Pasé a buscar a Mireya al lugar donde me pidió recogerla. Me pareció extraño de que me diera la dirección de un hotel. —Ella era así, supongo que lo hace para que no sepa nada de ella. Hasta el nombre se me hace falso y como nuestra relación es de sexo eventual pagado por ser una joven de catálogo, no me interesa investigar nada más—. Eran las tres de la mañana, quedamos de encontrarnos a las cuatro en el pueblo El Rosal vía a La Vega, ese era el punto de encuentro. Le timbré a su celular desde la camioneta.—Buenos días, estoy afuera del hotel.—Se me olvida que tú eres el señor puntual.—No te demores.Mientras la esperaba me decía a mí mismo el que mis amigos me verán con una acompañante y no me molestaba, era solo que todos iban con sus esposas y yo por ser el único soltero iba con una chica de catálogo. Espero no ofender a mis amigas y menos ofender a Mireya. —Lo mejor es decirle la verdad a ella y luego a mis amigas—. Por más que di excusas, inventé mucho trabajo y le saqué el c
Llegamos al punto de encuentro y como cosa rara ya había llegado los Abdala L’Charme.—¿Este hombre siempre duerme en el sitio para ser el primero? —solté la carcajada ante el comentario de mi marido—. Yo me consideraba un hombre puntual, pero él me ganó.—Cariño, cuando te sientas cansado me dices, de todas maneras, en tres horas yo conduzco.—Torbellino…—Mira Deacon, morirás de cáncer, no de un accidente. En los últimos días, pierdes las piernas con más regularidad. Cielo… —Vi su frustración y afirmó.—Bien. He de ir a acostumbrándome a que terminaré inválido.Detuvo el auto, parqueamos al lado de los Abdala, bajamos. Dios esto no se lo deseaba a nadie. Desde que estábamos enfrentando la enfermedad como familia, agradecía a diario por verlo despertar y era una bendición verlo salir de la cama, el que no pueda caminar, me destrozaría el alma. Ver a un hombre tan vigoroso, independiente, el cual se iba haciendo dependiente de otro… Me lo acabará de matar la depresión. Llegamos tomad
Llegamos a las nueve de la noche, realizamos seis paradas obligatorias, José Eduardo y los Samudio hicieron más, por la embarazada, pero a pesar de todo llegamos sanos a nuestro destino. Colombia era precisa, viajar en carretera te dejaba admirar su geografía, sus montañas, sus llanos, sus ríos y las diferentes culturas, al llegar las personas que se habían contratado nos esperaban con la cena lista en la primera casa.De manera general nos dieron nuestras habitaciones, en total había cinco en cada una, en la siguiente casa era la de Maju donde estaba el tremendo banquete. Dejamos las maletas donde dormiremos y bajamos a comer. En la casa de Patricia dormiría ella, Aurelio, Benjamín, Regina, Vladímir. En la de Maju dormirían los Maldonado, Orjuela, Katsaros, nosotros y los anfitriones.Nos sirvieron un gran filete de carne asada con bollo limpio y patacones. Nadie habló. Solo nos limitamos a comer. Yo en lo particular tenía con las piernas temblorosas después de conducir tanto. ¿Cómo
El alma me dolía, sé que no estaba bien, pero deseaba tanto un abrazo y él se negaba a dármelo. Mireya, no sé si llegó en el mejor o peor momento, se sentó a mi lado.—No tengas celos por mí, —la miré—. Solo somos amigos con sexo ocasional. Te confieso que es sexo pagado. —hizo un gesto de incomodidad—. Solo nos vemos dos o tres veces al año y por una hora, máximo dos. Depende de mi itinerario. Aunque teníamos unos años de no vernos porque tuvo una prometida.—¿Por qué me lo cuentas?—Porque soy mujer, y aunque tú eres una dama, y yo no lo soy. El respeto matrimonial en mi profesión por el momento no es lo mío, pero sí respeto a un buen amigo. —Se quedó en silencio—. En mi mundo todo es complicado, créeme cuando te digo que David es el único amigo que proviene de mis clientes. El corazón de él desde hace mucho ha estado ocupado.—Supongo, yo nunca he sido santo de su devoción.—¿Eso crees?Hace varios minutos de la impotencia que sentí ante la situación con mi esposo, salí y me metí e
Tenía ganas de abrazar a ese niño, era la viva estampa de su padre mucho más bello y eso que Alejandro era el más simpático de todos. Pero esa seguridad y convencimiento que transmitió lo dejaba a uno convencido. Deacon se bebió el jugo, lo tomó como no se puede nada seguir el juego del niño.—No quiero que tomen esto a mal, pero Eros desde sus cinco años se preparaba un jugo con remolacha y otras cosas porque al sentir los síntomas de la leucemia que en ese entonces no lo relacionó, aun así, pensó que era anemia y comenzó a prepararse ese jugo, él alargó o extendió su enfermedad por tres años.—Virginia…—Blanca, no estoy diciendo que va a hacer lo mismo, además porque el único estudio es el que le ha hecho Eros. Pero no perdemos nada, ¿y si eso le mitiga el dolor?—Bienvenido será. —intervino mi esposo, terminó de tomarlo—. ¿No se le puede echar azúcar?—No, de hecho, no debería volver a comer azúcar. Voy a quedarme todo el día, si mis cálculos no fallan después de la segunda dosis
Me invitaron a cenar por motivo de mi despedida. Esta noche viajaba a Colombia y luego me reincorporaba a mi mundo de la construcción. Dejé saldada la empresa con el personal indicado, fueron muchos los empleados que estaban comprados. Cassandra se presentó con su esposa y Zabat con su señora. Me sentía satisfecho por haber hecho un buen trabajo en la compañía, al menos no se fue a pérdida, al contrario, di buenos rendimientos.—Bueno, sobra decirte que fue un privilegio trabajar bajo tu dirección.—Gracias, abogado.—Yo también voy a extrañarlo, señor Guzmán.—Sobra decirles que tienen un hogar o bueno, un apartamento para cuando decidan conocer mi país.—Por supuesto que te visitaremos en Colombia. Me deben una luna de miel. —sonreí. La cena se llevó a cabo de manera muy amena, anécdotas y culminó del modo agradable y con buena vibra. Me despedí de ellos, llegué al apartamento, tomé la maleta y el equipo de búsqueda. También me despedí de las empleadas. Keelan me llevó al aeropue
Adara corrió a acostarse al lado de su padre, Egan hizo lo mismo y yo me acosté al lado de mi hijo con el rostro cerca al de mi marido. La enfermera y el padre salieron vi en su frente el aceite y supe que le habían aplicado los santos óleos. No quería que se muriera, quería que por arte de magia todo volviera a ser como éramos antes, Deacon abrazaba a sus hijos.—Los amo, —Adara lloró más fuerte, mientras mi pequeño se había reprimido, se había mantenido callado y llorando en silencio—. No olviden todo lo hablado, —la voz se le apagaba—. Blanca.—Deacon no…—Déjame ir amor.Giró su rostro, él venía perdiendo peso desde hace tiempo, pero me decía que era por el ejercicio. Cuando supe lo de su enfermedad, todo fue tan claro. Y ahora desde Coveñas se había consumido de una manera tan rápida, estaba muy delgado.» Si no me dices que vas a estar bien, será muy difícil para mí irme tranquilo.—No…—Tuve una vida bonita amor, y tu llegada fue magnífica. Mírame, —me puse a negar, sé que era
Cargué el cuerpo de Blanca, supongo que toda la tensión le pasó una vez más factura.—¡Señora Cristal! —llegó ante mi llamado.—¡Blanca! —La angustia era evidente, es su única hija.—Me estaba despidiendo y se desmayó. ¿Dónde queda su habitación?—Yo te indico, hijo. —Don Humberto estaba al final de las escaleras.—Ve, buscaré alcohol. Dios, esto apenas es el comienzo. Mañana…La mamá de Blanca se puso a llorar mientras se retiraba. Subí las escaleras con ella en brazos, seguí a su papá. La habitación era casi la mitad de mi apartamento. Don Humberto quitó el cobertor blanco y toda esa cantidad de almohada, la acosté, vi cómo su padre le quitó los zapatos.—Nosotros nos encargamos. —No quería irme, vi que él notó mi indecisión. La señora Cristal llegó, del brazo fui arrastrado fuera de la habitación—. ¿Quieres tomarte un café?—Se lo agradezco, —si yo me sentía abrumado no me imaginaba cómo debía sentirse ella—. ¿Los niños?—Ya están dormidos, —en silencio nos dirigimos a la cocina, l