Esto no se lo deseaba a nadie, a nadie. La bendita zozobra me agobiaba y ni para llamar a Deacon a ver cómo iba el operativo. Me había quitado todo el esmalte de las uñas con las mismas uñas, en un acto que vi necesario con tal de controlar mis nervios. Maju andaba igual, Samuel y Maco se habían puesto uno en cada lado de ella, así le daban fuerzas. Por ratos hacia el rosario, le había bajado a la intensidad. Otras veces se me venía la situación de Deacon y reventaba en llanto.Mis amigas no me preguntaron nada, entendieron que no era el momento o solo me dieron tiempo para abordar el tema, aún me debatía en sí contar todo o esperar a encontrarme más tranquila, aunque no creo que vuelva a estar tranquila. Lo cierto era que hasta el momento no había preguntado por la enfermedad de mi marido. Y se los agradecía. —El abrazo de Virginia fue mi dosis de; «aquí estamos amiga, llora si lo necesitas».—¡Voy a darle un chancletazo a Carlos!Estalló Fernanda. Esa intervención fue como un alivio
La vi partir, y me quedé con este sin sabor de tenerla a si sean por unos segundos entre mis brazos, debía agradecerle a Fernanda su intervención cuando se abalanzó sobre mí. No aparté la mirada de Blanca hasta que el carro de los Katsaros desapareció de mi vista.—No fue nada, —le di un beso en la frente—. Se les notó demasiado el anhelo que se tienen el uno al otro.—No digas eso. He ocultado muy bien mis sentimientos.—Pero a las brujas conocedoras del amor, no nos pueden mentir, eviten estar solos, cerca, juntos.—Fernanda…—David, tú eres gasolina y ella una cerilla. El día en… se escuchará feo, pero una vez Deacon muera, solo será cuestión de tiempo para que en ustedes enciendan la hoguera, —no dije nada—. Evita quedarte cerca, tú no mereces ser el segundo de una mujer, Deacon no merece una infidelidad y Blanca no se sentirá bien si por algún momento de locura el cuerpo le gana a la sensatez. Así que la solución de ustedes es estar lo más lejos posible o con metiches alrededor.
Ese cambio de mirada entre los dos no me gustó. Seguían mintiéndome y mi enojo era con Deacon, David no me debía lealtad, pero mi marido sí. Y estaban cansando de verme como una niña. El recién llegado le entregó un celular, además lo dicho no fue de mi agrado.—Es Athan, si le contesto lo pongo en alerta.Un frío recorrió todo el cuerpo, por el amor de Dios, ¿se atrevió a meterse con mis hijos?—Entonces ¿qué sugieres?—El jet está en el aeropuerto, nos vamos tú y yo a Grecia. ¿Hay material para inculparlo?—Sí, pero una afirmación de su parte sería la cereza del pastel, cuando vuelva a timbrar, graba la conversación, deja que él hable primero.David, en vez de haber sido un subversivo, debió de meterse al ejército. «Tenía una razón de peso para pertenecer a esa organización.» —dijo una voz en mi mente. Mi esposo me miró.—No me voy a ir de aquí, ya te lo dije Deacon. Los dos arreglaremos tu maleta.—A veces eres muy terca.—Es parte de tu penitencia.Su mirada cambió, me abrazó. Vol
Iba a decir la verdad, ya no venía al caso seguir callando. Ahora estaba con todos los nervios al filo del abismo.—¡Le tocó!, en su último tratamiento no lo dejaron salir hasta que no fuera un familiar para buscarlo. Además, fue David el que al enterarse viajó hasta Estados Unidos para hablar algo importante y luego me puso al tanto. Eso fue el lunes, lo vi el martes, regresamos el miércoles por lo sucedido a Adara, y anoche David la rescató junto con Julián, el hijo de Maju. Hoy se fue Deacon a Grecia porque el autor de dicho secuestro es mi cuñado.—Espera hija, espera. Es mucha información. Respira.—¡Se da cuenta! No creo que Dios crea, que debo mirar a otros horizontes. Mi perfecto mundo se vino al piso y no he tenido tregua en la semana para asimilar las cosas. Mis hijos no lo saben, Deacon se encuentra en la etapa terminal, en cualquier momento comenzará a decaer.» Ahora debemos estar con vigilancia porque nos encontramos amenazados por un ser envidioso, el cual quiere la for
Keelan nos esperaba, Deacon se pudo levantar, más no caminar, entre los dos le ayudamos. Nos dirigimos al apartamento donde Corban nos esperaba con un detective y agentes de la policía. Había visto cómo al masajearse las piernas, hacía gestos de dolor, pero no emitía un solo sonido, en definitiva, el aguante de dolor de este hombre era admirable.Para no hacerlo sentir mal, cerré mis ojos durante el trayecto al apartamento, el dolor de cabeza ya empezaba a manifestarse en mí, por la falta de sueño. Al llegar, Deacon nos sorprendió con que ya podía dominar las piernas de nuevo; de manera lenta, pero lo hacía.—¿Se te olvidó tomarte el medicamento? —Le preguntó su abogado, quien nos esperaba en la recepción.—Error por el cambio de horario, mientras esté aquí debo tomarlos en la noche. Para no distorsionar el ritmo de las horas.—¿Cómo mi sueño? —sonrió y afirmó.—Supongo que sí.Subimos al ascensor, si yo no tomaba un analgésico terminaré con una fuerte migraña. Al ingresar al apartame
La familia de Deacon era otra joya, era evidente que se tiraban entre ellos y la noticia de la amante de su hermano, se sumaba a la lista eterna de ese hijo de mierda. El magnate se acercó a su abogado y dijo algo sobre su testamento que no entendí un muy bien, pero lo atribuyo al embotamiento que tenía. Necesitaba dormir. La policía se llevó al hombre, Zabat se fue a constatar como apoderado de que lo dejaran encerrado y sin pago de fianza.Adara era griega y se regirán bajo las leyes de aquí, más la demanda que los Abdala harán, ellos no se queden sin hacer nada, Cesar en ese aspecto era implacable. Los dos eran menores de edad y eso ayudaba a no salir bajo fianza. Por lo menos por un buen tiempo, como nos dijo el abogado, estará por fuera de la vida de todos. Y me alegraba un poco. Deacon se veía más cansado, que yo, se tomó otros medicamentos. Se veía bastante desencajado, su enfermedad llegaba a un punto de no retorno y el deterioro era acelerado, además, si se le aumenta toda
Pasé a buscar a Mireya al lugar donde me pidió recogerla. Me pareció extraño de que me diera la dirección de un hotel. —Ella era así, supongo que lo hace para que no sepa nada de ella. Hasta el nombre se me hace falso y como nuestra relación es de sexo eventual pagado por ser una joven de catálogo, no me interesa investigar nada más—. Eran las tres de la mañana, quedamos de encontrarnos a las cuatro en el pueblo El Rosal vía a La Vega, ese era el punto de encuentro. Le timbré a su celular desde la camioneta.—Buenos días, estoy afuera del hotel.—Se me olvida que tú eres el señor puntual.—No te demores.Mientras la esperaba me decía a mí mismo el que mis amigos me verán con una acompañante y no me molestaba, era solo que todos iban con sus esposas y yo por ser el único soltero iba con una chica de catálogo. Espero no ofender a mis amigas y menos ofender a Mireya. —Lo mejor es decirle la verdad a ella y luego a mis amigas—. Por más que di excusas, inventé mucho trabajo y le saqué el c
Llegamos al punto de encuentro y como cosa rara ya había llegado los Abdala L’Charme.—¿Este hombre siempre duerme en el sitio para ser el primero? —solté la carcajada ante el comentario de mi marido—. Yo me consideraba un hombre puntual, pero él me ganó.—Cariño, cuando te sientas cansado me dices, de todas maneras, en tres horas yo conduzco.—Torbellino…—Mira Deacon, morirás de cáncer, no de un accidente. En los últimos días, pierdes las piernas con más regularidad. Cielo… —Vi su frustración y afirmó.—Bien. He de ir a acostumbrándome a que terminaré inválido.Detuvo el auto, parqueamos al lado de los Abdala, bajamos. Dios esto no se lo deseaba a nadie. Desde que estábamos enfrentando la enfermedad como familia, agradecía a diario por verlo despertar y era una bendición verlo salir de la cama, el que no pueda caminar, me destrozaría el alma. Ver a un hombre tan vigoroso, independiente, el cual se iba haciendo dependiente de otro… Me lo acabará de matar la depresión. Llegamos tomad