Capítulo 47
Ran Masaharu apretó el teléfono contra su oído, sintiendo una mezcla de furia y desesperación. Sabía que tenía que hablar con su hermano y que la conversación no iba a ser grata. Marcó el número y esperó con impaciencia a que Azaki contestara. Al tercer tono, la voz grave se escuchó al otro lado de la línea.—¿Como estás, Ran? ¿Todo va bien? —le saludó contento. Por un momento Ran dudó. No entendía la alegría de Azaki.—Necesitaba… hablar contigo de forma urgente. No, las cosas no están bien. ¿Donde está mi esposa?Un suspiro pesado, que sonaba a cansancio y estupor, precedió a la respuesta de Azaki.—No sé donde está tu esposa, Ran, ¿En la universidad? ¿Es un acertijo esto? —No lo es… tu esposa se llevó a la mía y quiero que me la devuelva, y no sé si es que tú no sabes nada del asunto o es que me quieres ver la cara para proteger a Rous. Pero esto no lo voy a pasar por alto, ¿entiendes?Azaki se quedó procCapítulo 48Después de cortar la llamada, Aiko estaba aturdida por la frialdad de la conversación. El aparato volvió a sonar, pero esta vez en la pantalla aparecía un número desconocido. No contestó temiendo que fuera Ran, pero al momento recapacitó. Él no sabía que tenía este número, así que no era él. Respondió al teléfono sin saber qué esperar.—Aiko, escucha con atención. Tu esposo tiene mi teléfono pinchado, por eso no podía apoyarte. Estuvo en la universidad a buscarte pensando que yo sabía algo y por fortuna no era así. No sé qué pasó, pero imagino que si ya te encerró una vez algo gordo habrá pasado para que tú escapes. —Le soltó todo eso de un tirón y sin respirar—. Ahora dime, ¿Qué necesitas? Lo que esté en mi mano hacer, lo haré.—¿Cómo está él?Kaito hizo un mohín, aunque a través de la línea no era posible detectarlo—¿Aún te preocupa ese hombre?—No, no es eso. Me refiero a… que sí estaba muy furioso contigo.
Capítulo 49Azaki era un poco más bajo que Ran, aunque más fornido y de complexión más fuerte. Con sus dos brazos y de un solo golpe se desprendió del agarre del otro y le propinó una cachetada con la mano abierta que dejó a todos boquiabiertos. Jamás había perdido los nervios a ese extremo con su hermanito, al que amaba profundamente y nunca le había pegado. Azaki era siempre de talante afable y tranquilo, y tenía esa flema típica del japonés que apenas expresaba emociones y mucho menos emociones de alta intensidad en medio de un conflicto. Incluso Ran abrió los ojos desmedidamente, como si no pudiera creer que su hermano mayor le acababa de propinar un bofetón que le marcó la cara.—¡Vete de aquí! No, Aiko no está aquí y por supuesto que la vamos a ayudar a estar lejos de ti. No te la mereces. Ni te mereces a ninguno de nosotros. No vuelvas a aparecerte ante mí hasta que no recapacites o realmente diré que ya no eres mi hermano. Las palabras,
Capítulo 50Kaito Yamada se encontraba en su casa del barrio Roppongi. La habitación estaba envuelta en un silencio pesado y solo se oían los murmullos de algunos amantes de la noche que aún invadían las calles. Aiko Watanabe, la pequeña que le había robado el sentido desde que la conoció, estaba lejos y sola. Sin poder comunicarse, por su seguridad. Y eso no lo tenía contento. Kaito suspiró profundamente mientras pasaba una mano por su cabello oscuro y desordenado. Recordó lo sucedido el día anterior cuando la sacó a toda prisa de la habitación del hotel y la llevó directamente al aeropuerto y a su libertad. Por el camino, mientras uno de sus hombres conducía, él iba entregándole a la chica sus nuevos papeles y algunas prendas que la ayudarían a pasar desapercibida.—Lo siento, Aiko-chan —dijo con voz suave pero firme—. Me encantaría acompañarte en este viaje, pero sabes que no puedo. No puedo ponerte en riesgo, y tampoco puedo abandonar mis responsabili
Capítulo 51La discusión entre Azaki y Rous alcanzó niveles de proporciones épicas. La sala estaba cargada de tensión y los presentes no sabían si quedarse o irse. Miedo les daba hasta moverse viendo como estaba la pequeña Rous, que cuando se enfadaba realmente parecía crecer varias tallas. —Azaki, no puedo creer que estés considerando siquiera algo así. Ya hemos pasado por esto antes y sé lo que significa para ti esta responsabilidad que quieres asumir. Significa entregarte por completo al trabajo. No lo podré soportar. No quiero.—Rous, cariño… —su linda mujercita lo miraba con la nariz roja, sin llorar pero con los ojos aguados—. Ya sé lo que esto significa, pero alguien tiene que encargarse de las empresas mientras Ran está ausente. No puedo simplemente darle la espalda a todo. Créeme que si tuviera una mejor opción… —Ella hizo un gesto para detenerlo, cruzando los brazos sobre el pecho.—Búscala, porque eso de que tú te quedes aquíen Japón y
Capítulo 52En el último momento, la puerta de la sala se abrió y en vez de la secretaria, que todos esperaban quién entró, los dejó boquiabiertos. El abuelo de Azaki y Ran hizo su entrada, llevando consigo una carpeta en las manos, y encorvado más que nunca sobre su bastón. Los años parecían no tratarlo tan bien.—Abuelo… —exclamó Azaki, serio—. Tu presencia aquí no es grata, así que espero no tener que llamar a la seguridad para que te saquen…El hombre no lo dejó terminar.—Antes de que concluyan este traspaso, tengo algo que agregar.Todos se giraron hacia el abuelo, sorprendidos por su intervención. Los hombres se preguntaron como estaba al tanto de todo. Que ellos supieran eran contadas las personas que sabían lo que iba a acontecer aquel día en esa reunión.—Azaki, como compensación por los errores del pasado, estoy entregando todas mis acciones en las empresas. Es… tiempo ya de que deje esto atrás. No lo voy a necesitar d
Capítulo 53Raúl no dejaba de pensar en Tara. No salía de su cabeza. Se quitó la chaqueta de su recién estrenado traje. Sus hermanas se han estado encargando de vestirle adecuadamente para, según ellas, dar ese aspecto de frío hombre de negocios, tal que sus amados esposos, los CEO. Pero él no se sentía cómodo en ese papel. Dejó la prenda sobre el respaldo del sillón y se arremangó la camisa de Armani. Le molestaba el pelo, ahora engominado y tieso, pero reprimió el deseo de desordenarlo como solía. Tenía una nueva vida y mucha responsabilidad. Por primera vez se sintió obligado a devolver todo lo que su familia le dio durante esos años. Sí, fue siempre el niño dorado y mimado de su casa. Lo reconocía. ¿Quién no disfrutaría de serlo?, se preguntó. Pero ahora ya tocaba responder y madurar. No estaba insatisfecho con su vida. Lo único que le seguía molestando era no saber nada de ella. Se apoyó en el cristal de la gran ventana que dejaba ver un e
Capítulo 54 Raúl no se podía creer lo que le estaba pasando. Después de tantos meses de lucha para hacerse un hueco en ese mundo de fieras y volverse respetable y respetado, llegaba esa mujer con sus fantasías y acababa con todo. Él jamás le dijo nada de matrimonio, por supuesto que no. Ella se creyó bastante inteligente, publicando todo para hacerlo público, usando algunas fotos de algunas salidas que tuvieron e incluso algunas fotos en posturas íntimas, sin ninguna vergüenza. Obviamente, la secretaria lo tenía todo pensado desde hacía tiempo, pues las fotos habían sido tomadas por alguien más casi desde el momento en que empezaron a quedar para sexo. No había nada más que eso, pero ella quiso jugar sus cartas para atraparlo. Ahora estaba aquí, sentado con su equipo de publicistas para solventar la situación que en ese país no era cosa sencilla. Podía perder su reputación definitivamente si no afrontaba esto con inteligencia. En cuanto salieron los emp
Capítulo 55 —¡Aiko! —exclamó su padre al abrir la puerta—. ¡Hija mía! Por fin… El señor Watanabe no cabía en sí de la emoción. Los gritos que daba se oían por toda la casa y así es como alertó a su esposa de que la niña estaba de vuelta. El pobre hombre tenía los ojos rojos de contener el llanto y no sabía que hacer primero, si abrazar a su hijita después de tanto tiempo de estar separados o al pequeñín que cargaba en brazos y que miraba todo con sus ojitos sorprendidos y haciendo un pucherito con la boca. —Hola, papá. Hola, mamá. Ha pasado mucho tiempo —respondió Aiko, con una sonrisa que reflejaba mezcla de alegría y nerviosismo. —¡Oh, mi niña! Te hemos extrañado tanto —dijo su madre, abrazándola tan fuerte que el niño se quejó un poco por el apretón. La seora dirigió su atención al pequeño que la acompañaba, emocionada—. Y este debe de ser… —Sí, mamá. Este es tu nieto, el pequeño Takehiko —presentó Aiko con cariño. —¡Vay