Adara corrió a acostarse al lado de su padre, Egan hizo lo mismo y yo me acosté al lado de mi hijo con el rostro cerca al de mi marido. La enfermera y el padre salieron vi en su frente el aceite y supe que le habían aplicado los santos óleos. No quería que se muriera, quería que por arte de magia todo volviera a ser como éramos antes, Deacon abrazaba a sus hijos.—Los amo, —Adara lloró más fuerte, mientras mi pequeño se había reprimido, se había mantenido callado y llorando en silencio—. No olviden todo lo hablado, —la voz se le apagaba—. Blanca.—Deacon no…—Déjame ir amor.Giró su rostro, él venía perdiendo peso desde hace tiempo, pero me decía que era por el ejercicio. Cuando supe lo de su enfermedad, todo fue tan claro. Y ahora desde Coveñas se había consumido de una manera tan rápida, estaba muy delgado.» Si no me dices que vas a estar bien, será muy difícil para mí irme tranquilo.—No…—Tuve una vida bonita amor, y tu llegada fue magnífica. Mírame, —me puse a negar, sé que era
Cargué el cuerpo de Blanca, supongo que toda la tensión le pasó una vez más factura.—¡Señora Cristal! —llegó ante mi llamado.—¡Blanca! —La angustia era evidente, es su única hija.—Me estaba despidiendo y se desmayó. ¿Dónde queda su habitación?—Yo te indico, hijo. —Don Humberto estaba al final de las escaleras.—Ve, buscaré alcohol. Dios, esto apenas es el comienzo. Mañana…La mamá de Blanca se puso a llorar mientras se retiraba. Subí las escaleras con ella en brazos, seguí a su papá. La habitación era casi la mitad de mi apartamento. Don Humberto quitó el cobertor blanco y toda esa cantidad de almohada, la acosté, vi cómo su padre le quitó los zapatos.—Nosotros nos encargamos. —No quería irme, vi que él notó mi indecisión. La señora Cristal llegó, del brazo fui arrastrado fuera de la habitación—. ¿Quieres tomarte un café?—Se lo agradezco, —si yo me sentía abrumado no me imaginaba cómo debía sentirse ella—. ¿Los niños?—Ya están dormidos, —en silencio nos dirigimos a la cocina, l
Llegamos a la funeraria sobre las nueve de la mañana, una vez ahí, Corban les envió la ubicación a los tíos de Deacon. Verla consumida en el dolor, sentada, mirando desde lejos el cuerpo inerte de su esposo, me partía el alma. Egan y Adara por momentos la acompañan, sus padres también lo hacían. Desde nuestra llegada Casandra y la señora Zabat habían pasado a su lado.Fueron llegando uno a uno nuestros amigos, noté que los niños más grandes vinieron, y se pusieron a un lado de Adara, quien estaba con Nadina abrazándose. Tenía entendido que eran las mejores amigas, Julián se mantenía cerca, pero no había pasado al lado después del saludo que se efectuaron, sin embargo, Eros sí se mostró más afectivo con ella. Desde que llegaron los amigos de Adara, Egan volvió a estar a mi lado, se mantenía en silencio, tomando mi mano. Me parecía extrañamente agradable…La única de nuestros amigos que no pudo venir fue Patricia, estaba en la clínica por obvias razones, antes de irme a Grecia debía lle
El silencio reinaba en el velorio, nadie dijo nada, pero Fernanda y las otras damas se acercaron a Blanca. —Definitivamente, fuiste la perdición de mi sobrino.—Yo sé tantas cosas de ustedes, y jamás se las dije a Deacon. Porque no quería dañarle la imagen que él tenía. Por eso les pido, por la memoria de mi marido, absténganse de hablarme o se larga.—Deacon es un Katsaros, las tradiciones de nuestra familia las mantendrá.—Eso lo sabremos en el testamento. —volvió a intervenir Zabat. Dorsiana —Así se llamaba la momia uno—. No puedo creer que solo te importe la fortuna de tu sobrino, ¿hasta en esto te dejaste llevar por el vividor de tu marido? ¡Mira a tu sobrino! Ni siquiera te has acercado a su ataúd y ¿estás reclamando lo que aún no sabes si te corresponde? —Era cierto, solo vino a pelear dinero.—A ellos solo les interesa el dinero, mi padre me lo dijo. —volvió a intervenir Adara.—Debes de controlar la lengua de tu hija usurpadora.—Mi hija puede expresarse cuando quiera y com
Habían pasado cuatro días desde la muerte de mi madurito. No salía del cuarto, pasaba los días en la mecedora que tenía en el balcón de la habitación que daba al jardín de la casa; así hiciera frío, sol, lluvia y dependiendo del clima me ponía una cobija encima de lana, en las noches si ingresaba al cuarto, pero no lograba conciliar el sueño y prefiero estar en cualquier parte del cuarto menos en la cama, porque ya no estaba mi marido.En el día me sentaba a ver si la brisa se llevaba el sentimiento de tristeza, como dijo el padre en su sermón. Él dijo algo muy certero, no podía ser egoísta y querer tenerlo a mi lado cuando sabía del dolor en su cuerpo. Mis padres no me habían dejado sola, ellos se encargaron de mis hijos, aunque cuando llegaban del colegio; ya sea por mi padre o por David que se ofreció a recogerlos, me obligaba a recibirlos.Luego me encerraban en el cuarto. Mis amigos me visitaban, así no hablará mucho, se quedan un momento compartiendo conmigo en el cuarto y luego
Terminé de empacar una vez más todo mi equipo, si ese degenerado de Athan cree que se van a burlar de nosotros, no saben lo que era un santandereano berraco. Si ese pendejo llegaba a salir, me importará una mierda, pero indagaré hasta encontrar como compraron a los jueces o dejo de llamarme David Guzmán.Eran las ocho de la noche, no quería cocinar, desde que Guillermo andaba con novia, ni la pasaba en el apartamento, a toda hora estaba con Natalia. Tomé el celular para marcarle y en ese momento se iluminó la ventana de mi habitación por un fuerte relámpago. ¡Mierda! Comenzó a llover. A pedir domicilio.Terminé mandándole un mensaje para ver si le pedía algo especial para la cena, su respuesta fue: que su suegra ya le había dado cena y llegaba más tarde. «¿Pizza?», ni modo, eso cenaré. Dejé todo organizado y fui a la cocina, a un lado de la nevera estaba el directorio de los domicilios, pedí una mediana de carnes y criolla, Guillermo acabará con el resto.Cerré la puerta corrediza del
Llevaba a Blanca en mis brazos, esperé a que llegara Guillermo y le pedí el favor de que condujera, mientras yo me deleitaba con mi Brisa dormida. A mi sobrino le sorprendió verla en el apartamento, pero no dijo nada. Seguía profunda, tenía cuatro días de no dormir y eso en cualquier momento le pasaba factura. Llegamos a su casa, le había escrito con antelación a la señora Cristal de nuestra salida para llevarla.No hubo poder humano que la despertara, así que volví a ser el encargado de llevarla hasta su habitación, quitaron el cobertor y la dejé en su cama. Su madre le quitó los zapatos, ella tenía puesta mi ropa y me adelanté a justificarlo.—Llegó completamente mojada, le presté ropa mientras se secaba la suya. Mi sobrino la trajo, muy ahora se la entrego. —me sentí un adolescente justificándome. ¡Carajos!—Gracias, hijo. —La vi sonreírme a don Humberto.Ahora estaba en problemas, van a creer que me aproveché o algo así. Sin embargo, aunque no haya habido morbo, si me aproveché pa
Ingresé al salón de Egan en el colegio, en dos días viajábamos a Grecia para la lectura del testamento de mi difunto esposo. No tenía idea lo que iba a pasar, pero papá tenía razón. A mí no me interesaba el dinero, pero era el legado de mi marido para sus hijos y bastante que lo vi trabajando para ellos. No había sido fácil superar la muerte de Deacon, día a día luchaba para salir de la cama y dar un paso a la vez cómo lo sugirió la vieja Cristal.Pero en la soledad de la habitación, lloraba hasta quedarme dormida. Cada vez que veía a mis hijos arreglados para ir al colegio se me partía el alma, Deacon era quien los llevaba, solo cuando viajaba yo lo hacía, y ese vacío me mataba, él se fue a un viaje de donde no tendrá regreso. Ver a Egan tan callado; él era un lorito, eso a uno como madre nos golpeaba, trataba de darle apoyo, pero era irónico.Cuál de los dos esté más necesitado, era consciente que había estado un poco ausente. En cambio, Adara me demostraba ser más fuerte, ella, aun