Sintió como su mirada se detenía en su vientre. —Él o ella aun estaría allí. Involuntariamente ella se llevó sus manos a su vientre vacío. Sentía un nudo en la garganta, pero no iba a llorar. —Te amo y soy claramente consiente del daño que te he hecho. Mereces algo mejor que todo esto. No quiero ser egoísta y retenerte contra tu voluntad, deberías aprovechar e irte a casa de tus padres. Te daré aviso cuando la anulación se haya hecho. Carl se levantó del sofá y dejó la botella sobre la mesa, caminó en sentido contrario a Anastasia y se dirigía al escritorio. ¿Cómo se atrevía a decirle todo eso? ¿Decirle que la amaba y después que se marchara? Con el cejo fruncido, ella se levantó del sillón y lo alcanzó en tan solo tres pasos. ¿De modo que esto es lo que quieres? No, quiso decirle. Quería tomarla entre sus brazos, besarla y llevarla a su habitación y no salir durante una semana. Pero la herida en su hombro lo frenaba, incluso este maldito despacho lo frenaba, porque a pesar de
—Permanecer un tiempo ahí, regresar para la temporada en Londres — comenzaba animarla — Podríamos tomar un año entero viajando. —Tía…— esbozó una media sonrisa — La verdad no sé qué decir. —Vamos querida, acepta — estaba segura que terminaría por convencerla — Que tu matrimonio fuese un fracaso no hay razón para amargarse. Además, aun te visita ese doctor. Y si, el doctor Henry había sido un gran apoyo durante esas tres semanas, pero ella había mantenido clara su postura de que no pensaba casarse nuevamente. Desde luego, tras esta confesión ella esperaba que Henry se apartara de ella, pero en cambio su relación de amistad se fortaleció. —¿Entonces? —Yo sugiero que tomes el consejo de tu tía, Anastasia — interrumpió su padre — Nunca has salido Cornwall. —No creo que sea correcto. —La única que piensa eso eres tú misma — ahora era el turno de su madre — Le guardaste luto por cinco años a un hombre que regresó con una idea absurda de venganza. Claro que lo comprendo, pero lo que j
A partir de este punto y antes del final, narrare lo ocurrido con el atentando en contra de Carl por el cual culpo a su esposa.Entró a la habitación y estaba completamente en penumbras. Sólo era iluminada por los leves rayos de la luna que se filtraban por el gran ventanal y gracias a ellos pudo distinguir la figura de su esposa. Ella estaba recargada de espaldas en uno de los postes de la cama, justo en la zona donde los rayos de la luna alcanzaban a iluminar uno de sus brazos.¿Se había cambiado el vestido de novia por uno más simple? O era un producto de su imaginación causado por los efectos de la oscuridad.Pero aun así no le dio mucha importancia. Esbozó una media sonrisa y avanzó lentamente hacía ella.¿Por qué ocultas tu hermoso rostro? — preguntó con voz ronca.Él también estaba nervioso y ansioso por la noche que les aguardaba. Por la vida que les esperaba.Acércate a mí que quiero ver a mi esposa. —extendió un brazo hacía ella.Pero la figura femenina dudaba un poco, se po
Un par de meses atrás—Es lo que se rumora. Lady Hadley me ha dicho que es muy acaudalado. Te imaginas — sus ojos se iluminaron al ver un posible futuro entre su hija y del lord de quien hablaba — Además, en dos semanas Lady Percival ofrecerá un baile en honor al Vizconde. ¡Baile al que estamos invitados! — añadió con sumo entusiasmo.—Qué interesante — dijo su esposo, con evidente aburrimiento pues nunca estaba ni estará interesado en los chismes de sociedad. — Le haré llegar mis saludos de parte de la familia.¡De ninguna manera! — Negó la mujer de melena azabache — Iremos a ese baile y le presentaremos a Anastasia. Algo me dice que esta vez encontrará marido.—Pero mujer, eso dijiste el año pasado y no fue así. Además dudo mucho que encuentre marido a estas alturas. Si nuestra hija sigue soltera es gracias a ti, que le has espantado cada pretendiente.Estaba en lo cierto, su esposa se había empeñado en rechazar a más de un candidato. Si no era por su economía era porque no era atra
—Pero hace dos días fuimos — dijo la joven.Al ver que era una conversación de mujeres, Arlen se levantó y se despidió de las dos mujeres, dispuesto a emprender la huida y ser el blanco de ella.—Si…huye, pero no vas a escapar. He conocido a un par de damas encantadoras que seguramente no podrás eludir.—No tienes idea de lo ansioso que estoy por conocerlas. — fingió una sonrisa.¿En serio? — preguntó emocionada.—No madre. Fue sarcasmo. — respondió haciendo una negación con la cabeza y sin dejar de sonreír.Pero antes de irse, Arlen sacó un costal del bolsillo de su pantalón y se lo entregó a su madre.―Haz que luzca hermosa.Al abrirlo sus ojos se agrandaron de la impresión. Había más de veinte monedas de oro, con esto fácilmente podría remodelar todo el guardarropa de Anastasia y el suyo.― ¿Dónde lo has conseguido? — preguntó ella.―Oye — Arlen alzó un dedo — Sin preguntas. Digamos que es fruto de un negocio que he estado haciendo y qué ha dado resultados.Y antes de que pudiera s
¿Sucede algo, milord? — preguntó la condesa Percival.—No, todo marcha estupendamente bien— respondió él con una sonrisa — Instrucciones personales que le daba a mi sirviente. Eso es todo.No había podido acercarse a esa bella dama como él hubiese deseado ya que Lady Percival acaparaba toda su atención. Había visto a la misteriosa dama bailar con varios caballeros, desde ancianos, hombres jóvenes que para él eran unos simples niños y con cada uno de ellos nunca paraba de sonreír, era su sonrisa natural o era falsa ya que nadie podría sonreír tanto en una sola noche.No prestaba atención lo que decía el grupo en el que estaba, escuchó de tras de él a su lacayo aclarar la garganta. Como buen caballero se disculpó con las damas y caballeros, giró sobre sus talones y esperó el informe de éste.Si se quedaban otra hora más ella no lo iba a poder soportar. Llevaba toda la noche fingiendo esa sonrisa. Si tuviera un espejo donde mirarse seguramente se vería estúpido.Su padre se acercó a ella
¿Sucede algo, milord? — preguntó la condesa Percival.—No, todo marcha estupendamente bien— respondió él con una sonrisa — Instrucciones personales que le daba a mi sirviente. Eso es todo.No había podido acercarse a esa bella dama como él hubiese deseado ya que Lady Percival acaparaba toda su atención. Había visto a la misteriosa dama bailar con varios caballeros, desde ancianos, hombres jóvenes que para él eran unos simples niños y con cada uno de ellos nunca paraba de sonreír, era su sonrisa natural o era falsa ya que nadie podría sonreír tanto en una sola noche.No prestaba atención lo que decía el grupo en el que estaba, escuchó de tras de él a su lacayo aclarar la garganta. Como buen caballero se disculpó con las damas y caballeros, giró sobre sus talones y esperó el informe de éste.Si se quedaban otra hora más ella no lo iba a poder soportar. Llevaba toda la noche fingiendo esa sonrisa. Si tuviera un espejo donde mirarse seguramente se vería estúpido.Su padre se acercó a ella
A medida que Lady Bernarda iba leyendo la invitación que había recibido por parte del vizconde Renfield su rostro comenzaba a cambiar de expresión. Primero mostraba incredulidad, pero cuando leyó la parte donde decía que estaban cordialmente invitados a un baile que ofrecería él joven Lord en su mansión un gritó de efusivo hizo resonar en toda la casa.En ese momento, su esposo, quien se encontraba en la biblioteca al escuchar los gritos de su mujer salió disparado y fue a su encuentro. La encontró dando saltitos de alegría por toda la sala, una gran sonrisa se dibujaba en sus arrugados labios.¿Qué ocurre? — Preguntó alarmado — ¡Tus gritos se escuchan por toda la casa, mujer!Ella dejó de saltar, su mirada iba de su marido al pedazo de papel que tenía entre sus manos.—Hemos recibido una invitación — explicó mientras agitaba en el aire el papel.¿No me digas? — Dijo fingiendo estar interesado — Me supongo que enviaras tus agradecimientos, pero que no podemos ir — comentó él — Con lo