NarradorFinalizando de empacar sus pertenencias para el viaje que se avecinaba, Ibbie observó una última vez su habitación prácticamente vacía, y divisando sobre la cómoda, un pequeño oso de peluche color rosa que le fue obsequiado por Cristian, el cual atesoraba como único recuerdo de su amor, contuvo el aire en un intento de retener sus lágrimas.Ya había llorado mucho por él, de hecho, la noche anterior se preguntó una y otra vez si estaba haciendo lo correcto, y exhortándose ella misma a continuar, espantó los pensamientos estúpidos de permanecer en esa ciudad que le traía tantos recuerdos.Con un deje de amargura, la mujer caminó despacio hasta él, y alcanzándolo con sus frágiles manos, lo tomó con cierta nostalgia.Ella tenía que continuar, dejar ese pasado doloroso, y que mejor forma de hacerlo que sepultando a Matheson con todos sus recuerdos.Avanzando por el amplio lugar, la abogada optó por caminar hasta el cesto de la basura, y arrojándolo en el interior, sonrió de manera
Narrador Sintiendo que en esta ocasión a quien le estallaría el corazón sería a ella, Abril tomó la mano de Dante, quien la estrujó enseguida antes de ser recibido por los médicos de la clínica en la que fue ingresado.Su día parecía ir tan perfecto, de hecho se hallaban reunidos con un par de colegas cuando un dolor punzante opacó el buen semblante de Hackett, a quien con cierta resistencia Abril se negaba a dejar, y siendo detenida por el personal del hospital no tuvo otra salida que permitir que lo ingresaran sin su compañía —Dante ¡Demonios! No te puede suceder nada, no ahoraSintiéndose ahogada por el temor de perderlo, Granfort caminó a la sala de espera, y tomando asiento en uno de los bancos, esta tomó su cabeza antes de apoyar sus codos sobre sus rodillas intentando calmarse.Y es que todo iba tan bien, se hallaban recuperando el tiempo de pareja, que este acontecimiento solo sería una mancha negra en los maravillosos días de su casi luna de miel.Sintiendo como alguien se
Narrador Con su mirada fijada en el suelo, Matheson de gustaba un exquisito trago de whisky, mientras recordaba las últimas palabras de Ibbie, sentado a media estancia en la mansión de sus padres. Y es que la partida de la mujer que amaba, había cambiado algo en él, había ocasionado tal dolor que este se reprochaba una y otra vez su gran error. Observando el vaso, y el par de hielos que titilaban con el choque del cristal, Matheson elevó su mirada para notar la pronta llegada de su madre, y recargando su espalda en el amplio sofá, este la observó de arriba abajo algo resentido con ella. —Pensé que estarías en la empresa. ¿Qué te trajo a casa tan temprano? Sosteniendo un par de bolsas de una reconocida marca en sus manos, Yenifer las colocó sobre el delicado piano de cola que se hallaba a escasos metros de su hijo, mientras se mantenía en silencio esperando una respuesta de este. —Renuncié... No seguiré trabajando en ese lugar. Los labios de la señora Matheson se fruncieron por
Narrador Caminando con delicadeza por el extenso lobby del hotel cinco estrellas Pushman, intentando pasar desapercibida, Maya Bennett pretendía llegar a su destino sin ser interceptada por ninguna persona de su círculo social, y es que en esos momentos lo que más le urgía a la mujer era encontrarse con su amante, con quien tenía una conversación bastante importante pendiente Pidiendo indicación de la suite asignada en la recepción del lugar, la mujer tomó la llave con delicadeza, y abordando el elevador del costoso hotel, impactó su pie un par de veces contra el suelo, algo impaciente mientras este se dirigía a su destino. ¿Acaso él había descubierto su secreto? ¿Acaso Atlas Hackett sabía la verdad sobre su origen? Viendo como las puertas del artefacto eran abiertas, esta dio una mirada a ambos lados del extenso pasillo, y notando que estos se hallaba completamente despejado, procedió a continuar tambaleando sus caderas de un lado al otro. —Pensé que tendría que ir por ti a la
Narrador— ¿Entonces la doctora Bennett ha hecho un buen trabajo con mi esposo? ¡Esto tiene que ser un mal chiste!Soltando en un bufido, Abril cuestionó el diagnóstico del nuevo médico de su esposo, quien coincidía con su colega Erika Bennett, la cual según su criterio hizo un maravilloso trabajo con el trasplante de su corazón, y pasando su vista de un lado al otro, Hackett no sabía qué decir.Algo incómodo, el hombre procedió a aclarar su garganta, y extendiéndole un electrocardiograma, empezó a mostrarle a la pareja porque pensaba que la mujer había hecho un gran trabajo al salvarle la vida.—Como se refleja aquí, su ritmo cardiaco es normal, al igual que los otros estudios señalan que su estado es estable, la cuestión es que esta clase de episodios son completamente normales, debido al poco tiempo previo a la cirugía, más si no se toma el medicamento adecuadamente... Aun así, si no se encuentran de acuerdo con mi diagnóstico pueden buscar otra opinión médica, pero les aseguro que
NarradorArrastrando su valija en dirección al área de abordaje, Abril le dio una última mirada acompañada de una sonrisa a su esposo, y agitando su mano, pretendió despedirse de él.A Dante este viaje no lo convencía del todo, y es que el simple hecho de que su acompañante fuese Atlas, le preocupaba; por lo que apenas finalizara sus asuntos en el continente vecino, haría lo posible por alcanzarla en el evento.Viendo como ella ingresaba al avión comercial desde lejos, el sacó su teléfono, y hablando con el piloto que lo llevaría a su destino, le pidió apresurarse, ya que le urgía regresar.La cuestión con Lucrecia Humen, es que esta lanzaría esa misma tarde una nueva colección de ropa, bastante innovadora, que simbolizaría un antes, y un después en la industria, por lo que H&G tenía que hacer hasta lo imposible por tener la exclusiva de trabajar con ella.Viendo a través de la ventana su vuelo despegar, Granfort se lamentó por no poder estar con Dante, y escuchando como alguien aclar
NarradorViendo como el auto se detuvo a las afueras del hotel Pushman, Atlas desvió su vista en dirección de la chica aparentemente dormida, a quien tomándola entre sus manos, bajó del vehículo.Ingresando en el elegante lugar, este encontró un par de personas, los cuales lo observaron durante su paso al elevador, y sonriéndoles, este se excusó por el estado de Granfort.—El alcohol, ya saben... Tomó muchoEl desgraciado, caminó victorioso a su destino, y viendo como las puertas se cerraron, recorrió el rostro de Abril con su vista, admirando su belleza, la cual lo hizo perder la razón.—Por qué tenías que complicar todo, yo solo quiero amarte, y no me dejasLlegando al piso en donde se hallaban hospedados, él caminó a la habitación de ella, e ingresando con su llave, la colocó sobre la cama con tal delicadeza que parecía que era una muñeca de cristal.Esto de verdad él no lo había planificado, es más, ni en sus planes más retorcidos lo había imaginado, de hecho la intervención mágic
NarradorCon sus ojos cristalizado producto de la impotencia, Dante golpeo una vez más la puerta con sus puños cerrados, sintiendo que su corazón estallaría, y viendo como está se abrió de pronto, se quedó de pie en completo silencio, observando a Abril que salía del baño a quien se veía con sus ojos rojizos de tanto llorar, aún enredada en la sábana.—Abril ¿Dime que él no te lastimó?Abril de verdad lo quería decir, de verdad estaría gozosa de mencionar que él solo la desnudó, que no profanó su cuerpo, pero al recordar su piel marcada con sus labios, las huellas de sus manos al recorrerla, el asco y la indignación que sentía, se reflejaron en su rostro.—Abril... Habla de una buena vez.La voz de Dante salió entrecortada al presentir lo que había sucedido, y empuñando su mano, intentó acercarse a ella, pero no lo logró, ya que su corazón se destrozó al verla retrocediendo un par de pasos.—Responde Abril que me estás partiendo el alma con tu silencioÉl sabía que preguntar, la estab