Capítulo 53
Raúl no dejaba de pensar en Tara. No salía de su cabeza. Se quitó la chaqueta de su recién estrenado traje. Sus hermanas se han estado encargando de vestirle adecuadamente para, según ellas, dar ese aspecto de frío hombre de negocios, tal que sus amados esposos, los CEO. Pero él no se sentía cómodo en ese papel.Dejó la prenda sobre el respaldo del sillón y se arremangó la camisa de Armani. Le molestaba el pelo, ahora engominado y tieso, pero reprimió el deseo de desordenarlo como solía. Tenía una nueva vida y mucha responsabilidad. Por primera vez se sintió obligado a devolver todo lo que su familia le dio durante esos años.Sí, fue siempre el niño dorado y mimado de su casa. Lo reconocía. ¿Quién no disfrutaría de serlo?, se preguntó. Pero ahora ya tocaba responder y madurar. No estaba insatisfecho con su vida. Lo único que le seguía molestando era no saber nada de ella.Se apoyó en el cristal de la gran ventana que dejaba ver un eCapítulo 54 Raúl no se podía creer lo que le estaba pasando. Después de tantos meses de lucha para hacerse un hueco en ese mundo de fieras y volverse respetable y respetado, llegaba esa mujer con sus fantasías y acababa con todo. Él jamás le dijo nada de matrimonio, por supuesto que no. Ella se creyó bastante inteligente, publicando todo para hacerlo público, usando algunas fotos de algunas salidas que tuvieron e incluso algunas fotos en posturas íntimas, sin ninguna vergüenza. Obviamente, la secretaria lo tenía todo pensado desde hacía tiempo, pues las fotos habían sido tomadas por alguien más casi desde el momento en que empezaron a quedar para sexo. No había nada más que eso, pero ella quiso jugar sus cartas para atraparlo. Ahora estaba aquí, sentado con su equipo de publicistas para solventar la situación que en ese país no era cosa sencilla. Podía perder su reputación definitivamente si no afrontaba esto con inteligencia. En cuanto salieron los emp
Capítulo 55 —¡Aiko! —exclamó su padre al abrir la puerta—. ¡Hija mía! Por fin… El señor Watanabe no cabía en sí de la emoción. Los gritos que daba se oían por toda la casa y así es como alertó a su esposa de que la niña estaba de vuelta. El pobre hombre tenía los ojos rojos de contener el llanto y no sabía que hacer primero, si abrazar a su hijita después de tanto tiempo de estar separados o al pequeñín que cargaba en brazos y que miraba todo con sus ojitos sorprendidos y haciendo un pucherito con la boca. —Hola, papá. Hola, mamá. Ha pasado mucho tiempo —respondió Aiko, con una sonrisa que reflejaba mezcla de alegría y nerviosismo. —¡Oh, mi niña! Te hemos extrañado tanto —dijo su madre, abrazándola tan fuerte que el niño se quejó un poco por el apretón. La seora dirigió su atención al pequeño que la acompañaba, emocionada—. Y este debe de ser… —Sí, mamá. Este es tu nieto, el pequeño Takehiko —presentó Aiko con cariño. —¡Vay
Capítulo 56 En el transcurso del último año desde aquel encuentro en Osaka, Tara y Ran habían forjado una amistad sólida, en apoyo mutuo. Tara, después de confiar a Ran la verdad sobre su relación con Raúl y revelarle que él era el padre de su hijo, le suplicó que guardara silencio al respecto. Él no estaba de acuerdo con eso, pero lo entendió. El chico no había tenido la mejor actuación con la encantadora chica y se dijo a sí mismo que si un día volvía a encontrarlo le daría un buen puñetazo por idiota. Juntos, decidieron embarcarse en un proyecto que les permitiera sobrevivir: un pequeño negocio de pasteles y té. No les daba para grandes lujos y ni para hacerse ricos, pero tenían un relativo éxito en la zona y no era un trabajo matador. A Tara le permitía combinar su papel como madre sin muchos problemas y Ran simplemente estaba entretenido. Nunca les faltó el dinero. Se enteró de que ella no tenía a nadie en el mundo y se convirtió en un hermano may
Capítulo 57Para Ran había llegado el momento. Empacó todas sus cosas y se despidió de Tara y la niña con algo de pena, pero tenía que hacer lo que tenía que hacer. La invitó a irse con él, pero la chica se rehusó. Tenía su vida hecha allí, le dijo, y en Tokio no había nada para ella. Le dijo eso con una mirada de inmensa tristeza. Justo se iba a presenciar la famosa boda que era la causa de dolor para la joven madre.Iba tomando muchas precauciones porque no quería ser detectado por los hombres que aún no dejaban la búsqueda. Reconocía que su hermano era verdaderamente persistente. Todo el tiempo que llevaba desaparecido y Azaki seguía intentando encontrarlo con la misma fe y la misma intensidad. Amaba a su hermano y lamentaba causarle este dolor, pero todo tenía una razón de ser. Si él se evaporó fue precisamente porque tenía un plan. Y ahora podía ponerlo en práctica. Era el tiempo en que por fin su pequeña cereza había bajado la guardia, cre
Capítulo 58 —Hola —dijo Ran— ¿Cómo estás, hermano? Azaki levantó la mirada sin creerlo. Se desplomó en el suelo de aquella cafetería en la que había entrado a buscar su bebida de siempre. Ran, que llevaba días buscando la oportunidad de acercarse al ver a su hermano sin escoltas, aprovechó para presentarse ante él después de tanto tiempo. Sabía que no había manera de hacer aquello suavemente, así que simplemente se plantó en frente y lo saludó. —Ran —susurró, Azaki. No pudo decir nada más porque el nudo en la garganta lo estaba ahogando. Lo estrechó en sus brazos, tocándolo y oliéndolo, como si no tuviera otra manera de cerciorarse de que realmente estaba ahí. No quiso dar un espectáculo en ese sitio, así que lo arrastró a un rincón discreto con él. El camarero los interrumpió apenas para tomar el pedido que los hermanos hicieron sin mirarlo, apresurados y deseosos de hablar. —Casi no me creo que seas tú. Eres un maldito, Ran. ¿Sabe
Capítulo 59Qué largo se hacían los días para Ran.Larguísimos, mientras esperaba la llegada de la noche, una y otra vez. Dormía durante toda la mañana, apenas hacía otra cosa que esperar a que el sol cayera para ponerse en marcha, hacia ese caminito que recorría a diario. Al poco de llegar hizo que Tara adquiriera una nueva vivienda, más cerca de la mansión Watanabe y que le permitía ir y venir en pocos minutos. Ya no soportaba tener que recorrer media ciudad para verla. A ella y a su hijito amado al que veía crecer como un calabacín, asombrado por los estirones que daba. Azaki le decía que estaba loco y que lo que hacía era insostenible. Que ella se iba a dar cuenta y lo iban a pillar. Si eso pasaba, probablemente la Watanabe lo sacaba de su vida para siempre y capaz que ni lo dejaba ver al niño. Él replicaba que estaba teniendo mucho cuidado y que no le dijera esas cosas hirientes. Estaba haciendo lo que podía, le dijo a su hermano.
Capítulo 60Dicen las malas lenguas que el amor es lo más importante en la vida. Bueno, todos creen que el amor es una especie de remedio para el mundo y todos sus males. Pero Aiko y Ran, que siempre se amaron, rara vez consiguieron ser felices. Tal parece que amor y felicidad no tienen por qué ir juntos, ¿verdad?De hecho, así es.Amar a alguien te puede hacer feliz, igual que otras tantas cosas en la vida, como tener trabajo, casa, hijos, familia… Y aun así, la felicidad puede no estar presente en tu vida, teniéndolo todo. Quizá sea porque lo equivocado no es el amar a alguien, o tener muchas cosas que llenen tu vida, sino el concepto de lo que es la felicidad y lo que creemos que nos hace felices.La felicidad es un estado mental. Es estar en paz. Es decidir estar feliz, incluso si todo lo que nos rodea es triste o no es lo más deseable para una persona. Es una decisión íntima ser feliz en cualquier circunstancia. No estar alegre, sino feliz. N
Capítulo 61—¡No aguanto más!Eso le gritó a su hermano por teléfono. Ran no podía plantarse en la oficina de Azaki porque aún mantenía su anonimato. Solo el jefe de seguridad de la familia sabía que estaba de vuelta, porque era imposible ocultárselo. El hombre sospechó desde que Azaki Masaharu le ordenó dejar de buscar a su ex jefe. No tardó mucho en descubrirlos a ambos, hablando en una cafetería con pretensiones de que nadie reconociera a Ran. Pero ni usando gorra, gafas y mascarilla se podía ocultar del hombre que trabajó para él por casi media vida. El hombre, inexpresivo, se emocionó al verlo, por fin, sano y salvo. Se acercó a la mesa y no dijo nada, solo se inclinó ante su jefe y dijo que se alegraba de verlo. A continuación se distanció y se colocó como siempre al servicio y cuidado de los CEO. Azaki y Ran lo miraron alucinados. Ese hombre era lo más. Aun así, Ran seguía manteniéndose al margen de la sociedad. No quería, ni le apetecía