Lucie se unió y le gritó a Harvey junto a su hijo.

"¡Exactamente! ¡¿Por qué un chofer como tú le está regañando a mi hijo?!”.

"¿Tú eres el dueño del coche?".

“¡No lo compraste de todos modos! ¡¿Qué hay de malo en dejar que mi hijo juegue con él por un tiempo?!”.

"¡Además, solo puedes conducir un coche como este por nosotros!".

“¡Sin nosotros, alguien como tú está destinada a andar en bicicleta toda su vida!”.

“¡Basta de decir tonterías! ¡Detén el coche!".

Lucie y Nicolas tenían mucha confianza en su argumento, sin darse cuenta de lo ridículos que sonaban. Para ellos, estaban siendo perfectamente razonables.

Harvey estaba perdiendo la paciencia. Estaba listo para arrojar a los dos tontos del coche cuando una fuerte explosión no muy lejos llamó su atención. Se dio la vuelta para mirar. A su alrededor, la gente estaba en pánico.

Harvey bajó la ventanilla del coche y asomó la cabeza. Vio un Lamborghini atascado en la barandilla del puente y colgaba peligrosamente de ella. Podría c