La multitud estaba alborotada, y todos estaban perdiendo la cabeza completamente por el miedo.

Nadie imaginó que las cosas escalarían hasta este punto.

Decir que la situación era terrible sería subestimarlo. ¡La Señora Thompson podría morir en cualquier momento!

Además de todo, acababa de despertarse. Verse a sí misma cayendo a su muerte era nada menos que puro tormento.

"¡Piensa en algo ya!". El Mayordomo Thompson gritó desesperadamente, agarrando el cuello de Daniel con fuerza.

Daniel, sin embargo, estaba empapado en sus propias lágrimas. El orgulloso hombre de antes estaba llorando patéticamente.

“¡Es inútil! ¡No hay forma de salvarla!”.

“¡Llama a los bomberos! ¡Rápido! ¡Llámalos ahora!”.

“¡Se va a morir! ¡Date prisa!”.

Daniel casi se desmaya, aplastado por la presión. Ya que el Mayordomo Thompson estaba listo para asumir la responsabilidad si fallaba, sintió que podía echarle la culpa al anciano.

Desafortunadamente para Daniel, nada salió según lo planeado.

La famili