que tenemos que entrevistar — habla sin emoción, no dejo de mirarlo — Señorita, espero que no me falle — se va guiándose con su bastón.

— Genial, todo listo, ahora si me voy, mi amor de melocotón — canta acercándose a su esposa que ha entrado en la sala, me quedo sola sin creer que no me echaran a la calle.

Aun así, tendré que trabajar para mi ex marido.

(…)

Siento la mirada de preocupación de Olivia cuando intento llevar una cuchara a mi boca para comer de mi cereal. Solo había pasado un día, anoche apenas llegué a casa, lo único que pude hacer fue enterrarme en la cama.

— Mamá, llegaremos tarde a la escuela — la miro saliendo de mis pensamientos y miro la hora poniéndome en alerta.

— Lo siento, mi niña, se me pasó el tiempo — recojo todo y tomos nuestros bolsos para salir de casa dejando a Chester cuidando el apartamento. Bajamos al lobby y de ahí tome un taxi para la escuela, dejo de Olivia y luego pido que me lleven al edificio de Moreau.

Segundo día, portarme lo más normal posible, él no debe saber que soy su ex, claro, como el señor Malcolm me puso Esperanza, no va a dudar, pero mi voz puede ser un factor seguro.

En menos de 10 minutos ya me encontraba frente a Oriel que estaba contestando una llamada, me parecía extraño que supiera desenvolverse de buena manera cuando antes en lugares desconocidos tenía que durar varios días para saber la posición de los muebles y las cosas, no como ahora que lo veo y siento que de verdad no tiene ceguera.

A no ser que haya la posibilidad de que se hiciera una operación…

Con el buen dinero que se carga él y su familia, seguro que lo ha hecho, aunque viéndolo ahora, se hubiera dado cuenta de que tuvimos un romance.

— Quiero que te memorices todo esto, encima de eso, a partir de mañana preparas mi café y trata de no llegar tarde otra vez, a las 7 debe estar en mi oficina — salgo de mis pensamientos y tomo la carpeta que es la única que está en su escritorio.

Lo tomo empezando a sospechar de mi nuevo jefe. Comienzo a revisar el documento y esta todo lo que tengo que saber de él, algo que ya sé y nada ha cambiado, solo que no aparece que estuvo casado ni nada, supongo que eso es personal.

— ¿Alguna duda? — pregunta girando en su silla.

— No, jefe — leo un poco más — ¿Lo ayudo en algo? — pregunto, niega — Supongo que ya sabe todos los planes de esta semana que tiene la empresa, ¿no? — se detiene de girar y se sienta bien poniendo sus brazos en el escritorio, me acerco un poco para mirar su rostro curiosa por la idea loca que se me ha metido a la cabeza.

Sin pensarlo, paso mi mano frente a sus ojos intentando averiguar algo que es obvio, pero no esperaba que moviera su silla y yo me tropezara sobre él, me paralice, Oriel parece procesar lo que acaba de pasar y solo comienza a reírse cuando me levanto con rapidez, miro al suelo donde esta las hojas de la carpeta y comienzo a recogerlas cuando la puerta es tocada de pronto.

— Señor Moreau, tiene una reunión en unas horas con los inversionistas de Noruega, supongo que la señorita… — me levanto de golpe mirando al asistente que nunca había visto en mi vida — Siento interrumpir — se va cerrando la puerta y me sonrojo pensando lo peor.

— No te preocupes, suele mal interpretar mucho — ríe y lo miro, sigue siendo el mismo Oriel que conocí en la universidad.

— Siento haberme tropezado… no era mi intención hacer algo — trago saliva.

— La ceguera no le impide a mi mente imaginar que trataba de hacer, señorita... — sonríe irónicamente, lo que hace cuestionarme que Oriel ha cambiado un poco.

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